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El colegio bilbaíno de las 39 nacionalidades
¿Cómo se ve la vida desde una escuela en Irala donde lo raro es 'ser de aquí'? Hablamos con los chavales y sus profesores sobre su educación, su futuro, el racismo y la convivencia
Domingo, 2 de octubre 2022
A los niños de hoy les suele chocar mucho que, hace treinta y tantos o cuarenta años, todos los compañeros de clase fuésemos tan parecidos étnica y culturalmente: observan aquellas fotos de fin de curso, con cuatro hileras de críos que lucíamos más o menos la misma tonalidad de piel, y les parece estar contemplando una imagen de otro país extrañamente monótono.
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Pues bien, el colegio Amor Misericordioso, del barrio bilbaíno de Irala, viene a ser el extremo opuesto a aquella homogeneidad que algunos se empeñan en mantener: en vez de hablar simplemente de una escuela con una diversidad asombrosa de orígenes y culturas en su alumnado, hay que dar un paso más y aclarar que ese rasgo se ha convertido en la principal seña de identidad de este centro concertado de modelo B.
En el Coami, como suelen llamarlo (es la contracción que aparece en los polos y suéters de su uniforme), conviven 39 nacionalidades y 17 confesiones religiosas distintas. Veamos sus orígenes en un mapa.
«Cuando llega un nuevo alumno, le pido que me enseñe en Google Maps su anterior colegio, su pueblo, su calle. A veces llegamos a la granja donde vivía y me dicen: ¡Son mis vacas!»
juan luis uskola
Responsable de Refuerzo Lingüístico
¿Como es educarse en un colegio así? Pues les hemos preguntado a ellos. Hemos hablado de sus cosas, de su llegada a Bilbao, de la vida en el colegio, del racismo, si lo sienten, y del futuro que ellos creen que les espera. Y hay sorpresas. Si todo sale según lo previsto, entre los chavales está un futuro presidente de Burkina Faso.
«Este colegio ha sido lo mejor que me ha pasado en mi vida»
david (perú)
Estudiante
Nadie puede decir que sea tarea fácil conducir un colegio de estas características. De hecho, todo el mundo reconoce que resulta bastante difícil, pero también apasionante. «Este colegio no educa solo al alumnado, sino también a quienes trabajamos aquí. Te haces un profesor o una profesora diferente. Hay que involucrarse mucho, con una intensidad que puede dejarte exhausto. Y también educamos a las familias, ayudándolas en todo lo que podemos, porque muchas no dominan el funcionamiento del sistema: ahora estamos con el ajetreo de las becas y a veces tenemos que andar persiguiéndolos», confiesa David Martínez, director desde hace dos años.
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«La superación de las desigualdades es muy importante aquí. Que todos busquen su futuro, que sigan estudiando: procuramos darles esa chispa de ser personas importantes luego en la sociedad»
javi garrido
Profesor
En las clases del Coami se tratan temas tan poco habituales, y tan importantes para estos chavales, como el reencuentro: muchos de ellos han llegado a Bilbao ya adolescentes para reunirse con una madre o unos padres a los que no habían visto desde su primera infancia. Tienen que aprender a vivir en un lugar nuevo, con normas nuevas, con idiomas nuevos. «Hay colegios en los que no saben qué hacer con este tipo de alumnado. No vale la respuesta fácil de 'este alumno no puede'. No vale animarlos a marcharse al curso siguiente», plantea el director.
Trabajar con ellos y con sus familias suele ser fuente de quebraderos de cabeza (desde la disciplina y el absentismo hasta la propia pelea académica), pero todos los profesores coinciden en subrayar las gratificaciones: «Es un orgullo que alumnos que han llegado en Primaria o al principio de Secundaria, sin entender castellano ni euskera, lleguen a la Universidad –comenta Juan Luis Uskola–, pero también lo es ver cómo un alumno, pese a todas las dificultades, consigue sacarse el graduado».
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«He llegado a tener una clase de 25 alumnos procedentes de 19 países. Y eso enriquece. ¿Quién se ve distinto a quién ahí?»
maite cadiñanos
Andereño de 2º de Primaria
El colegio está sembrado de historias de superación, de alumnos que llegaron sin saber nada de castellano y, por supuesto, ni una palabra de euskera, un idioma que por regla general se les atraganta. Pero lo intentan, y ven con desagrado y cierta resignación a aquellos que evidencian comportamientos racistas ante ellos. «Aún ahora el 0,2% de la población piensa que la Tierra es plana», dice Samuel, como para reforzar la idea de que es imposible convencer a todo el mundo de algo. «Si alguien piensa que tú por ser de otro país eres de menos, y él por ser de aquí es de más... pues pasa, ya está», recomienda Sofía, una alumna marroquí.
Los protagonistas de este reportaje
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Textos Carlos Benito
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Video Marta Madruga, Pablo del Caño y Badr Eddine Benbrahim
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Diseño web Anartz Madariaga
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Coordinación Aitor Alonso
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