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Los carteles que pugnan por promocionar este año el Carnaval de Bilbao.

El calendario del Mundodisco

Parece que alguien ha pulsado el botón de acelerar la realidad: no se han ido los Reyes y ya está aquí el carnaval

Pablo Martínez Zarracina

Lunes, 12 de enero 2015, 01:08

No hemos acabado de digerir el roscón de Reyes, apenas hemos tenido tiempo de estrenar todos los regalos, y ya se nos convoca para escoger el cartel del carnaval. El Ayuntamiento presentó el otro día las seis obras finalistas. Y a partir de hoy se puede votar al ganador. "Elige el cartel de los Carnavales de Bilbao 2015", nos dicen. Y el problema no es solo la inmediatez del carnaval. Tampoco el diseño (¡madre mía!) de los carteles. El verdadero problema es que yo al menos ni siquiera he podido hacerme a la idea de que estoy realmente en 2015.

Pero, bueno, si hay que elegir el cartel del carnaval, se elige. Faltaría más. Aunque, mientras lo hago, no puedo dejar de pensar en que es como si el tiempo fuese de pronto más deprisa. O como si cupiesen de repente más sucesos en un mismo periodo del tiempo. El caso es que llega el carnaval y me doy cuenta de que se me ha pasado muy rápido la Navidad. Cuando lo pienso un poco, entiendo que en realidad no he superado ejemplarmente la Navidad, sino más bien que tengo el biorritmo atascado en el verano. El maldito biorritmo, en fin, hundido entre las camisetas, las bermudas y las gafas de sol.

En serio que yo hace nada estaba escribiendo artículos sobre el Mundial mientras planeaba las vacaciones. No quiero decir que planease las vacaciones justo en el momento en que escribía los artículos. Eso solo lo hice un par de veces. Quiero decir que qué diablos está pasando aquí. Vivimos instalados simultáneamente en la alerta y en la fugacidad. Nuestro hábitat natural es el acontecimiento. El calendario se ha convertido en una concatenación de acontecimientos. Y al mismo tiempo la eternidad son apenas diez minutos. Todo es fundamental y velocísimo. Un ejemplo, qué sé yo: ¿Cuándo se marchó exactamente Rubalcaba? ¿Y cómo puede ser que Pedro Sánchez sea ya un político como de la Restauración, alguien de quien no sabemos gran cosa, pero no por su novedad, sino por su repentina vetustez?

El caso es que uno de los carteles de carnaval muestra al perro Puppy con mostacho y otro presenta un tucán vestido con chaqueta roja que sostiene un micrófono. Hay también un cartel que hace pensar en el cadáver en descomposición de un Mr.Potato vagamente hawaiano. Es difícil elegir, qué duda cabe. Por otra parte, ¿es cosa mía o los carteles se parecen mucho a los de todos los años? Esa es otra de las características de lo que pasa: todo va muy rápido para desembocar en un estallido de humo similar. Es como un truco de magia que saliese mal una y otra vez pero produjese entre los espectadores un raro efecto amnésico.

Resumiendo: llega el carnaval cuando acabamos de terminar la Navidad y apenas hemos comenzado las rebajas. La conclusión tal vez sea que a comienzos de enero ya tenemos aquí la Semana Santa. Luego viene el verano y estaremos de nuevo en Navidad. Si nos hubiésemos quedado muy quietos en Nochevieja, con la copa de champán levantada, al rato yo creo que podríamos haber brindado por el 2016. Pero eso no sería contemporáneo. No hay tiempo que perder, aunque sea precisamente el tiempo lo que terminará por perdernos. Tengo frente a mí un cartel que se titula 'Carnaval Splash'. Y hay otro que se llama 'Con bigotes y a lo loco'. Incluso hay un tercero que tiene por nombre 'Sardina, voy a por ti'. Vivimos, como se ve, una época generosa en maravillas. Pero yo a veces añoro el Mundodisco. Por la sensatez y el estilo de vida pausado, sobre todo.

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