Un nuevo hogar

Joan Peñarroya llega a una nueva casa, al menos para él. Será una casa de mayor tamaño que las anteriores que habitó. Una casa con pilares firmes, con recorrido histórico, bien adecentada. No es una casa señorial, de las de antes. Es una casa que se instaló hace unas décadas en una zona donde cohabitaba con otras que sí tenían este porte clásico, muchas con retoques que mantenían la personalidad de sus dueños, otras con nuevos espacios más modernos, algunas construcciones nuevas en terrenos amplios con visos de extenderse conforme pasase el tiempo. La nueva casa de Peñarroya sigue ahí entre todas ellas. Ha perdido cierto color últimamente, necesita ajustes, pero aún y todo se sigue vislumbrando con nitidez a distancia. Y eso es un valor, de entrada.

Joan Peñarroya tiene recorrido en procesos de reconstrucción, y en estos pasos sus proyectos han crecido de manera sostenible, sin llamadas de atención, de manera firme y sin prisas. Conocedor de la realidad del día a día en las construcciones, protagonista desde su etapa de jugador, Peñarroya ha dotado a sus equipos de suficiente personalidad para que compitieran sin apartar la mirada ni bajar la cabeza ante cualquier rival. Como siempre y más allá de los resultados, podemos afirmar que sus estancias en Andorra, Manresa, Burgos y Valencia se pueden describir como sólidas, rocosas, con toques de brillantez en determinados puntos y, sobre todo, equilibradas, sin demasiados halos deslumbrantes.

Más allá del debate de si los equipos tienen que moverse entre el estilo de sus entrenadores o bien este debe aclimatarse a la realidad de su plantilla, Peñarroya tiene ante sí un doble reto: a nivel individual, debe seguir progresando en su trayectoria profesional en una casa con mayores hechuras. Y a nivel colectivo, ha de retomar tomar ese espíritu competitivo en un equipo que con seguridad estará dotado de talento y físico, sí o sí. Algo así como llegar a una cocina amplia, con mejor materia prima, con menaje de mayor calidad y cómo no, con comensales más exigentes. Algo así como disponer de amplios ventanales para que el salón se ilumine más, que la estancia sea agradable e invite a reconfortarse en la misma con alegría, comodidad e ilusión. Capacidad hay, ambición y esfuerzo en especial.

Equilibrio para ser sólido es uno de esos mantras que Peñarroya ha impuesto en sus equipos. Cuando su equipo brillaba en ataque le exigía más en defensa, cuando estaba espeso quitaba hierro al asunto dando al jugador libertad para generar y crear. Para Peñarroya las soluciones son más importantes que achacar sobre los problemas y eso viene de una identidad pasada como jugador, quien necesita más a menudo herramientas y recursos para enfrentarse a cada situación que no fustigarse con lo que pasó un minuto antes.

Se enfrenta Peñarroya a un nuevo grupo, con seguridad, que necesita recobrar sensaciones y actitudes positivas, que no baje la cabeza, que sienta que debe jugar lo mejor posible el máximo tiempo posible, y en sus equipos anteriores lo ha logrado. Exigirá físico, cuerpo, esfuerzo y energía en defensa y transición, eso se ha visto en sus equipos. Y ser inteligentes en el campo, buscando opciones y equilibrio dentro-fuera donde cualquier jugador se sienta protagonista y pueda anotar. Una casa nueva de talento y energía.