En busca de los rótulos perdidos
Joyas al descubierto ·
La bilbaína Elena Guerra capta con su cámara de fotos letreros corpóreos y nostálgicos hechos a mano que reflejan el fin de una era comercial. Cada vez quedan menosLa bilbaína Elena Guerra suele presentarse como creativa publicitaria, creadora de contenido y consultora de comunicación, aunque empezó como diseñadora gráfica. De hecho, uno de ... sus grandes retos profesionales ha consistido en recuperar algunos rótulos comerciales que han marcado la vida de un Bilbao que conserva auténticas joyas a la vista de todo el mundo, pero que rara vez nos fijamos en ellos. Se trata, simplemente, de ir con los ojos bien abiertos. Es lo que hace Elena.
Con la máquina fotográfica al hombro, ha captado desde 2018 letreros clásicos de la villa que aún permanecen en pie, aunque cada vez son menos. Otras veces contacta directamente con propietarios de bares y comercios para intentar hacerse con piezas «únicas» e icónicas a las que en pocas ocasiones, salvo excepción, se les reconoce su valor patrimonial. Si hace falta, se las pone en el cabecero de su cama, pero no siempre lo consigue. Por eso elude concretar el nombre de locales de hostelería que bajaron la persiana para comprar algún letrero. No vaya a ser que se lo quiten de las manos.
Por razones obvias, a esta experta le fascinan establecimientos históricos como Arrese, la cafetería Bilbao 70, Electricidad Serantes, Sombreros Gorostiaga, Ultramarinos Amutio, en la calle Fernández del Campo, Droguería Mercería Loyse, Rhin, el restaurante Valparaíso, el Bar Basque de Astarloa, el Antomar de Ledesma y el Servicio Municipal de Baños de la calle Errekaoetxe, donde miles de paseantes entraban a aliviar sus necesidades. Muchos de estos negocios pasaron a mejor vida. Otros se mantienen en pie.
De los rótulos, mejor no hablar. Casi nadie se preocupó de ellos y fueron cayendo en el olvido. ¿Qué sería de calles como Astarloa sin el letrero de Cuchillería Inchaustegui o el de Delicatessen López Oleaga y la Gran Vía, que acogió la extinta cafetería Isla de Loto? Guerra empieza a enumerar y no acaba de nombrar los rótulos que exhibe la capital vizcaína.
A diferencia del «compromiso cultural» emprendido por ciudades como Madrid o Nueva York, que han conseguido rescatar muchos de estos letreros, en la capital vizcaína nunca ha existido demasiado interés en salvarlos, salvo cuando apareció en escena Elena Guerra. ¿De qué tipo de rótulos hablamos? «A ver, empecé con los corpóreos, de los años 60, 70 y 80. Cuando veo uno en peligro de extinción, allá que voy». Guerra pone especial atención, sobre todo, en las piezas de una tipografía especial o «corpóreas», de grandes dimensiones. «Busco poner en valor el patrimonio gráfico comercial», asiente. La experta insiste que habría que imitar el ejemplo de Madrid, que cuenta con asociaciones dedicadas al rescate de rótulos como Paco Graco. Nueva York «va más allá» y cuenta con un museo de estas características.



Para no acabar en el vertedero
«Son asociaciones que se dedican a preservar un patrimonio que habitualmente se desecha y suele acabar en el vertedero porque la gente desconoce su importancia». Frente a la «ignorancia generalizada», Guerra se entusiasmó hace poco cuando le confirmaron la conservación de uno de los rótulos más impactantes de la villa. «Me daba muchísima pena que hubiese desaparecido el de la cafetería Bilbao 70». Funcionaba en la calle Colón de Larreátegui, hoy reconvertida en la floristería Market. «Era un azulejo rojo con la letra supersetentera. La nieta de los dueños del local me dijo que ella lo guardaba. ¡Qué emoción! », aplaude.
La conservación de estos elementos no es fácil. Muchos corren peligro de extinción porque hay locales que se traspasan o se venden. «Los nuevos propietarios no les dan valor y desaparecen. Otras veces hay quien los lleva a un anticuario, una almoneda o un desembalaje, ¿no? Me da igual, el caso es que alguien se lo lleve, pero que no se acabe perdiendo».
Todo lo que sea por la defensa del patrimonio local. «Me interesa concienciar, porque hay que divulgar y sensibilizar e imitar el trabajo de entidades como la Asociación en Defensa del Patrimonio Gráfico. Me encantaría que en Bilbao se pudiera hacer algo parecido, pero se necesita un decidido apoyo financiero o institucional», plantea.

A Guerra le gusta salir, como suele decir, «de caza». En busca de joyas. Algunos rótulos los tiene más que memorizados. «En esos casos voy y los fotografío. Hay otros, en cambio, que no encuentro», reconoce. Le encantan los confeccionados con letras corpóreas, como los de la pastelería La Suiza. Le tiene «muy preocupada» el del viejo Garage -«con grafía francesa»- de San Mamés, que se derribará totalmente para levantar viviendas. «Tiene unas letras corpóreas preciosas y enormes. Ya que no se va a mantener el edificio principal, ojalá mantengan ese rótulo en algún sitio», explica en tono reivindicativo.
Guerra cree que el trabajo que publica en Instagram -@micasa encualquierparte- está sensibilizando a la ciudadanía. A través de su perfil cada vez recibe más fotos de gente que viaja «a cualquier sitio» y le envía imágenes de rótulos con frases del estilo 'me he acordado de ti y te mando este rótulo para tu colección'.
De hecho, confiesa agradecida, que «hace pocos meses me dieron un chivatazo porque en Sonor, la tienda de música que había en Alameda Urquijo, apareció un rótulo luminoso horroroso. Lo quitaron y aparecieron debajo las letras pintadas a mano de 'Talleres Indauchu'». Con la desaparición de tantos letreros, Guerra entiende que se asiste al final de una era, que ella intenta evitar, para salvaguardar el dulce sabor de la nostalgia.
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