«La pelota me ha enriquecido por dentro»
El zaguero se despide en abril «con todos los sueños cumplidos». De sus 19 campañas de profesional se queda con «los pequeños recuerdos, porque son la esencia de este deporte»
JUAN PABLO MARTÍN
Sábado, 24 de diciembre 2016, 02:51
El próximo 16 de abril Abel Barriola pondrá punto y final a 19 años de profesional «en los que he cumplido todos mis sueños». ... No ha sido fácil tomar la decisión para el de Leitza, «porque la pelota es mi pasión», pero quería retirarse «estando arriba». Está más centrado que nunca en su último Parejas, «e incluso con un poco de ansiedad de querer hacerlo bien», reconoce.
¿Cómo se da uno cuenta de que su carrera se acaba?
Cuando eres veterano sabes que se está terminando una etapa de tu vida, pero nunca sabes cuándo es el momento para dejarlo. En mi caso fue este verano cuando empecé a pensar realmente en ello. Jugué el torneo San Fermín y me di cuenta de que podía ser el último. Gané el del Cinco y Medio, encadené varios partidos muy buenos, y me planteé poner una fecha porque tenía claro que quería dejarlo estando arriba y compitiendo bien. He cumplido todos los sueños que tuve desde pequeño. Nunca hubiera pensado que estaría tantos años en profesionales ni que lograría las tres txapelas.
¿Cuesta tomar la decisión?
Mucho. La pelota es mi pasión. Son muchos días que te acuestas y te levantas pensando en ella. Por eso no es fácil elegir el momento para decir adiós.
Lo suyo ha sido algo progresivo. Primero renunció al Cuatro y Medio, luego al Manomanista...
Dejé ambas modalidades porque no me veía capaz de ganar la txapela. Si no puedes aspirar a lo máximo es hora de apartarte y dejar paso a los pelotaris jóvenes.
Tal y como está la situación, ha rechazado un año más de contrato con Aspe.
En la vida hay que tomar decisiones y ni siquiera miré lo que me ofrecían. Les dije que era el momento, que lo sentía así y punto. No hay que darle más vueltas. Son decisiones difíciles pero también hay que tomarlas con naturalidad.
A muchos aficionados también se les hará difícil su marcha.
Era lo que sentía. No me voy porque me haya cansado. Es más, tengo la misma ilusión que el primer día, estoy con ganas de jugar, e incluso en el Parejas estoy con un poco de ansiedad por querer hacerlo bien. Pero en ocasiones hay que sacrificar cosas. Quería dejarlo aspirando a lo máximo y en estos momentos es el Parejas.
El cuerpo todavía le responde.
Eso tiene mucho que ver con la cabeza. Si mantienes la ilusión y las ganas, el cuerpo te sigue a todas partes.
La heroica individual
La llegada de nuevos valores a Aspe, ¿ha precipitado las cosas?
Para nada. La empresa contaba conmigo. Es una decisión personal al 100%. Es ley de vida que vengan pelotaris jóvenes y soy un fiel defensor de ellos.
Ya no quedan zagueros con alma de delanteros.
La pelota ha cambiado. Todo evoluciona y los objetivos de un zaguero también. Cuando yo debuté todos entrenaban y competían para las tres modalidades. Ahora, con el cambio de material, es muy difícil jugar a bote porque no te da tiempo. Hay que entrar de aire, y en esa situación siempre son más hábiles los delanteros.
Usted siempre ha tenido recursos.
Lo que más me ha motivado como pelotari han sido las luchas individuales. Aunque jugar en parejas es un placer, esa heroica me tiraba más. Eso quería decir que en agosto ya empezaba a preparar el Cuatro y Medio tanto física como técnicamente. Y el mano a mano era lo mismo. En pleno Parejas, en enero, comenzaba con él. La mejor improvisación es trabajar muchísimo los meses anteriores.
Desde 2001 al 2010 se plantó en seis finales de la jaula. Ganó la primera que jugó con 23 años. ¿Qué es una final para un pelotari?
