Ana Otadui, Elixabete Etxanobe y Kristina Mardaras encabezan la entrada a la cámara, junto a las dantzaris de Beti Jai Alai. Ignacio Pérez

En la Casa de Todas Juntas

Representantes de todas las tendencias políticas celebraron ayer en Gernika la novena Asamblea de Mujeres Electas, una jornada entre la celebración y lo reivindicativo para «demandar una igualdad efectiva»

Viernes, 7 de marzo 2025

Un día al año, la Casa de Juntas se convierte en algo así como la Casa de Todas Juntas. Ayer viernes, víspera del 8M, el ... Parlamento vizcaíno acogió, como de costumbre, la Asamblea de Mujeres Electas de Bizkaia, esa jornada en la que alcaldesas, concejalas, junteras, diputadas, congresistas, senadoras y europarlamentarias se reúnen más allá de las siglas y de esas diferencias que habitualmente las enfrentan: es un momento para celebrar lo que ha conseguido hasta ahora el feminismo y para reivindicar lo que todavía le queda por conseguir. «Nos reencontramos para demandar una igualdad efectiva en todos los ámbitos de la vida», dio la bienvenida la presidenta de las Juntas, Ana Otadui.

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Es una convocatoria repleta de fotos interesantes, muchas más que en una sesión de rutina. Todo el mundo luce, aparte de una sonrisa, el pañuelo conmemorativo de la edición correspondiente: en este caso, un colorista diseño de hojas de roble sobre fondo morado. Por allí andaban, con sus trajes tradicionales y con las cabezas rematadas por ingrávidos 'burukoak', las dantzaris del grupo Beti Jai Alai, que se encargaron de abrir la jornada con el aurresku femenino de Lekeitio. Pero, con todo, lo más impresionante era contemplar los escaños ocupados exclusivamente por mujeres, con los hombres relegados a la zona de invitados y, como símbolo del sesgo que ha dominado la historia, a los retratos de señores de Bizkaia que miran masculinamente –porque las señoras, que también las hubo, no están– desde las paredes. Eso sí, la presidenta ha destacado que en uno de los cuadros tienen un aliado: el 'Besamanos' de Francisco de Mendieta representa el territorio de Bizkaia a través de mujeres que lucen los atuendos de distintos pueblos. «Y eso, cuando apenas se nos tenía en cuenta: es arte político, foral y feminista», agradeció Otadui.

El desarrollo de la Asamblea de Mujeres se desarrolló según la fórmula habitual, asentada en las ocho ediciones anteriores. Tras el aurresku y la ancestral llamada del cuerno, Otadui pronunció un discurso que exhortaba a las mujeres a «tener un propósito y ambición para conseguir esa meta». A continuación, ediles de cinco municipios (Gordexola, Sopela, Ermua, Getxo y Güeñes) leyeron la declaración institucional de Eudel, para pasar después a la entrega de los premios, que en esta ocasión se concedían a mujeres «pioneras» en distintos campos. Ese reconocimiento, que permite comprobar de dónde venimos y adónde queremos ir, constituye el corazón del acto.

Tres momentos del acto. Ignacio Pérez

Un fallo en la ecuación

La primera fue Kristina Mardaras, que en 1966 impulsó la creación de las haurreskolak y en 1983 fue la primera mujer que salió a una plaza a cantar bertsos, algo en lo que siguió siendo la única durante mucho tiempo. Mardaras ha iniciado su intervención con un poema de Felipe Arrese Beitia: «Lo aprendí a los 11 años y desde entonces lo guardo en mi memoria. En cierta manera ha marcado mi vida. Su temor era que se iba a perder el euskera y hoy ese peligro subsiste», explicó . Y después entonó un bertso de su cosecha, en el que animaba a las mujeres a seguir trabajando «agarradas todas de la mano». Se llevó la gran ovación de la mañana. La siguió Marisa Barrena, profesora, activista del euskera y luchadora contra la brecha de género en internet y, muy concretamente, en Wikipedia. «En caso de ser algo, sería euskaltzale y feminista», se presentó, y, fiel a esos «dos pilares fundamentales», compartió que sueña «con una Euskal Herria euskaldun y paritaria».

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La tercera premiada fue Lorena Fernández, ingeniera informática y directora de comunicación digital de la Universidad de Deusto, que hizo una interesante reflexión sobre la «tubería que gotea» y que deja que «escape el talento femenino en ciencia y tecnología». Su intervención estuvo repleta de citas memorables: «No somos un fallo en la ecuación, somos la variable que cambia el resultado», por ejemplo. O esta: «No se trata de integrarnos en un modelo que excluye, sino de rediseñar las reglas del juego». Fernández criticó ese «superpoder de la invisibilidad» que la ciencia ha asignado tradicionalmente a las mujeres: «Nos han dicho que no podemos liderar sin parecer mandonas, que calladas estamos más guapas y que, si alzamos la voz, somos conflictivas».

En la misma línea se manifestó la siguiente homenajeada, la filóloga y periodista Miren Gutiérrez, una de las investigadoras más citadas de la Universidad de Deusto. «Nuestras voces son a menudo silenciadas o menospreciadas. Nuestras ideas son a veces atribuidas a otros. Se nos cita menos y tenemos más problemas para conseguir financiación. Enfrentamos más interrupciones y cuestionamientos en público. Sufrimos más ataques al trasladar nuestras investigaciones a las plataformas digitales», enumeró, además de alertar sobre la «nueva ola reaccionaria» que busca «invisibilizar y desactivar» a las mujeres.

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Permiso especial del txoko

La abogada Ana Urkijo invocó su experiencia en entornos «eminentemente masculinos», algo en lo que es toda una autoridad: fue la primera mujer en la junta directiva del Athletic y, cómo no, su primera presidenta. Evocó, por ejemplo, aquella vez que se celebraba una comida con los jugadores del Bilbao Athletic en un txoko de Sondika en el que no podían entrar mujeres. Ella ni se inmutó y, ya a los postres, le informaron de que habían conseguido «una autorización especial» del presidente de la sociedad. «¡Vaya peso me quitaron de encima!», ironizó. «Hubo un momento en el que decidí que no iba a pasarlo mal porque un hombre me dijera una inconveniencia, ¡que fuesen ellos los que se agobiasen!», concluyó. Y el sexto galardón recayó en ESAS, la Red de Mujeres Creadoras y Artistas, que aspira a dar un buen empujón a los referentes femeninos en la música clásica. Su directora de estrategia, Natalia Sánchez, se refirió a la suma de las voces de las mujeres desde el punto de vista de la física, la música y la reivindicación, todo a la vez: «Cuando una frecuencia coincide con la frecuencia de resonancia de una copa de cristal, esta se rompe. Y, si esta frecuencia es lo suficientemente intensa, es capaz de romper todo un techo de cristal».

Después vino la delicada interpretación de 'Gernikako Arbola' a cargo de la cantautora portugaluja Eva Martín, en la que no se oía ni una tos, y la foto de familia ante el roble: todas juntas, en su casa.

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