La cantera del Peñascal será pronto un robledal

Las obras públicas tienen cada día una mayor exigencia en cuanto a la reutilización de materiales y eso que llaman la economía circular. La vieja cantera del Peñascal será pronto un buen ejemplo. Las paredes verticales de piedra y el inmenso agujero que dejó su explotación han sido rellenados con piedra proveniente de la excavación de los túneles cercanos y, una vez finalizada esa tarea, se han replantado árboles en la nueva ladera. En unos años aquello será un robledal y una zona verde para visitar.

El diputado de Infraestructuras y Desarrollo Territorial, Imanol Pradales, acudió este martes a visitar el tramo Peñascal-Bolintxu, que es parte de la conexión de la Supersur y la AP-68. Las obras mantienen su fecha de conclusión prevista para 2023 tras una inversión de 178,4 millones. A finales de mes está previsto hacer el cale del último túnel. La recuperación de la cantera era una obligación marcada por la Diputación en los pliegos, junto con «la construcción de tres áreas de recreo con juegos infantiles y multideporte en la zona del Pagasarri», la creación de una depuradora y actuaciones de mejora forestal, retirada de apoyos eléctricos abandonados y la eliminación de flora invasora, especialmente el plumón. Esas actuaciones se financiaron con 1,5 millones de euros.

A nadie se les escapa que tienen algo de guiño a algunos colectivos porque el paso de la Supersur por Bolintxu ha sido muy polémico y ha tenido la oposición de numerosos colectivos ecologistas y de aficionados al monte. Aludió a ello Pradales. «Hemos sido escrupulosos en el respeto al medio ambiente. No hemos querido actuar en Bolintxu con maquinaria pesada y hemos atacado los túneles por las bocas».

Sin apenas vegetación, la cantera de Peñascal era un área muy degradada por la antigua actividad minera. Hace años se depositaron allí unos 2 millones de metros cúbicos de material sobrante que llegaba de las excavaciones de los túneles de Arraiz y de Larraskitu. Ahora se han sumado otros 527.000 metros cúbicos y se ha clausurado ese depósito de sobrantes para su restauración ambiental». Ese volumen transportado en estos años supone «unos 250.000 camiones vertiendo piedra». Hay puntos donde hay más de 100 metros de escombro en vertical. Encima, se ha echado una capa de 16.900 metros cúbicos de tierra vegetal -una parte proviene de la obra del parque tecnológico en la Margen Izquierda- y luego se ha sembrado con semillas que fueron recolectadas previamente en la misma zona. «En unos años tendremos para el disfrute de todos y muy cerca del centro de Bilbao, un gran bosque de roble de 58.500 metros cuadrados, una superficie como ocho veces San Mamés». Se ha plantado ya la mitad de los ejemplares, que tienen unas coloridas guías verdes para protegerlas del viento y los animales que hay por la zona.

En su visita, el diputado de Infraestructuras destacó que «aquí, en Arnotegi, desde el primer momento, hemos querido que fuera una construcción verde, sostenible. Más de lo que han sido históricamente. Es algo obligado por el Pacto Verde europeo y aquí estamos aplicando todos esos principios. La sostenibilidad, la economía circular, la eficiencia. Estamos devolviendo al monte lo que es del monte. A Bilbao lo que es de Bilbao. Y lo estamos haciendo reutilizando materiales, sin generar vertidos y potenciando la economía circular».