Es la satisfacción del trabajo bien hecho. Tan sencillo como eso. Llena mucho. Pero no sólo eso. En aquella final recuerdo el ambiente que había en Leitza, y te sientes muy orgulloso de que la gente esté pasando unos buenos días por tu trabajo. Desde la época de Bengoetxea III y IV no habían vuelto a vivir una.
Y a que se tiene más miedo, ¿a la derrota o al ridículo?
Es cierto que tienes mucha presión, pero no sólo en una final. Durante todo el año el sentimiento de responsabilidad es importante. El gusanillo siempre está ahí antes de salir a la cancha. A veces tienes hasta ganas de vomitar porque quieres hacerlo bien por ti y por el público. Antes de una final eso se multiplica por cinco. Pero esa presión es la que me hace sentir vivo.
Un año más tarde llega su consagración con el título del Manomanista.
Recuerdo que pegué un cambio bastante importante en 2001 cuando llegué a semifinales. Hice un buen verano por Parejas. Vi que podía estar con los mejores. Ganarla fue un sueño hecho realidad. Fue una satisfacción inmensa pero me entró un poco de vértigo. Estás como en una burbuja todos los días entrenando y sólo piensas en pelota. Pero una vez conseguida la txapela la pregunta que me hacía era: ¿Y ahora qué? Había logrado mi sueño y sentí como un vacío, no sabía que objetivo perseguir. Pasé unos meses un poco desubicado.
Poco después cambió de empresa. ¿Por qué?
Porque tocaba renovar el contrato en 2001 y la cosa se fue alargando y no hubo nunca una revisión. Seguimos hablando y no llegamos a un acuerdo. Hablé con Aspe y en dos segundos nos entendimos.
Fue el alumno aventajado de su generación. Desbancó a Eugi y Beloki.
Ellos eran los dominadores de las competiciones individuales y Beloki además era el kaiser en el Parejas. Eran los pelotaris más mediáticos. Pero llegó una nueva generación en la que estaba yo, Olaizola II, Patxi Ruiz, Otxandorena... Y fue a mi el que me tocó ganarles primero.
¿Eso cómo se asimila?
Era una sensación rara. Cuando gané el Manomanista tenía 24 años, pero en ningún momento me sentí superior a nadie. Conseguí las txapelas por la determinación que tenía. Dormía para ser mejor, comía para ser mejor, pensaba las 24 horas del día en pelota.
¿Siempre ha sido tan exigente consigo mismo?
Dicen que muchas veces tu mayor virtud en exceso se convierte en defecto. Cada uno tiene su personalidad y cambiarla es muy complicado.
«He tocado fondo tres veces en mi carrera»
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En su carrera como profesional no todo ha sido un camino de rosas. Barriola ha superado momentos verdaderamente duros.
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En 2005 sufrió una fibrosis que le hizo pasar por el quirófano.
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En mis años de profesional he tocado tres veces fondo. Esta fue una de ellas. Tras la operación, la rehabilitación fue mucho más larga de lo que pensábamos, en el camino tuve una recaída... La empresa y yo nos pusimos de plazo hasta septiembre para ver si podía darle la vuelta a la situación y lo conseguí en agosto. Todo fue a raíz de los consejos de Arretxe y Unanue a la hora de ponerme las protecciones de la mano.
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¿Llegó a pensar que se había acabado?
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Fueron momentos complicados. Lo di todo y por suerte salí. Tengo un montón de compañeros quehan tenido la misma lesión y por desgracia no la han podido superar. Me sentí un auténtico afortunado.
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¿Qué se aprende de algo así?
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Que cada momento es distinto. Un año puedes estar arriba y a los dos meses abajo, y eso te afecta. En el deporte hay cosas que no puedes controlar y tienes que aceptarlo.
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También lo pasó realmente mal tras la derrota en la final de 2008 contra Bengoetxea VI.
