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PANKRA NIETO

Bilbao Basket 75 - Unicaja 91

El Unicaja ilumina el cielo sobre Miribilla

Su capacidad triplista tras un inicio sin tino crucifica a un RETAbet desgobernado por momentos y con exceso de pérdidas

Lunes, 28 de diciembre 2020

Una crónica que podía sonar a fábula. A identidades cambiadas, visitantes que chirrían y un cielo iluminado que anticipa un final nada feliz. Llegaba el Unicaja a Bilbao con el culo muy prieto tras su ridícula segunda parte ante el Fuenlabrada que le costó una derrota que encarece su anhelo copero. Lo que no hicieron los de Luis Casimiro en su Martín Carpena lo postularon esta vez en Miribilla para desesperación de unos hombres de negro que colaboraron lo suyo para dar una alegría a los de Los Guindos. El peaje es que vuelven a unirse al Betis en el peligroso ejercicio de mantener el equilibrio sobre una cuerda que se destensa por momentos. Por buscarle un alivio simbólico a la situación, los sevillanos llevan un partido más jugado que el RETAbet.

Pero nos disponíamos a fabular. Por ejemplo con el jugador que quería ser base y las circunstancias hacían bueno su deseo. Un pero, no es organizador, playmaker, guía. Puede tener mil virtudes Jaylon Brown y hay que agradecerle que Mumbrú tire de él para aligerar la pesada carga de Rousselle en el que fue tercer encuentro seguido que se pierde Ludde Hakanson. No es que el rendimiento del sueco haya animado a tirar cohetes. De hecho hasta podría entrar en el debate sobre su posición natural, pero al menos sigue una pauta que al escolta de Indiana se le atraganta en cuanto los rivales le someten a una marca especial, con ración doble de efectivos. Es un déficit que pesa sobre una losa.

Como la actitud de un jugador aún más ajeno al rol que la anatomía le ha llevado a desempeñar. Huskic es el pívot que no quería serlo. Un poste obcecado en el pase, incapaz de generar ventajas del gran trabajo de sus compañeros para liderarle o cambiarle marca. Recibe solo en el poste medio y en vez de mutar en un estilete atacando el aro tira de freno de mano, de amagos, fintas y búsqueda visual de un compañero mejor ubicado que él. Y no existe en la mayoría de ocasiones. Una cosa es salivar con un poste que sabe distribuir juego y otra desesperarse cuando delega sus funciones. Porque tampoco se parte el pecho en busca de un rebote como otros.

Toca hablar de nombres propios, claro, porque cuando hay teclas que desafinan la partitura no se resuelve con una ejecución correcta. Lo de la brillantez, si eso, lo aparcamos. Ante Unicaja no falló el colectivo, sino sus piezas. Puede parecer una contradicción pero no lo es. Sólo hubo dos jugadores, Jenkins y Miniotas, que no incurrieron en pérdidas. Vale, tampoco Kljajic, pero el montenegrino sólo jugó 23 segundos. Las 18 posesiones autoeliminadas llegaron, además, en momentos que los cajistas trufaron de eficacia.

El primer cuarto mostró a dos equipos con mucho ritmo e imprecisiones. Dos Anjos anotaba los cinco puntos iniciales del RETAbet, que llegaron a ser 9 de 14. Su dominio en la pintura contrastaba con las manos blandas de Miniotas para fallar dos bandejas que se daban por servidas. Por el camino, Unicaja teatralizaba cada contacto. Punible el 'flopping' constante de Francis Alonso, superior al de Jaime Fernández y de idéntico rango que el que siempre ofrece Brizuela. Cada inicio de sistema bilbaíno nacía con empujones de ambos, a Brown y Jenkins en la mayoría de emparejamientos. Nada. Casi no había jugada en la que uno de ellos no saliera trastabillado sobreactuando o incluso acabando en el suelo. Patético modus operandi de jugadores con una clase que no necesitaba de esas trampas, que lo son.

Los de Luis Casimiro consumieron el primer cuarto sin sacar partido a su gran amenaza exterior. 1 de 8 en triples. Lo peor, porque no se pudo remediar, es que se sabía que la pobreza del dato no iba a alterar esa dinámica de buscar tiros desde la línea mágica. En el segundo acto Abromaitis abrió la veda coincidiendo con un descontrol total en ataque de los hombre de negro, desgobernados cuando Rousselle estaba en el banco. Huskic seguía ofreciendo sus peores decisiones y Mumbrú activó a Aminu. Coincidió con ese tramo de negación que derivó en un castigo ya severo en el luminoso.

Ceder 14 puntos al descanso ante un equipo que había recuperado el pulso triplista (4 de 7), a gusto con las reglas del juego, y con una calidad indiscutible, conminaba al Bilbao Basket ha reaccionar y cambiar muchas cosas, quizá demasiadas, para intentar volver al partido. Al menos lo intentó y por unos momentos pareció que reverdecía alguno de los precedentes guardados en su manual de actuación en tiempos difíciles.

Un triple de Jenkins -muy atado para el tiro con la marca de Brizuela y cuando se emparejó con Waczynski- inició lo que llegó a sonar a traca. Parcial de 7-0 proyectado a 12-3. Miniotas se apuntaba al triple y la defensa y poder reboteador acercaba a cinco puntos a un RETAbet que igual que creció, menguó. Un festival de pérdidas absurdas le condujo de nuevo a circular con vuelta perdida. Adiós al rebufo, y al partido.

Cómodo en la gestión de su renta, Unicaja sólo permitió una cercanía a ocho puntos (66-74), con Kulboka como único hombre de negro inspirado. Pero su tremendo potencial exterior -12 de 24 tras aquel olvidado 1 de 8- devolvió a la franquicia de Miribilla a la sala de urgencias.

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