luis calabor
Sábado, 25 de febrero 2023, 12:26
Dos periodistas de EL CORREO pasan la noche en la discoteca de Bilbao obligada por la Ertzaintza a contratar seguridad privada, pese a que tiene un aforo inferior a 700, el límite fijado por la normativa para disponer de personal especializado.
El detector se pasa suavemente a escasa distancia de la ropa.
Una navaja de notable tamaño, varias tijeras, tres sacacorchos y hasta una multiherramienta de bicicleta. Los objetos requisados se guardan en un cajón.
Dos de los vigilantes, con el detector de metales portátil en primer término.
La mayoría de los clientes no ponen pegas a ser inspeccionados en la entrada de Brutal.
Los detectores son bastante fiables.
Los responsables de seguridad están intercomunicados mediante talkies.
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