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Entonces fue porque ya no sabía que más tenía que hacer para ganar otra txapela. Creo que era la cuarta final seguida que no conseguía en dos años. Perdí una y me dije; tengo que mejorar en esto. Perdí la siguiente, analicé la derrota y perfeccioné otra cosa, caí en la tercera, e igual. Llegó la que disputé contra Bengoetxea VI y me dije; todo está en orden, salvo el rival que es lo único que no puedo controlar. Me ganó con autoridad. Me desarbolé y empecé a dudar. No sabía en qué me estaba equivocando.
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Un año más tarde llegó la rotura del ligamento cruzado.
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Me operaron y a los pocos días la cosa no iba bien. Pasé dos o tres semanas con fiebre porque tenía la rodilla infectada. Recuerdo que me dolía mucho. Al mes, me operaron otra vez para limpiarla y a partir de ahí me sentía mejor pero tenía mucho miedo y dudas de si podría volver a competir. Empecé con la rehabilitación y no tampoco iba bien porque la rodilla estaba llena de adherencias.
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Hubo un momento en el que sólo se conformaba con volver a caminar.
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Ahora puede parecer un poco exagerado. Pero estaba en una situación tan límite que te olvidas de todo lo demás. Sólo quería pasear, sentir las piernas. Tuve una tercera intervención, que me la hizo Mikel Sánchez, y ya todo fue muy bien.
Un desequilibrio
¿Alguna vez le han tenido que parar un poco?
Sí. Pero te dura unas semanas y vuelves a caer en lo mismo. En el deporte hay que ser exigente pero también vivir la vida. A lo mejor he fallado en eso. Le dedicas mucho tiempo a la pelota y eso crea un desequilibrio con respecto a otras cosas.
Ha sido un sufridor nato.
No sólo yo, todos los compañeros. Lo que te hace tirar para adelante es la pasión por este trabajo. Al final de mi carrera me quedo con que he salido de los momentos complicados y con los amigos que tengo. Con el lado humano. Con los compañeros a los que se les ha cruzado la mala suerte en la vida y no han podido disfrutar de jugar a pelota. Las victorias y las derrotas, pasan. Y esos pequeños recuerdos son la esencia del deporte.
¿Cómo se lleva el paso inexorable del tiempo?
Bien. Es importante aceptar las cosas y no tomártelo como algo personal. Hay que marcar una distancia. Las empresas miran al deporte pero también al negocio, y en ese aspecto buscan el mayor rendimiento. Tarde o temprano apuestan por la gente joven y eso tiene efectos colaterales porque siempre te apartan un poco. Pero eso no te tiene que quitar la ilusión. Al revés, te tiene que motivar más. Es cierto que vas perdiendo golpe, pero si trabajas inventas recursos. Aprendes a entrar más de aire, de sotamano, a achicar espacios... La experiencia también tiene mucho que ver.
¿Qué va a echar de menos cuando se vaya?
El día a día de estar con los compañeros, los entrenamientos y, sobre todo, el competir. El gusanillo de vestirte de blanco, porque es una de las cosas que te hace sentir vivo.
¿Seguirá vinculado a la pelota?
Es mi mayor pasión y eso no se cambia de la noche al día. Lo llevas dentro. Es el instrumento que me ha servido para madurar como persona. Me lo ha dado todo. Me ha enriquecido por dentro. Le estoy eternamente agradecido en todos los aspectos y eso no se olvida, por lo que de una manera u otra seguiré vinculado a este deporte.
¿Tiene algo atado?
Nada. Tengo algunas cosas en mente pero nada concreto.
¿De qué va a vivir a partir del 16 de abril tras su retirada?
De momento, no lo sé. Mi ilusión es acabar bien. Hacer un buen Parejas. Y cuando termine ya tendré tiempo de pensármelo.
Aspe no le ha ofrecido ninguna posibilidad de seguir en otro cargo.
De momento no. Hubo un ofrecimiento por parte de la Liga de Pelota Mano (LEP.M) pero no era una cuestión que me motivara.
¿Se puede saber que le ofrecieron?
No.
¿Cómo ve el futuro de la pelota?
Viene una generación muy fuerte. Son buenos profesionales, pelotaris que aman mucho este deporte. Ya lo están demostrando. Hay por delante años muy buenos.
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