

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Hoy sería imposible construir la Alhóndiga, que es consecuencia de un momento histórico muy preciso, justo antes de la crisis financiera de 2008, de cuando ... el dinero público caía por aspersión y lo mismo servía para insertar valiosas esculturas monumentales en el centro de rotondas remotas que para levantar equipamientos fastuosos. La Alhóndiga es un poco como Angkor o Tikal, vestigios de civilizaciones extintas. Pero ahí está. En el centro de Bilbao. Además, es uno de esos edificios con vocación de determinar dónde está el centro. Como diciendo: el centro está donde estoy yo.
En fin, que la Alhóndiga es una joya. Hay cines, gimnasio, biblioteca, hostelería y asombrosas exposiciones de arte contemporáneo. Lo tiene todo para ser una especie de ágora, de punto de encuentro, de lugar vibrante y denso. Sin embargo, da la impresión de que todas esas energías discurren por ahí casi sin tocarse. No parece que se le esté sacando mucho jugo, ni que la cultura contemporánea tenga el protagonismo esencial que estaba llamado a tener en la concepción primigenia del espacio. Han pasado catorce años desde que se inauguró un sitio que, se dijo entonces, iba a canalizar la energía de la ciudad durante cientos de años, se le definió como un ser vivo y un mercado para intercambiar ideas. Aquella gente era exageradísima.
Ahora el Ayuntamiento ofrece a la Fundación La Caixa más de mil metros cuadrados en el cubo que apenas tiene uso para impulsar ahí un proyecto formativo innovador, de aspecto muy prometedor, orientado a adolescentes. Tumo, se llama.
La dimisión del director de Azkuna Zentroa, Fernando Pérez, por entender que se mina la dimensión cultural y artística del equipamiento, ha puesto sobre la mesa un debate interesante. Porque es cierto que siendo el espacio limitado, darle un uso le cierra la puerta a otro uso. Pero también lo es que ese espacio ni tenía un uso intensivo por el lado artístico, ni parece que haya jugado un papel vital a la hora de acercar a la ciudadanía a la Alhóndiga, habiendo tenido tiempo de sobra para hacerlo.
También podría analizarse si la reacción a esta situación de atonía consolidada debería ser buscar otro uso, como se ha hecho al tirar por la vertiente formativa, o mejorar la gestión artística y cultural para que cumpliese su papel de imán y elemento engrasante que haga fluir lo que pasa por ahí.
Antes de decidir enviar el proyecto de La Caixa a la Alhóndiga se habían barajado otras ubicaciones, tanto en Bilbao como en Getxo. Esto, bajo la premisa de repartir actividades por la ciudad y el territorio, y que no todo se vaya al centro de la capital, que es una apuesta segura para cualquier implantación; pero también es un modo de reforzar la preeminencia de ese centro sobre unos barrios que languidecen. Aunque también puede ser que lo que haga falta sea un centro fuerte que haga de locomotora.
Luego está la cuestión de cómo se relaciona todo esto, es decir, cómo encaja Tumo, con el resto de iniciativas de parecido aroma que existen en la ciudad. Por ejemplo, con Zorrozaurre, donde hay centros formativos vinculados al diseño y las nuevas tecnologías. O con la torre BAT, que está encima del Primark, con un ecosistema también joven y digital. O con lo que se quiere hacer en Abando, sea lo que sea y sea cuando sea. O con la ambición de convertir a Bilbao en ciudad universitaria.
Se supone que en algún sitio debe haber una estrategia de ciudad que sirva de brújula para tomar este tipo de decisiones.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias recomendadas
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.