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César Coca, Juan Mari Aburto, María Silvestre y Daniel Innerarity en un momento del coloquio, celebrado en el Espacio Correo de Gran Vía. ignacio pérez

«La autoridad ha perdido prestigio y hay una banalización de la libertad»

Una socióloga, un filósofo y el alcalde de Bilbao conversan en el ciclo 'Mundo futuro' sobre los valores de nuestra sociedad

Viernes, 1 de julio 2022, 23:36

Dice el filósofo Daniel Innerarity que, en determinado momento de la pandemia, tuvo la sensación de que la sociedad entera se convertía en un departamento universitario de su disciplina. A la vez que nos volvíamos expertos en virología y epidemiología, el covid tuvo el inesperado efecto secundario de empujarnos a pensar sobre nuestra sociedad: de pronto, discutíamos sobre la tensión entre libertad y autoridad, o entre individualismo y solidaridad, y nos preguntábamos una y mil veces si esta situación novedosa nos iba a volver mejores o peores personas. De eso, de valores, se ha hablado en la cuarta entrega de los encuentros 'Mundo futuro', el ciclo que organiza EL CORREO con el patrocinio de Iberdrola, Gobierno vasco, Ayuntamiento de Bilbao, Diputación Foral de Bizkaia y BBK.

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La mesa redonda -moderada por César Coca, adjunto a la dirección de EL CORREO- reunió al propio Innerarity, la socióloga María Silvestre (investigadora principal del Deustobarómetro) y el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, que reflexionaron juntos acerca de todos esos principios que marcan nuestro presente y nuestro porvenir. «Estamos en la sociedad de los individuos, que no tolera la imposición. En sociedades de tipo tradicional, uno nacía con el contexto incluido, con una especie de 'kit' para la vida correcta, pero hemos pasado de una identidad heredada a una identidad electiva, 'de bricolaje', que tiene que construir uno mismo. Es una conquista de emancipación del sujeto, pero genera algunos inconvenientes: era más cómodo que a uno le dijeran lo que había que hacer», planteó Innerarity como punto de partida.

El desafío está en conjugar esa individualidad insobornable con cuestiones como la solidaridad o la autoridad, cuya importancia se ha evidenciado en el transcurso de la pandemia. «El individualismo puede llevar a que la comunidad se haga cada vez más pequeña y la solidaridad se reduzca a 'los míos', sin el reconocimiento incondicional de los otros como seres que tienen la misma dignidad que yo. La individualidad no es mala, pero debemos ser capaces de atacar el individualismo que nos daña como sociedad», advirtió Aburto. Y Silvestre ahondó en el concepto de solidaridad: «Tiene una relación muy grande con la comunidad y el Estado de bienestar. La solidaridad está ahí y, cuando la necesitamos, emerge: lo hemos visto en el covid. Pero no es un pulso constantemente vivo». Tampoco funciona siempre de manera igualitaria: la socióloga explicó cómo, según el Deustobarómetro, la mayor parte de la sociedad considera que los refugiados ucranianos están siendo mejor tratados que otros desplazados debido a su condición 'cercana' de europeos. «En la solidaridad -apuntó Silvestre- hay elementos de pertenencia que funcionan de manera muy fuerte».

Sin alrededores

Y, sin embargo, el marco de esa solidaridad ya no puede ser solo nuestro entorno más inmediato, puesto que cuestiones como el cambio climático dejan muy claro que nuestras actuaciones afectan al conjunto de la humanidad presente y futura. «Las fronteras no limitan, ni para lo bueno ni para lo malo, y todo se contagia y se expande. Yo suelo decir que vivimos en un mundo sin alrededores. Un 'alrededor' era un sitio, en el espacio o el tiempo, donde depositar tranquilamente la basura: la echábamos al vecino o usábamos el futuro como basurero del presente. Pero no podemos disponer alegremente de un 'afuera' que pague nuestro desarrollo», analizó Innerarity, que solo ve posible la imprescindible transición ecológica si se dan dos factores «que no resultan muy sexis de defender», como son «cierto respeto a la autoridad y una cierta capacidad de renuncia, de autolimitación». El filósofo sostuvo que, una vez afianzada la construcción de nuestra autonomía personal, ha llegado la hora de trabajar nuestra interdependencia.

Pero ocurre que la idea misma de autoridad se ha vuelto problemática para muchos ciudadanos. Juan Mari Aburto no ocultó su preocupación «por lo que enseñamos desde casa en términos de autoridad», a la vez que recalcó que «el ordeno y mando no vale» frente a requisitos como la legitimación, el liderazgo y la participación. Por su parte, María Silvestre cerró el debate con una reflexión sobre la legitimación de la autoridad: «El valor de la autoridad ha ido perdiendo prestigio. Por ejemplo, se pierde la autoridad del maestro porque en casa se deslegitima una decisión que ha tomado. Mucha gente acaba siendo muy consciente de cuáles son sus derechos y mucho menos de cuáles son sus obligaciones, y eso supone cierto infantilismo. También ha habido una banalización del principio de libertad, y el riesgo es que, en un contexto de gran incertidumbre, termine calando el populismo. Pero yo no soy tan pesimista con el tema de la autoridad: de un día a otro nos encerraron en casa y la mayoría obedecimos. Aprobamos el examen y España fue uno de los países que más nota sacaron, igual que con las vacunas».

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