«Los andaluces ayudamos a construir la nueva Euskadi»
Barakaldo, sede de 3 de los 13 centros regionales andaluces vascos, acoge los encuentros que ponen en valor la cultura andaluza y su aportación
Euskadi está tejida de acentos y procedencias, construida por miles de manos que dejaron de tocar lo que más querían para marcharse, con apenas una ... maleta, a empezar una nueva vida. Empujados la necesidad de una vida mejor, llegaron a ciudades extrañas en su más tierna juventud para ganarse el pan tirando de lomo en las obras, sudando sangre en las fábricas. No siempre fueron bien recibidos por la población local, que sintió amenazada su cultura.
«Los primeros que llegaron lo pasaron muy mal. Antiguamente te faltaban al respeto, te llamaban maqueto, paleto...» , relata Manuel Arroyo, el fundador del centro de Hijos de Jaén de Barakaldo. En municipios de Gipuzkoa, por ejemplo, funcionaban dos comunidades paralelas a finales de los sesenta: había bares para los vascos de origen y bares para el resto. Ahora ya no es así. Miles de andaluces prosperaron y convirtieron en su hogar los pueblos vascos. Hoy, el 23% de los residentes han nacido en otras comunidades o en el extranjero. Según el Eustat, hay 26.000 vascos nacidos en Andalucía, aunque los andaluces de segunda generación son muchos más. Y siguen llegando para trabajar, en esta ocasión, en puestos cualificados, como en Osakidetza.
El éxodo rural forjó municipios como Barakaldo, que llegó a ser el más próspero de España. El 35% de sus vecinos han nacido fuera de Euskadi, el 14% de ellos en el extranjero. Allí funcionan 3 de los 13 centros regionales andaluces que existen en Euskadi. Acoge hoy precisamente, el XXXV encuentro de estos centros regionales andaluces en Euskadi. La sede de la federación se sitúa en Portugalete, donde probablemente se celebre el encuentro el próximo año. El programa ha arrancado a las 11.00 horas con una misa rociera oficiada por Guzmán Martiny y cantada por el coro rociero Zambra del centro Hijos de Jaén de Barakaldo, a quien le ha tocado en esta ocasión organizar el encuentro.
Entre palmitas y olés, a lo largo de la jornada se han sucedido diversas actuaciones con la participación de grupos de danza como Erreka-Ortu y Malaka, así como la Compañía Flamenca Christina Pagés o el grupo Flamenco-Fusión con La Boterita. Se ha celebrado también una comida de hermandad. «Puedo llenar un periódico contando lo que pasamos los inmigrantes andaluces allí, y luego aquí», cuenta Manuel, que además compone bilbainadas. Llegó con cinco años de Jaén. Aquí sacó adelante a su familia después de la muerte de su padre, estudiando ingeniería por las noches y después música, ya casado. Trabajó, por ejemplo, en el grupo Andrómeda. «En 1955 en Barakaldo había muchos caseríos y estaban haciendo urbanizaciones, solo había 30.000 habitantes», recuerda. Los andaluces, opina, «hemos ayudado y colaborado a construir esta Euskadi nueva con nuestro trabajo, aportación al desarrollo social y económico».
«Andalucía nos sigue tirando»
La cita ha reunido a más de 600 personas. Sólo del centro Séneca de Vitoria han llegado más de cien en autobús. Aunque no todos procedentes de Andalucía y asentados en Vitoria, sino también extremeños -«somos primos hermanos»- o vascos enamorados de la cultura andaluza y el flamenco. Allí realizan actividades, desde bailar sevillanas hasta zumba o salsa. También cuentan con su propia comparsa de Carnaval. «De allí nunca sales antes de las dos de la mañana, siempre te lías a bailar o a hablar», relatan. Como todos los centros regionales, surgió en un contexto particular, en el que los socios buscaron el calor de su tierra lejos de sus municipios de origen. Eran «épocas muy complicadas, y aunque Euskadi nos recibió, no querían perder sus raíces y quisieron enseñar que no todo era pobreza y miseria, que también tenían una cultura y una riqueza para compartir», relata Manuela De Inés, zamorana socia del centro.
Un andaluz de Encinasola, en la frontera de Huelva y Badajoz, creó el centro de Lasarte en 1992. «Nos fuimos enganchando los andaluces de la zona. Cuando se pusieron de moda las sevillanas, entonces llegamos a tener hasta seis grupos de baile», relata Antonio Pedraza, que llegó con 18 años De Palma del Río, Córdoba, a vivir a Usurbil, y ahora tiene 76 años. La realidad de la comunidad andaluza en Euskadi es muy distinta, cuenta. «En Gipuzkoa somos muy pocos, hay más extremeños», relata. Pero salieron grupúsculos de baile hasta en Zumarraga.
Hace falta relevo generacional en los centros, aunque los grupos de cante o baile siempre son un imán infalible, porque hay a quien le sigue llenando el alma una rumbita aunque haya nacido en el centro de Bilbao. Johana Muñoz y Rebeca Romero, de 24 y 23 años, bailan sevillanas en el grupo Sol y Compás, que también actúa en otras fiestas, bares y residencias. Son hijas o nietas de andaluces nacidas en Barakaldo. Johana ha vivido años en Dos Hermanas, ya que su madre volvió a casarse allí con otro sevillano. «Andalucía nos sigue tirando, hemos ido todos los veranos cada vez que podíamos y es algo que no quiero perder nunca. El Sur es especial. Nos gusta el tiempo y la gente, son muy abiertos y alegres», explica Johana.
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