170 pasajeros de Bilbao pasan una noche «abandonados» en el aeropuerto de Fuerteventura
El avión en el que debían regresar falló tres veces en el despegue: «Nos dieron una manta, un vale de 6 euros para refrescos y nos amenazaron con echarnos de la terminal»
Los 170 pasajeros del vuelo VY3285, que debía volar la tarde de ayer sábado entre Fuerteventura y Bilbao, han acabado por vivir una «auténtica pesadilla, ... abandonados», durante trece horas en la terminal de Puerto del Rosario, capital de la isla canaria. El comandante de la nave decidió suspender el vuelo después de que el avión fallara en el despegue hasta en tres ocasiones consecutivas. Niños, bebés, personas mayores, enfermos crónicos en algún caso, fueron obligados a pasar la noche entera en las instalaciones aeroportuarias con una manta y seis euros para refrescos. El colmo de tan lamentable situación llegó sobre la una de la madrugada, cuando el director del aeropuerto amenazó con mandarles a la Guardia Civil para que abandonaran las instalaciones.
Lo que para todos ellos iban a ser unas vacaciones de ensueño al final del verano acabó convirtiéndose en una auténtica pesadilla, según ha relatado Neskutz Martínez, uno de los pasajeros, que ha hablado con EL CORREO en nombre del pasaje. El avión de Vueling en el que volvían de regreso a Loiu tenía programada su salida para las 7 de la tarde de ayer sábado.
El aparato recorrió la pista de despegue por completo y finalmente se detuvo. Al parecer, según explicó el piloto, se había producido una avería. Pidió disculpas al pasaje y volvió a intentarlo. Pero el segundo intento de despegue también resultó fallido. Al tercer fracaso, el responsable de la nave optó por disculparse ante los pasajeros y anunciarles que «desembarcábamos porque el avión no estaba en condiciones de volar».
Una vale de cafetería y una manta
Fue sólo el comienzo. Según cuentan los pasajeros, Vueling les pidió «paciencia» y se comprometió a buscarles alojamiento a todos ellos para pasar la noche. Pero las conversaciones con los hoteles resultaron, por lo visto, infructuosas y la compañía sólo logró tres camas. «Todo lo que nos ofrecieron fue quedarnos en el aeropuerto y un vale de seis euros para tomar un refresco en alguna cafetería».
Algunos pasajeros intentaron recuperar el equipaje porque necesitaban algunas pertenencias, pero fue inútil. Entre el pasaje había de todo: familias con niños, incluso algún bebé de meses, parejas jovenes, personas mayores, también enfermos crónicos. Uno de ellos pidió que le entregasen la maleta porque padecía una enfermedad crónica y debía tomar una medicación. «Se la negaron», cuenta Neskutz Martínez. «Menos mal que entre nosotros había un médico que se ofreció a firmarle una receta y acompañarla a una farmacia cercana.
«¡Voy a llamar a la Guardia Civil!»
Lo peor, sin embargo, estaba por llegar. Pasada la una de la madrugada, el director de la terminal anunció a los pasajeros del avión con destino Bilbao que, por normativa, debían abandonar el aeropuerto. Si no lo hacían, les advirtió, llamaría a la Guardia Civil para que los desalojara. «Decidimos que nos quedábamos. ¿A dónde íbamos de noche con críos y personas mayores?». No hizo falta recurrir a las fuerzas de seguridad. El directivo finalmente accedió a permitirles cobijarse en la terminal y se repartieron mantas para facilitar el sueño del pasaje.
«Casi nadie durmió». Tirados por el suelo, sobre las butacas de la terminal, en las instalaciones de las cafeterías, cada uno se acomodó donde pudo a pasar la noche lo mejor posible hasta que fueron embarcados en un nuevo avión que ha partido este domingo a las ocho de la mañana. En total, trece horas «de pesadilla». A su llegada a Loiu, los pasajeros han intentado presentar reclamaciones en las oficinas de Vueling de Bilbao, «pero todo han sido pegas. Que si allí no se hace, que si lo hagamos por internet». «Lo hemos pasado fatal, sientes una impotencia terrible viendo que todo va a peor y nadie ayuda a nada», se lamenta Neskutz Martínez. «¡Pero si había bebés de biberón y nadie se ha preocupado!», se queja.
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