La mala suerte de Fernando y su robot cortacésped

Su familia había dado el aviso de su desaparición horas antes, al ver que no se encontraba en su caserío, 'Errefallene', muy próximo a la planta congeladora de Infrisa. Eran aproximadamente las ocho y media de la tarde cuando se percataron de que Fernando «no se encontraba ni en casa, ni se le veía por el entorno».

Según fuentes cercanas consultadas por EL CORREO, al parecer el hombre pudo precipitarse al río Artike «al ir a redirigir el robot cortacésped que se había quedado atascado en la hierba», relataron al poco de enterarse de su desafortunada muerte. El lunes, uno de sus dos hijos avisó a su padre de que activaría la recortadora a través del control remoto de su teléfono móvil «para que no se preocupara». Pero, por lo visto, poco después, la máquina que trabaja de manera autónoma, al estilo de una 'Roomba', pero de jardín, «se quedó atascada». «Pudo ser que se acercara a manipularla a pesar de que su hijo le advirtió de que no la tocara y que ya lo arreglaría él al llegar a casa», insisten.

El cargador del robot se encontraba próximo al río, que discurre por las proximidades de su caserío, por lo que, a falta de que concluya la investigación abierta por la Ertzaintza para esclarecer los hechos, todo apunta a que «pudo vencerle el peso del aparato y cayó al río». «Y con el caudal y la fuerza del agua que lleva estos días… Una pena», lamentan en la zona.

Los que le conocían aseguran que era «un hombre muy salado, chisposillo». «Le gustaba bajar al pueblo para estar con los amigos del txoko. Era muy alegre y siempre dispuesto a salir en las fiestas del pueblo», confirman también en la sociedad Doniene, de donde era socio. «Nos ha impactado mucho su pérdida, además de esa manera tan desgraciada», expresaba una cuadrilla de jubilados de Bermeo.

Tras recibir el aviso de su desaparición, se desplazaron al lugar del suceso efectivos de Bomberos, así como varias patrullas de Ertzaintza y Policía Local, que empezaron a rastrear el entorno del caserío. Poco antes, voluntarios de Protección Civil de Bermeo también inspeccionaron el túnel por el que discurre el río de Artike, antes de desembocar al mar. El fuerte caudal, probablemente, arrastró a Fernando a lo largo de los poco más de dos kilómetros que separan su casa del puerto.

Al operativo de búsqueda se sumó la Unidad de Vigilancia y Rescate (UVR) de la Policía autónoma para rastrear el cauce con ayuda de buzos, ya que al principio no existían «certezas de que se hubiese caído», según matizaron las fuentes consultadas. Finalmente, Fernando L. fue hallado sin vida en las aguas del puerto por una embarcación de Cruz Roja.