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Me revuelvo a menudo con la palabra «experiencia». Esa palabra que parece que traza una línea inamovible entre quienes tienen pericia en la acción y ... quienes se creen que no la tienen. Quienes más dibujan esta línea y realizan semejante separación son personas que apelan en especial a la edad como una condición ineludible de la experiencia. Más edad, más experiencia, luego más sabes de algo; una especie de concatenación que uno no tiene muy claro cuánto tiene de verdad. Se lo digo desde ya: no la tienen al 100%.
La edad guarda relación, más que con experiencias, con vivencias de una persona sobre algunos temas en concreto, pero también se dan otras circunstancias, como que pueda ser la misma experiencia repetida «n» veces, o bien que siempre sea en el mismo lugar con lo cual es rutina, u otras razones, pero de esto ya debatiremos. A lo que voy es que no vale solo con «hacer», que te aporta un bagaje en el tiempo, sino con el «saber hacer» que es todo ese conocimiento adquirido en diferentes momentos, diversos a poder ser, que te ayudan en especial a cambiar tus comportamientos para tratar siempre de mejorar.
Sasha Vezenkov es uno de estos estandartes del «saber hacer», un jugador que ha ido creciendo conforme han pasado las temporadas, no solo en sus números individuales sino sobre todo en el impacto que deja en sus equipos y en sus compañeros. Es uno de estos jugadores que brilla en el campo y sobre todo se hace notar en su ausencia. Hasta el propio colectivo siente que algo falta ahí, que «alguien» solía hacer y ayudar. Este es Vezenkov.
Podría pecar de oportunismo tras la exhibición en su partido contra el Bayern con 45 puntos, con un porcentaje prácticamente inmaculado, y lo más destacable del todo, que apenas necesitó botar en sus decisiones, con lo que tiene más mérito en esto del recibir y tirar. No solo eso. Vezenkov lleva una trayectoria reciente, desde su paso por la NBA, justo antes y realmente ahora tras su vuelta a Atenas, donde ha cambiado radicalmente las prestaciones de todo un equipo al completo. Y se nota, bastante más que la «tradicional» experiencia.
Permítame detenerme aquí para poner en valor precisamente su papel. ¿Cómo es posible que un único jugador pueda cambiar la fisonomía completa de un equipo, si este es la suma de los rendimientos de sus jugadores? ¿No es acaso esto un juego colectivo, con doce o más profesionales, que trabajan por un objetivo común? Ciertamente son estas las preguntas, como también lo son que no somos fruto de un rendimiento concreto, sino la evolución de muchos momentos que hacen que una persona, y por tanto un equipo a su alrededor, gracias a las relaciones entre sus jugadores, puedan evolucionar conforme se mide el rendimiento y los resultados.
Una pieza puede influir mucho en el rendimiento del resto por cómo son sus decisiones y sobre todo cómo se producen esos vínculos en la cancha. En el caso de Vezenkov es un jugador de esos que llamaríamos «completos»: bota, pasa, tira, defiende, rebotea, tapona, corre el campo, cierra espacios en defensa y los abre en ataque, bloquea, corta… Hace de todo. Y lo mejor es que sin apenas errores –no confundir con fallos pero de esto hablaremos otro día–.
Es ese jugador que le está dando un nuevo sentido al puesto del '4' porque tiene la versatilidad y la ambivalencia de quien reconoce dónde está la debilidad del rival y sobre todo lo que su equipo necesita de él. A partir de ahí toma sus decisiones. No es casualidad por tanto que Olympiacos lidere la Euroliga en estos momentos, y le confirmo que si es por alguien es precisamente por el papel que está jugando Vezenkov en este rendimiento.
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