Repunte íntegro de las carencias del Baskonia
El Baskonia vuelve a quedarse sin carácter ni argumentos con una rotación significativa en la que prospera Kurucs y toca fondo Marinkovic
Menos mal que pudo jugar Granger pese al dolor en el hombro, resentido tras una caída sobre el mismo en el último cuarto. Se sentó ... y el Baskonia dejó de luchar. Volvió a olvidar su carácter, el vestigio que abanderaba en Europa y que esta temporada se difumina cada vez que despega de Foronda. El charrúa protagonizó también cuatro pérdidas, las mismas que Enoch, responsables de ser los jugadores que más querían el balón ante la sorprendente inmovilidad ofensiva de sus compañeros.
Cumplía un mes Spahija en el banquillo azulgrana en el día que más veces se abrió de brazos. Difícil de entender el retroceso de un equipo que comenzó el partido 15-2 y que cometió su primera falta a los ocho minutos. La mejoría experimentada las últimas dos semanas queda entre paréntesis tras reproducir en la cancha del Fenerbahce cada una de las carencias mostradas desde la derrota en la Euskal Kopa.
Sin tensión defensiva, entrar en la zona azulgrana era más fácil que asaltar el Capitolio a principios de año. Por allí estuvo David Wood, cuya presencia –como jugador– no le vendría mal a un juego interior azulgrana demasiado tibio. Enoch todavía carece de la capacidad para contener el fragor físico de pívots como Vesely, mientras que a Nnoko, programado para hacer solo una jugada, le falta destreza y Costello volvía a exhibir una versión tenue y pagaba su impotencia con una antideportiva al checo. Sedekerskis y su pundonor se salvan de otro correctivo pese a que el Fenerbahce no fue una apisonadora.
El Baskonia estuvo toda la velada malviviendo, pero sin caer más allá de los 15 puntos de desventaja hasta los minutos finales. Aunque fuera difícil, eludió la idea de poder remontar. Atenazado en ataque por la agresividad defensiva de los turcos y su nula circulación de balón. Los pases de cada ataque se contaban con los dedos de una mano, con solo doce asistencias al final del partido. La escasez de ideas, energía y frescura mental proliferaron en otra raquítica anotación de tan solo 53 puntos, con un Baldwin intrascendente a los mandos del equipo y con su peor cara. Literal. Su espectacular mate por encima de Polonara no le sirvió para reivindicarse. Y menos el restregárselo al italiano segundos después. -5 de valoración.
El apartado de pérdidas es un punto y aparte. Apenas ha habido mejoría y en partidos como el de anoche quedan en evidencia. 19 en total, bien repartidas entre nueve de los diez jugadores. Cuatro en el primer cuarto, seis en el segundo, otras seis en el tercero y tres en el último. Dos de patio de colegio, sacando de banda. Evidencia de una flagrante falta de concentración que sí tuvo De Colo, que acabó con seis recuperaciones estando lejos de ser un especialista defensivo.
Los méritos del canterano
En lo que sí es un experto es en torturar las ilusiones baskonistas. El francés dinamitó el duelo en el segundo cuarto ofreciendo esa sensación suya de que jugar al baloncesto es fácil. Las ganas de Djordjevic de no desgastarle en un partido que nunca corrió peligro para sus intereses minimizaron su exhibición de 17 puntos y 7 asistencias. También Kurucs, que salió con la misión de intentar detenerle y que, como ya ocurrió en palizas anteriores, fue de lo poco destacado por el simple hecho de ponerle ganas.
Lleva varios meses ganándose los casi veinte minutos que jugó, además de aportar algo de chispa al ataque y ser el único jugador azulgrana que no perdió ningún balón. También lo puede decir Marinkovic, que por segundo partido consecutivo se quedó sin jugar. Su papel ayer fue el mismo que el del lesionado Alec Peters, que viajó hasta Estambul para saludar a amigos y familiares que mantiene en la ciudad de su paso por el Efes e insuflar ánimo al equipo. Su cercano regreso, único rayo de optimismo y esperanza continental que se atisba entre tanta derrota sonrojante.
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