Sin miedo a la muerte
Dos conciertos con buen ambiente y formatos reducidos y acústicos el jueves en Bilbao: los Jarabe de Palo de Pau Donés en un Kafe Antzokia con entradas agotadas, y los noruegos Bohem en el Cotton Club
Óscar Cubillo
Viernes, 5 de mayo 2017, 14:08
Tarde-noche de jueves pillando taxi y a todo correr para compatibilizar dos bolos acústicos con público transversal. Abrimos la tarde a las 8.30 en el Cotton Club, donde los noruegos Bohem presentaron su disco 'Nomadsland' con su formación oficial en trío (Svein André Davidsen Olsen, voz y guitarra, Samuel Nimoson Junior, batería y coros, más Carlos Sánchez, bajo y coros). No pensábamos verlo entero porque venían en formato desenchufado: «Pues para empezar va a ser un concierto acústico, intimo, sin respaldo de la brutalidad de la guitarra eléctrica. Vamos a enseñar una faceta desnuda. ¡Me gusta así!», nos anticipaba en entrevista el murciano Carlos, y nos hicimos una idea equivocada que corregimos en el primero de sus temas, el blues 'Fire And Stone' en la versión primigenia de uno de sus temas más conocidos, que repitieron luego.
Bohem arrancaron con retraso y en 60 minutos les dio tiempo a tocar 12 piezas, con dos bises, porque su cantante, un tipo rubicundo, con cara juvenil, no muy alto y con bíceps desarrollados que se parece al actor Mark Wahlberg, se encontraba a gusto y dijo, mediante la traducción de Carlos, que éramos «un publicazo, muy respetuoso. En Noruega estarían todos hablando. Bueno, chillando, y cuanto más alto tocáramos, más chillarían».
En el Cotton hubo quien charló al principio, pero a la postre todo el mundo estuvo atento y hasta coreó y dio difíciles palmas en su momento justo («se dice que aquí en España dais muy bien las palmas », animó en inglés Svein), disfrutando de un trío muy bien arreglado, con un baterista fino y variado, los tres poniendo voces a un repertorio con dejes del pop comercial de Niall Horan o Ed Sheeran, y del folk global de Lumineers o Mumford & Sons (los coros góspel de Before The End), y además con blues del siglo XXI (la otra versión que tocaron de Fire And Stone, que a La Reina le recordó a Sting), grandiosidad subliminal algo Black Keys, soul comercial de filo americanófilo (The Caravan Song, la que tiene este vídeo famoso en Noruega y Francia), e incluso un tema zíngaro en plan los 10.000 Maniacs masculinizados (M. Moon, con coros de comunidad hippie). Muy bien, muy sueltos y muy elegantes estos Bohem.
«Es un poco triste mi vida ahora, pero»
Luego corrimos al Kafe Antzokia, donde Jarabe De Palo tocaron unos 22 temas en 101 minutos en formato cuarteto económico y variable: sintes, percusiones, chelo, pianos, guitarra, ukelele Las entradas estaban agotadas desde hace mucho y había gente mayor y gente joven, y de ambos sexos, como en Bohem, pero aquí se conocía al intérprete, a Pau Donés, que ha sufrido una recaída de su grave enfermedad, y que ofició ante un público entregadísimo (se estremecía en la dramática 'Te miro y tiemblo', cuya letra empieza diciendo te di mi sangre), cantarín (comunitario 'Depende', un emocionante 'Cómo quieres ser mi amiga', un 'La flaca' coreada a pulmón, «la canción que nos enamoró y nos puso en el mapa», presentó, y la hizo en tono demasiado melancólico, fatalista) y muy receptivo a los mensajes de Pau Donés, por el que habrá que rezar mucho para que se cure definitivamente.
No dio muchos discursos Donés, aunque abrió el bis agradeciendo su colaboración a Europa FM y al Banco de Sabadell. Sus mensajes sobre todo trataron de manifestar que hay que disfrutar de la vida, y los dejó caer de modo bastante irónico, como cuando contó que ahora debe brindar con agua: «es un poco triste mi vida ahora, pero», contó antes de 'La flaca'. Pau Donés informó que lleva 20 años de carrera y de que acaba de cumplir 50 palos, o sea 50 años, y de hecho vestía una camiseta con su fecha de nacimiento, 11-10-1966, pues nació como Pau Donés Cirera el 11 de octubre de 1966 en Montanuy, Huesca.
Así se titula su último disco y libro, '50 palos', y durante su show incidió en que lo vendería y lo firmaría en el lobby al acabar, pero que no lo regalaría. Otro de sus parlamentos lo dio antes de 'Mamá', que se suicidó hace no mucho, y confió que la echaba mucho de menos y que le aconsejaba que no hay que tener miedo a la muerte, sino a la vida.
Pau Donés se mostró menos seguro en sus introducciones y su tono al cantar también pareció un tanto más inestable debido a los tratamientos médicos, pero se reveló en forma excelente dadas las circunstancias que arrostra. Fue una voz justa, sin la profundidad de antes, pero correcta. ¡Y además no usó teleprompter! Tocó ukelele, guitarra acústica y tumbadoras, actuó sentado o paseándose por el escenario, y sobre todo fue al grano musical, sonando a veces como Sergio Makaroff ('La vida sigue'), otras a Jorge Drexler ('Completo, incompleto', de lo mejor del concierto), arrimándose a lo latino ('Bonito'), a lo techno ('Me gusta cómo eres', que en disco sonaba más jazz), y cerrando con Grita.