«Siempre estaré agradecido a Vitoria y al Baskonia»

«Llegué a Vitoria cuando no había Internet, redes sociales ni casi autovías», rememora el asistente del entrenador catalán en Miribilla. «Mi padre y mi madre se sentaron conmigo para hablar de si hacía o no la prueba en Vitoria. Decidimos que sí y, a partir de entonces, mi vida cambió. Pasé de un pueblo a una ciudad, jugué tres temporadas en las categorías inferiores del Baskonia y luego fui dos años a Estados Unidos». Durante su estancia prejuvenil en la capital alavesa vivió (calle Argentina), entre otros, con Calderón y Garbajosa, autores de sendos carrerones a uno y otro lado del Atlántico. «Muy pocos pueden decir lo mismo», se le intuye la sonrisa de satisfacción a través del móvil.

Una campaña profesional duró el intenso vínculo de Rodríguez con la entidad alavesa. Un ejercicio convulso con relevo técnico incluido (Julio Lamas en lugar de Salva Maldonado) en el seno de un plantillón. «Aquel era un pedazo de equipo humano y profesional en el que jugué bastante con Salva como suplente de Bennett y menos con Julio, pero una temporada en la que se cambia de entrenador no suele ser fácil». Después de aquella experiencia en un bloque con apellidos de la canasta tan sonoros como 'Benito', Corchiani, Espil, Esteller, Foirest, Nocioni, Garbajosa y Oberto, a Javi le llegó la emancipación de la casa azulgrana.

El protagonista de esta historia cambió a menudo de destinos en otros trece años como profesional, pero su currículo alude a tres anclas geográficas donde repitió experiencias: Gijón, Lugo y Manresa, lugar en el que hubo de agitar el pañuelo del 'adeu' por una severa lesión de rodilla. «Necesitaba sentirme a gusto, querido, reconocido. De ahí que me gustase repetir en sitios de buenos recuerdos. Mi mejor campaña fue en el Breogán, donde llegué a ser internacional absoluto con España». Retirada forzosa en el epicentro del Bagès y, luego, máximo responsable de un banquillo por la hermosa puerta de Oviedo.

Y hoy regresa al sitio donde todo, desde la vertiente profesional del baloncesto, empezó para él. Dos bases (Salgado y el natural de Porriño) escoltando al alero Mumbrú al frente del mayor representante vizcaíno de la canasta. Aquel Bilbao finalista liguero ha sudado tinta para mantener el proyecto erguido. «Ahora está pagando el club la época dorada y de bonanza económica. Estamos en el proceso de sanearlo desde el punto de vista económico y de salvar la categoría, a la vez, ambiciosos y realistas. Tenemos un buen equipo que perdió un poco la confianza, pero que ahora está bien anímicamente y por juego. A base de un trabajo duro se va recuperando la alegría y veo al grupo más sólido que hace unas semanas».

Resulta hasta natural pensar que se mira el derbi con el colmillo más afilado en Bilbao que en Vitoria, al revés quizá con el fútbol. Pues no desde su perspectiva. «Mi experiencia esta semana es de que se trata de un partido más, con la intención de competir para ganar, pero sin ningún ánimo de revancha o animadversión porque sea en Vitoria. Al revés, respeto total». Así habla el 'uno' que, junto a Salgado, forma la pareja de batutas en la banda. «Es cierto que quizá la visión del base sea más amplia y eso nos ayude. Que haya diferencias entre quienes fueron ejecutores y pensadores, pero Álex era alero y lo ve todo».