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En Salduero encontraron vacas heridas que acabaron muriendo.

La Diputación contabiliza 35 ataques del lobo desde enero

Ganaderos de Carranza sufrieron la pasada semana la última incursión de este depredador, que se saldó con dos vacas muertas

SERGIO LLAMAS

Domingo, 31 de julio 2016, 01:35

Tras las polémicas batidas de comienzos de año, aparentemente el lobo ha desaparecido de los debates y la agenda política, pero no de la vida de los ganaderos en Carranza. La pasada semana unos propietarios de reses denunciaron nuevos ataques en la zona de Salduero, en el entorno de los montes de Ordunte. «La gente suponía que se había acabado el problema, pero aquí sabemos que no. Hay animales que no aparecen, y durante toda la primavera nos han faltado potros y novillas», detalla un afectado, Andrés Javier Monduate. El día 21 su padre se encontró dos vacas mordidas en el cuello y en la zona de las nalgas. «Hemos intentado curarlas pero al final han muerto», añade.

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No es un caso aislado. Así lo reconocen en la Diputación. «Después de las batidas se han seguido denunciando ataques. En lo que va de año se han registrado 35 de manera regular hasta este mes de julio la mayoría en Carranza (33) y el resto en Arcentales (2). De estos, 23 se han producido después de la batida en enero», explican los responsables forales. La mayoría de animales muertos son ganado ovino y caprino. Así, se contabilizan 34 ovejas muertas o desaparecidas, frente a ocho vacas, terneros y novillas. También han muerto tres potros, dos de ellos en un mismo ataque ocurrido en Arcentales.

En el Departamento de Medio Ambiente advierten que todavía se estudian nuevas medidas que garanticen la convivencia entre el lobo y los ganaderos. «Se siguen manteniendo reuniones y se estudian las alternativas para tratar de minimizar los daños. Lo que no podemos saber es cuántos ejemplares hay, porque son poblaciones que se mueven constantemente entre Cantabria, Burgos y Bizkaia. Algunos cambian de manada o huyen cuando hay batidas o si se produce algún incendio, y luego aparecen en otra zona», justifican.

De su presencia en Carranza están convencidos los ganaderos. «Que sepamos, por lo menos hay dos lobos que siguen por aquí. Se les ha visto más de una vez esta primavera. En abril les vieron cruzando una carretera», afirma Monduate. A él este año le han faltado varios becerros, y está convencido de que detrás de sus desapariciones se encuentra este depredador. «Se te puede morir uno, pero no siete u ocho», defiende el hombre, que ha decidido poner a la venta varios animales. «No queda otra. Nos quedamos sin ninguno».

Grupos ecologistas

El problema no es nuevo. Entre 2002 y 2011 ya se efectuaron 66 batidas de lobos, en las que se mataron cuatro ejemplares, y en 2010 otro murió atropellado. En enero de este año el asunto saltó a la palestra cuando la Diputación autorizó dos batidas en un fin de semana en las que se mataron cuatro ejemplares. El Grupo Lobo Euskadi, con el apoyo de 26 asociaciones ecologistas y decenas de miles de firmas reclamando que se incluya a estos animales dentro del catálogo vasco de especies amenazadas, denunció que no se hubiera puesto ningún cupo a las capturas.

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Las batidas, las primeras que se autorizaban desde 2014 cuando se capturó a un macho en Carranza, se produjeron después de que la Diputación modificara el protocolo de actuación tras los ataques. La nueva normativa permite a los ganaderos solicitar directamente esta medida, siempre que se confirme que la autoría corresponde al lobo, sin necesidad de recurrir primero al Consistorio. El alcalde de Carranza, Raúl Palacio, reconoce que no tenía constancia de los últimos ataques al ganado debido, precisamente, a este cambio. «Dejaron al Ayuntamiento fuera de este asunto», advierte.

Tampoco en el sindicato agrario ENHE estaban al corriente de todas las incursiones. «Muchos ganaderos ya están aburridos de este tema y muchas veces ni siquiera lo comentan. Seguramente maten tanto como siempre, pero la gente está cansada de denunciarlo», plantea su representante, Gloria Dehesa.

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En la Diputación, sin embargo, tienen la sensación contraria. Sospechan que ahora les informan de más casos que antes, porque con los cambios realizados la norma de ayudas habría demostrado ser más efectiva. «Los ganaderos se ven más apoyados y denuncian más», reivindican.

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