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Me cambio García por Gartzia: más de un centenar de bilbaínos euskaldunizan sus nombres y apellidos cada año

Registro Civil ·

Más de un centenar de bilbaínos euskalduniza sus nombres y apellidos cada año

Martes, 14 de junio 2022

Dolores, aunque lo digan Los Suaves en su imperecedera canción estrella, no se llamaba Lola. Dolores se llamaba Nekane. Al menos en su día a ... día, porque en su partida de nacimiento aparecía en castellano. La variación de nombres y apellidos a su equivalente en euskera forma parte de la rutina de los registros civiles. En la oficina de Bilbao, en la planta baja del Palacio de Justicia, atienden cada año a más de un centenar de personas que acuden a euskaldunizar su identidad, una práctica hoy en día ya minoritaria, pero que hace un cuarto de siglo «era continua».

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Lo cuenta la funcionaria más veterana, que desde 1989 ha manejado cientos de expedientes de este tipo en la capital vizcaína. Cambiar Ignacio por Iñaki o Miguel por Mikel fue posible a partir de 1977, cuando se legalizó la inscripción de los nombres en cualquiera de las lenguas del Estado.

Entre los trabajadores hubo en los primeros momentos cierta «incertidumbre» sobre cómo actuar, sobre todo con los nombres femeninos. La mayoría iban precedidos de un María, así que María Nieves, por ejemplo, debía inscribirse como Miren Edurne, su traducción literal, aunque si la solicitante no quería, generalmente no lo ponían.

Balance de 2022

Amaia por Amaya es uno de los 15 cambios de nombre de este año. Han variado 35 apellidos

El auge de la euskaldunización de apellidos tuvo que esperar más, hasta finales de los 90, ya que el proceso era más largo y complicado al tener que remitir la documentación al Ministerio de Justicia para que aprobara la modificación. Hoy en día, la vasconización tanto de nombres como de patronímicos es sencilla. «Hace unos días vino una Amaya que quería poner Amaia y se fue ya con el cambio hecho», ejemplifica.

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Las grafías aceptadas por los registros son las que marca Euskaltzaindia, que cuenta con un listado de más de 11.000 opciones sólo para los apellidos. Lo mismo se puede encontrar un Echevarría que se transforma en Etxebarria que un García que se convierte en Gartzia. «Muchos de estos no hay, pero siempre viene alguno a pedir ese cambio», afirma la trabajadora pública.

De ello da cuenta el Instituto Nacional de Estadística, que contabiliza 249 Gartzia en Bizkaia, frente a los más de 60.000 García. Munitz, Albaritz, Domingitz, Rodrigitz... son otras de las opciones que plantea la Real Academia de la Lengua Vasca, pero que no han calado entre los vizcaínos.

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Grafía de euskaltzaindia

Las 't' de Zenarrutzabeitia y Eguzkitza no convencen a los solicitantes, que piden eliminarlas

Otras de las variaciones que plantean los académicos tampoco se ajustan a lo que la gente espera. Cenarruzabeitia es Zenarrutzabeitia y Egusquiza, Eguzkitza. «La gente no quiere la 't', pero como oficialmente es así, hay que remitir el expediente al Ministerio justificando que por razones de uso puede ser sin esa letra y que en Justicia lo autoricen», señala la funcionaria.

Sin mirar el significado

Independientemente de que el trámite cueste más o menos, lo que echa para atrás a muchos vizcaínos es lo que les espera después. A algunos «no les compensa» modificar todos sus documentos, desde el DNI hasta los datos de la Seguridad Social, del banco... Lo mismo sucede con otro de los trámites que «parecía que iba a ser un 'boom'» y apenas tuvo incidencia: la inversión de apellidos. El año pasado, 82 bilbaínos alteraron el orden. En lo que va de 2022, 24.

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En lo que sí insiste esta empleada es en ir al Registro Civil con las ideas claras. La mayoría de quienes pasan por la oficina han consultado las grafías de Euskaltzaindia, saben qué tienen que hacer después... Pero no siempre es así. «Hace años vino una pareja a inscribir a su hijo, Aketza. Volvieron unos días más tarde a ver si lo podían cambiar porque se enteraron de que significa verraco. No recuerdo lo que pasó, pero cada vez que oigo un Aketza me acuerdo de ellos. Y pienso que no importa la traducción, que lo que te tiene que gustar es el nombre».

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