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Boni, el hostelero bilbaíno al que la Policía le prohíbe vender cafés para llevar

La hostelería se revuelve contra la «rigurosidad» con que responde el Ayuntamiento a una situación «tan crítica»

Luis Gómez

Sábado, 7 de noviembre 2020, 14:20

Boni García, dueño del Café Lago del Casco Viejo de Bilbao, uno de los establecimientos hosteleros más populares de la capital vizcaína, se ha encontrado ... esta mañana con el primer inconveniente del cerrojazo impuesto por el Gobierno vasco a toda la hostelería y restauración de Euskadi para intentar detener la propagación del virus. Con todo el mes de noviembre por delante, la única posibilidad de obtener ingresos que les permite la ley es la entrega de comida a domicilio con cita previa. Y desde primera hora de esta mañana este conocido hostelero de la calle Correo ha dispuesto en el interior de su local de una mesa provista de abundantes productos: sándwiches, bollería de la buena, pintxos sabrosos, tortillas de patata...

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De paso, ha puesto a funcionar también la cafetera, porque los cafés con leche, cortados y descafeinados son de los mejores de la villa. Y aquí es donde han surgido las primeras chispas. Agentes de la Policía Municipal se han acercado a Boni, poco después del mediodía, para advertirle de la prohibición de servir cafés, aunque sean para llevar. Curiosamente, a muy pocos metros de su establecimiento trabaja un local de una conocida cadena de panaderías, que, entre otros artículos, se dedica también a la venta de cafés, que despacha sin ningún tipo de problema.

«Dar desayunos a los comerciantes»

Boni ha mostrado su contrariedad por este hecho. Se siente incomprendido, como otros colegas, y no entiende qué puede llevar al Ayuntamiento a actuar de una manera tan «rigurosa» contra unos profesionales que se encuentran con el agua al cuello y sobre los que pende la amenaza del cierre. Boni reconoce que el decreto recoge la prohibición de vender bebidas alcohólicas, algo que ni se plantea, y que sólo intentaba servir cafés y tazas de té, como había anunciado en su página web. Sobre todo, para atender a los numerosos comerciantes que trabajan en la zona, «muchos de ellos clientes habituales». Quería que pudiesen desayunar, como hacen todos los días. Se trata de comida sencilla para atender a la gente de nuestro alrededor. Muchos vienen a diario a tomar un pincho de tortilla y un café».

Boni lamenta que esta actividad se hace de forma «constante» en ciudades como Madrid y Barcelona. «También la están llevando a cabo los hosteleros de Logroño en estos tiempos de coronavirus. Vamos, que no he inventado el cohete que va a la Luna», explica enfadado. Espera que no se lo quiten las ganas, pero, «sinceramente», no lo ve nada claro. «El pincho y café sale a 3 euros, así que como para hacerse ricos. Casi lo haces sin afán de lucro», protesta. Boni asegura que lo más fácil para él hubiese sido mandar a toda la plantilla al ERTE. De los 10 que tiene en nómina, incluido él, tres están trabajando desde las 8 de la mañana hasta las cuatro de la tarde. «Con lo que sacas, casi ni te llega para sufragar los costes de apertura. No sé si ya voy a seguir. A ver quién gana. Lo más fácil para mí sería quedarme en casa, pero es una alternativa que podríamos utilizar todo el gremio para hacer rollete y una manera de crear ilusión en la calle».

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Boni cree que el Gobierno vasco, la Ertzaintza, el Ayuntamiento «o quién sea» debe intervenir para echarles una mano. «No me apetece ser el saco de las tortas», lamenta. Aunque lo peor de todo, es que la visita de los agentes ha obedecido a la denuncia trasladada, curiosamente, por otro hostelero. «No lo sé. Si fuese así, quizá es por envidia», desliza.

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