Bilbao Basket 83-79 Real Madrid

Negro sobre blanco en el país de las Miribillas

El equipo aceptó el cuerpo a cuerpo desde el salto inicial, el intercambio de metralla, valiente y contestón, pero se olvidó de bajar el culo y defender. Y sin defensa ante un gigante como el Madrid ni hay paraíso ni hay esperanza. Tardaron unos minutos los de negro en aplicarse en las labores de persecución, en disfrazarse de dobermans, y cuando lo hicieron empezaron a beber la sangre 'merengue'. El rebote ofensivo de los visitantes hacía daño, pero los muchachos de Ponsarnau mordían como una manada de lobos, lo que quieren ser. Del 11-15 se pasó al 19-15 gracias a un parcial de 8-0 liderado por Kullamae, De Ridder y Hlinason. Nunca más volvió a ponerse por delante el conjunto de Chus Mateo. El estonio veía el aro del tamaño de una piscina y no paraba de darse chapuzones en el primer cuarto, en el que sus ocho puntos sirvieron para cerrarlo cuatro arriba (22-18).

Y eso que el arbitraje era bastante deficiente, digamos desacertado, con decisiones que inclinaban la cancha hacia los blancos. La mala noticia eran las dos faltas personales que vio Ali en los primeros dos minutos, que fueron tres mediado el segundo período. Una serie de 8-2 propulsó a los vizcaínos hasta un más diez (30-20). Trabajaban como estajanovistas para repeler el fuego madridista. Lo lograron con casi todos menos con Mario Hezonja, un tipo que dispara con artillería pesada (18 puntos).

El de Dubrovnik clavó cuatro triples de ocho intentos en una primera parte controlada por los hombres de negro. El tema de los rebotes se igualó –empate a nueve–, Hlinason y Marvin Jones (11 puntos, 5 capturas y 19 de valoración) se empleaban a fondo en la pintura y Pantzar dirigía con pajarita y batuta. El sueco es un tesoro al que conviene frotar cada poco para que no pierda brillo. Apareció Zoran Dragic con cinco tiros libres convertidos y mandó al equipo al descanso 12 arriba, la máxima ventaja local (46-34). Quedaban 20 minutos largos de pico y pala en la mina.

Aguantar hasta el final

Una mina que demanda trabajar a destajo, sin descanso, en tres turnos de ocho horas. Si se deja de hacerlo solo un momento, uno corre el riesgo de ser sepultado. El Bilbao Basket regresó a la cancha aún más afilado, tanto que un triple de Kullamae puso a los de Ponsarnau 15 arriba (56-41).

Música celestial en Miribilla, con más de 9.500 fieles en las gradas, que de repente dejaron de ver a los ángeles y pasaron a contemplar a un diablo vestido de jugador. Gabriel Deck salió de la nada para tirar del Madrid y meter al Surne en un mar de problemas. Enigma irresoluble, olor a azufre, 13 puntos en el tercer cuarto para echarse a los suyos a la espalda y fabricar un parcial demoledor de 4-18. De aquel 56-41 se pasó al 60-59, resultado con el que se entró en los últimos diez minutos. El infierno estaba con los suyos, enteros pese a la cornada recibida y puestos de pie; polvorientos, pero de pie.

De Ridder llamó a la resistencia. Dos canastas del belga dieron aire al Surne nada más abrirse el período decisivo. Dragic apareció de la nada con un triple y lo celebró como si le fuera la vida en ello. Trabajaban los hombres de negro con baloncesto y sudor, mezcla ganadora, y un alley-oop entre Kullamae y Marvin Jones dio un más seis a los locales, diferencia que mantuvo el propio estonio con una canasta de dos a falta de 1'49 para el final (78-72). Pero de nuevo Deck clavó un triple y dejó una bandeja para poner a los madridistas a uno (78-77). Entonces se hicieron enormes Marvin Jones y De Ridder. Los hombres de negro supieron interpretar el drama y llevarse un triunfo justo. La última ventaja visitante fue el 14-15 del primero cuarto. Desde entonces, y durante 33 minutos y 23 segundos, no pararon de mandar los lobos. Negro sobre blanco en el país de las Miribillas. Lo más parecido a un milagro.