Alertan de la desaparición de todos los nidos de gaviotas en la isla de Lekeitio
Expertos y ornitólogos de Aranzadi contemplan la presencia en Garraitz de algún depredador como el visón americano o el mapache que se come los polluelos
Mirari Artime
Jueves, 17 de julio 2025
Se trata de una situación que no se ha dado nunca hasta ahora. En mayor o menor cantidad, las gaviotas siempre han construido nidos en ... la isla de Lekeitio para criar a sus polluelos, sobre todo en torno a las acantilados. Habitualmente, suelen poner entre 2 y 4 huevos desde principios de primavera a inicios de julio, y ambos 'padres' se turnan para incubarlos y cuidarlos hasta que pueden volar y valerse por sí mismo.
Los expertos y ornitólogos de la sociedad de ciencias de Aranzadi que controlan su población han llegado a registrar la existencia de hasta 150 parejas que viven en Garraitz.
Hasta este verano. «No sabemos las razones exactas que puedan explicar esta situación, pero las sospechas iniciales se han confirmado al acudir a la campaña anual de anillamiento», señala Jon Zubiaur, socio colaborador de la sección de ornitología de Aranzadi y guía de expediciones marítimas.
«En alguna ocasión anterior se ha localizado menos cantidad de la esperada o nidos dañados debido a la entrada de algún temporal marítimo, pero en esta ocasión no hay ni rastro», reconoce.
Una de las principales hipótesis que barajan los especialistas es la presencia en el islote de un nuevo inquilino. Las sospechas recaen en la llegada del visón americano, garduña o comadreja e incluso del mapache que en septiembre del año pasado fue el protagonista de un vídeo grabado por unos jóvenes de la villa en las inmediaciones del faro de Santa Catalina.
«Se trata de un visitante no deseado por su alto potencial colonizador, es una especie invasora y su expansión en Bizkaia es prácticamente un hecho constatado incluso en Urdaibai, por lo que no se descarta esa posibilidad», añaden las mismas fuentes.
Estrés por drones
La imagen amable que pueda transmitir el mapache contrasta con su condición de ser un animal agresivo y salvaje, imposible de domesticar, que come cualquier cosa y se reproduce muy rápidamente ya que no tiene enemigos naturales. Tampoco es nada fácil de detectar, porque hace vida nocturna.
De ahí que de cara a buscar una respuesta, barajan la puesta en marcha de algún sistema de vigilancia con cámaras o trampas para cazar al 'culpable' de la situación que afecta a una de las principales colonias de gaviotas patiamarillas de la cornisa cantábrica, por detrás de las gallegas.
Los expertos tampoco descartan, aunque con menor énfasis, la cada vez mayor presencia de drones que sobrevuelan sobre Garraitz. Según detallan, este tipo de aeronaves, –que las gaviotas perciben como intrusos y amenazas y a las que atacan–, pueden interrumpir o estresar a las aves durante la temporada de cría.
En ese contexto, una de las primeras consecuencias ha sido el desplazamiento de los nidos al interior del núcleo urbano de la localidad costera. Cada vez es más frecuente y más abundante ver a estas patiamarillas posadas en tejados, terrazas o ventanas del pueblo con las consiguientes molestias e incomodidades para la ciudadanía.
«Hemos llegado a retirar del mismo sitio un nido, en varias ocasiones, porque son aves muy conservadoras y, normalmente, tenemos que hacer hasta dos pasadas por el mismo escenario», reconocen técnicos que se encargan de su control en comunidades de vecinos.
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