Cinco horas al sol para coger el mejor sitio
Familias y cuadrillas soportaron las altas temperaturas desde el mediodía para asegurar una buena ubicación durante los conciertos
«El plan está claro» canta Arde Bogotá en 'La Torre Picasso', una de sus canciones más conocidas. Muchas familias y cuadrillas tenían también ayer ... un objetivo prioritario: llegar pronto para asegurarse el mejor sitio. Puede resultar algo obvio cuando se celebran conciertos, pero ayer había una diferencia: el escenario estaba sobre la Ría y la logística para conseguir la ubicación más cercana y favorable fue distinta.
Como esta vez los fans no se podían colocar libremente ante el escenario, una zona reservada para una serie de embarcaciones, la zona por la que pelear fueron los laterales de la Ría, reforzados con una doble valla para garantizar la seguridad. Y el que no llegó a tiempo, que fueron muchos, pudo seguir los conciertos desde toda la ribera hasta el puente del Ayuntamiento. Retumbaban los potentes altavoces.
A algunos no les importó esperar bajo el sol para conseguir el mejor sitio. Lidia, Martina, Itziar y Santiago, una familia de Portugalete, tenían claro que querían ver al líder de ETS con buenas vistas. Llegaron a la una de la tarde, cinco horas y pico antes de que Iñigo estrenara el sarao. De los primeros, comieron unos bocatas para aguantar bajo la tostadera. No fue tarea fácil. El termómetro más cercano a la zona llegó a marcar 37 grados, pero combatieron el calor con bebidas frescas y paciencia. A las cuatro ya había gente, pero el mayor ajetreo vino, sobre todo, justo antes de que arrancaran lo conciertos. Los más fanáticos, sobre todo los adolescentes, se agolparon en los laterales de la Ría en cuanto levantaron las vallas, en torno a las 17.10 horas. Para aliviar el calor hubo de todo: abanicos, ventiladores, sprays, pistolas de agua...
Colas kilométricas en bares
Sin embargo, no todos los asistentes tuvieron prisa por llegar los primeros. Los árboles del Arenal sirvieron de refugio para aquellas personas que preferían disfrutar de la música en un ambiente más relajado, a la sombra. Más de uno, incluso, compró sillas para hacer más amena la espera. Ayer, mientras algunos saltaban al ritmo de ETS o cantaban temas de Amaia junto a la Ría, otros permanecían tumbados en el césped con la mirada puesta en las pantallas y disfrutando de un sonido que salía del mismísimo Nervión. El ajetreo también se notó en los bares de alrededor, sobre todo en la zona del Muelle de Ripa. La cola en algunos establecimientos llegó a ser kilométrica para pedir o ir al baño. Al atardecer ya no cabía ni un alfiler en los márgenes de la Ría más cercanos al escenario, donde miles de personas estallaron en aplausos con Arde Bogotá. Fue la guinda del pastel de una jornada histórica.
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