«Aunque se anulen las recomendaciones, la gente todavía se pregunta muchas cosas»

La población ermuarra traslada desconfianza, pero en general parece que saldrá a la calle a celebrar los Carnavales, parte de cuya programación se había visto suspendida este jueves y viernes. «¡Que conste que hoy he ventilado la casa 5 minutos porque ya no era posible estar con la humedad que se había generado!», explicaba Candelaria Fernández al enterarse de que se había levantado la alerta. Ella y su hermana Rosa, que confesaba haber hecho vida normal, manteniendo eso sí, las ventanas cerradas «porque en según qué trabajos no puedes mantener las medidas de prevención», iban ya hacia casa con su hija y sobrina de 7 años, que sonreía. «Es que estaba deseando disfrazarse y ahora va a poder hacerlo», declaraban convencidas de salir con la niña el sábado y martes de Carnaval «aunque todo lo que nos han dicho hasta ahora sea contradictorio». «¿Cómo aciertas?», se preguntaban.

En cambio otras madres ya habían disfrazado a sus hijos e hijas «para salir el rato que estamos en la calle, para que por lo menos disfruten del disfraz», decían Vanesa Santos e Isabel Sánchez, mientras caminaban en familia.

Ambas mostraban sus dudas ante la nueva noticia, aunque tras un rato se animaban. «Pues me imagino que saldré, ya que los niños no han tenido gallo y hartza (actos infantiles de Carnaval) habrá que salir. Además hemos tenido que salir a la calle todos los días con los niños, ahora razón de más», apuntaba Vanesa. Isabel ya había hecho planes para irse fuera el fin de semana: «Ante lo que estaba pasando ya había decidido salir del pueblo».

Junto a ellas Ramón estaba mucho más tranquilo. «Yo he ventilado todos los días algo y en Carnavales teníamos ya hecho el plan con la cuadrilla y, me parece bien que el aire ya esté bien, porque íbamos a seguir el plan de todas formas», aclaraba.

El comerciante del Villa de Ermua, donde se adquieren entre otros productos elementos y disfraces de Carnaval, Aitor Rupérez, se mostraba contento con la noticia. «La gente compra a última hora y con la desconfianza que se había generado, sí que habían bajado las ventas. Espero que la gente se anime ahora».

La hostelera, Silvia Urrutia, del bar Torrekua, era consciente de los reparos de la gente: «Aún viendo el comunicado oficial, todavía la gente se pregunta muchas cosas. Espero que todo vaya volviendo a la normalidad». La terraza y el poteo se habían resentido.