Y Alaia enseñó a su hermanito Aimar en el colegio
La familia se reunió al completo a primera hora de la tarde en Durango. La pequeña les tenía preparada una sorpresa: había pintado un dibujo de los cuatro
Pedro y Laura recordarán siempre el abrazo que les dio su hija Alaia al salir ayer a la tarde de clase. Echaba muchísimo de menos ... a su madre. Llevaba sin verla desde el martes y la espera se le hizo eterna. Pero a quien realmente tenía curiosidad por ver esta pequeña de tres años era a Aimar, su hermano recién nacido. Después de tantos meses viéndole crecer en la tripa de su madre quería conocer su cara, abrazarlo y presentarlo a sus amigos de clase. La familia estaba completa.
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Volver a recoger a su hija mayor al colegio fue un pequeño gran paso en el regreso a la normalidad de estos padres. Allí les esperaban los aitas y amas de otros compañeros para darles la enhorabuena y mostrarles su cariño. Los abrazos se sucedían.
Alaia tenía una sorpresa para Pedro y Laura. Había pintado un dibujo de toda la familia, con Aimar en el medio. «A mí me ha hecho más pequeño porque en casa me llama mosquito o polilla», comentaba con una sonrisa su padre mientras lo enseñaba.
«No he dormido. Después de lo que ha pasado es como si tuviera que vigilar al bebé todo el rato», reconoce la madre
Con la vuelta a casa también ha llegado el momento del «bajón» anímico después de cuatro días de emociones muy intensas. Primero por el parto y la llegada al mundo del bebé y después por su secuestro. Ayer, una vez en su hogar, Laura lloró por todo lo que había vivido. Eran las primeras lágrimas que soltaba desde que raptaron a su hijo. Durante las casi doce horas que estuvo sin él se mantuvo firme. Y cuando se lo devolvieron no se despegó de él. Ni durmió. No podía. «Después de lo que pasó es como si tuviera que vigilarlo todo el rato», reconocía.
A Pedro también se le hizo raro el regreso después de un estrés emocional tan intenso. Lo notó al cocinar. Al volver a hacer estas pequeñas cosas de la vida. Antes se había llevado otra alegría. Para los próximos días tienen pendiente conocer a Alicia López. La secuestradora dejó al bebé en el felpudo de la casa de esta mujer. En cuanto Alicia lo vio supo que era el niño raptado, llamó al 112 y se hizo cargo del pequeño hasta la llegada de la Ertzaintza y una ambulancia. «Para nosotros es ya de la familia».
La empatía que han despertado en la sociedad vizcaína es enorme por la angustia, la impotencia y el terror que vivieron durante aquellas horas que estuvo secuestrado su hijo recién nacido por una mujer que se hizo pasar por sanitaria. Por una bruja propia de una pesadilla. La bruja que se llevó a Aimar.
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