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La transformación de Bilbao da vértigo desde la Torre Iberdrola
Cientos de personas acuden a la jornada de puertas abiertas del emblemático rascacielos para contemplar el cambio de la villa desde el techo de Euskadi
XABIER GARMENDIA
Sábado, 15 de diciembre 2018
Lo primero que sorprende al visitante es la pasmosa rapidez del ascensor. Subir 24 pisos en poco más de medio minuto apenas da tiempo a ... entablar una de esas conversaciones banales sobre el tiempo o el panorama político. Cuando las puertas se abren, hasta el último tejado de Bilbao está a sus pies. Desde las alturas de la Torre Iberdrola, todo se contempla desde un punto de vista diferente. La mayoría de curiosos se concentra en localizar a lo lejos algunos de sus rincones favoritos de la villa, aunque alguno que otro también se queda embobado viendo cómo los más afortunados aprovechan al máximo la azotea de las casas más cercanas. «¡Mira qué jacuzzi!», señala la pequeña Naiara Castresana sobre el cristal.
Acompañada de sus padres, José Manuel y Marta, su hermana Haizea y su tía María Jesús, fue una de las más madrugadoras este sábado para asistir a la primera jornada de puertas abiertas del edificio más alto de Euskadi, una iniciativa gratuita que se repetirá este domingo y durante los próximos dos fines de semana. Las inscripciones se agotaron hace días e incluso se amplió el máximo de personas por cada turno para poder atender la fuerte demanda. «En ningún momento llegamos a pensar que la respuesta fuera a ser tan grande. Mucha gente se ha quedado sin poder venir», afirma Elena Lázaro, gerente de la Torre Iberdrola, quien vaticina que el evento se reeditará en el futuro ante el éxito de afluencia: «Habrá que ir pensando en cuándo hacerlo. De momento nos quedan otros cinco días para que vengan un total de 7.500 personas».
Lázaro se refiere a la torre como «un pueblo dentro de la ciudad». No en vano, unos 2.000 trabajadores de 41 empresas diferentes acuden a diario al edificio diseñado por el argentino César Pelli. Desde que se terminó su construcción hace ahora siete años, se ha convertido en un emblema de la capital vizcaína y un atractivo para los turistas. Es el caso de los mallorquines Ana Isabel Díez y Jesús Durán, quienes han aprovechado una visita a la familia para participar en la jornada de puertas abiertas. «Justo veníamos este fin de semana y nos enteramos de que se podía subir. ¡Mira qué casualidad tan bonita! Esto no le pasa a cualquiera», se congratulan.
Zorrozaurre desde arriba
La iniciativa es también una buena forma de contemplar la transformación urbanística que ha vivido Bilbao en los últimos años. Incluso se aprecian los cambios más recientes, como la apertura del canal de Deusto para que Zorrozaurre dejara de ser una península. «Es en lo que me estaba fijando ahora mismo. Hasta que no subes aquí no te acabas de creer que Bilbao ya tiene su propia isla. ¡Qué pasada!», exclama Begoña Cano, acompañada de María José Hernando. Ambas coinciden en que El Ensanche se aprecia de forma diferente desde un lugar alto pero cercano: «Puedes subir al Pagasarri y también ves todo, pero está mucho más lejos. El parque de Doña Casilda se ve como una manchita verde. En cambio, aquí lo observas todo con mucho detalle».
Algunos visitantes ya habían subido anteriormente a la torre, pero eso no impide que disfruten como la primera vez. Rosario Fernández y su hijo Ignacio Casado aprovecharon el año pasado la iniciativa 'Open House' que abre las puertas de numerosos edificios de Bilbao, aunque entonces tuvieron que hacer varias horas de cola. «Nos quedamos con ganas de más, así que aquí estamos de nuevo», relatan. La madre, algo nostálgica al recordar cómo era antes Abandoibarra, se acerca al cristal sin un resquicio de vértigo: «Si yo he subido mucho más alto en Estados Unidos. ¡Esto no es nada!».
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