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En este mundo que se nos complica y que a veces lo complicamos en exceso, nos ayudaría más valorar hacer cosas de forma sencilla, fácil, ... que no es lo mismo que hacer cosas simples. Los básicos, esos aspectos que damos por obvios y no debería ser así, tienen que seguir sosteniendo los pilares de nuestro día a día, en lo profesional y en lo personal. El talento, una de esas palabras que nos rodea diariamente, tiene mucho que ver con esto porque no solo implica tener una facilidad innata para realizar algo, sino también la capacidad de simplificarlo y hacerlo parecer sencillo. Tanto para quien lo realiza como para quien lo observa.
En el baloncesto, observar el talento sobre la cancha bien merece la pena. Ver un movimiento de un jugador, una consecución de acciones coordinadas entre jugadores en un momento determinado, un detalle del juego, un bote de menos pero que obtiene una ventaja, un pase de más, una finta de pase para conseguir medio metro de espacio liberado o una asistencia imprevisible hacen que este juego se envuelva en papel de regalo para quienes lo observamos con atención.
Lo grande de todos estos detalles, que se dan a cuentagotas pero que en cada partido suceden, es que además lo hagan jugadores que, por sus condiciones, resulta sorprendente que sea así. Un base que es capaz de generarse su propio tiro, un alero que juega de espaldas, un pequeño que domina el rebote de ataque, un alero alto que maneja el ritmo de las transiciones o un poste bajo que ejecuta un pase con la precisión de un base tradicional, como Ante Tomic.
La evolución del basket actual nos está llevando a hacernos preguntas sobre figuras y roles en el campo que entendíamos incuestionables. ¿Dónde quedó el base tradicional? ¿Y ese 'tres' que equilibraba el tiro exterior con la verticalidad al aro? ¿Qué pasa con el 'cuatro', que a veces es un alero más y un poste menos? ¿Y el poste bajo, que por altura y la convención lógica nos dice que debe estar solo y únicamente en la zona? Estas tienen tantas respuestas como los diferentes perfiles de jugadores que existen en la actualidad, pero aún sigue habiendo casos únicos que lo moldean y enriquecen.
Ante Tomic es un poste bajo, grande, que ejerce su liderazgo desde la zona, con la mirada de un base y las manos de un alero. Diría más, parece que la Penya juega su ataque tras dar la pelota a Tomic y, a partir de ahí, que pasen cosas. El croata distribuye al pasador, al exterior en el otro lado a 45º, él se gira y atrae defensas para después liberar un espacio para un compañero, amenaza el tiro, regula el espacio desde el bote, finta, gira, vuelve a fintar, pasa. Tira de gancho, de frente a tabla, de lado al aro, del tiro libre, del triple.
Bloquea, se mueve dos metros, recibe, distribuye el juego y busca un nuevo espacio para él o para sus compañeros. Tomic gira su cuerpo un poco para cerrar un espacio en defensa, lo suficiente para simplemente cambiar un tiro, para bloquear un rebote o hacer un tapón sin demasiados aspavientos. Él es un líder, ha mejorado sus registros conforme avanza su edad, curiosamente, él guía el camino a las perlas que llegan de la cantera, recomienda movimientos, escucha a su entrenador, agradece el balón recibido, guiña un ojo cuando da un pase final para la canasta de un compañero. Él hace fácil el juego interior pero hace más fácil el juego sencillo y colectivo del basket. Es ese talento que necesita el baloncesto y que hemos de cuidar y valorar cada vez que aparece en el campo.
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