Pablo Laso se dirige a sus jugadores durante un tiempo muerto.
Salto inicial

Aún sin pilares firmes

Lunes, 29 de enero 2024, 23:46

Aunque estemos ya enfilando febrero -mes con una enjundia especial en el baloncesto europeo- conviene virar nuestra mirada hacia los pilares sobre los que construimos ... nuestra manera de actuar. Que no parezca una rutina que únicamente realizamos al inicio de todo proyecto sino que es preciso hacerlo también conforme éste se desarrolla. Así se podrán tomar decisiones inmediatas en un momento concreto, incluso variar algún rumbo o rectificar, siempre que sea preciso.

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En un equipo de baloncesto estos cimientos tienden a fijarse especialmente sobre dos ideas: la solidez defensiva que marca el espíritu de sacrificio y el sostén sobre el que puede agarrarse cuando las cosas no van bien en ataque, y la generación de puntos en ataque, donde se combina el talento individual junto a las decisiones tácticas que se proponen desde el banquillo para aflorar este talento. Hay más aspectos del juego pero estos dos son básicos porque fijan la estructura de un equipo: el equilibrio defensa-ataque.

En Múnich, Pablo Laso era y creo que sigue siendo consciente que está en un periodo de adaptación tanto suyo como de su equipo/proyecto. En esta construcción a través de la competición, el Bayern camina en la lógica irregularidad aunque también es cierta la mejoría conforme pasan las semanas. Es un equipo que al menos en Europa tiene esa solidez desde su trabajo en el rebote y la generación de tiros en el campo. Cosa bien diferente son los resultados que obtiene al final de cada partido, pero el equipo tras varios meses de trabajo sigue buscando afinar su seña de identidad con la que seguir desarrollando ese proyecto que pretende mejorar temporada tras temporada.

A los jugadores les falta responder a ese nivel continuo de máxima exigencia que se propone desde el banquillo conscientes de que en esta competición cometer el menor número de errores es un argumento muy importante para llevarte un partido. A Pablo Laso le falta aún lograr que sus pupilos ejecuten una y otra vez bien los movimientos escogidos para cada partido, además de que las cosas básicas -defender, rebotear y tirar cómodos- se hagan siempre perfectamente.

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En defensa, el equipo mejora paulatinamente, es más agresivo y la evolución es patente, además de ser un plantel con una fortaleza especial en el rebote, sobre todo si están en el campo Ibaka o Booker. Sin ellos son más débiles en los aros. En ataque se nota esta irregularidad especialmente desde ese puesto que Pablo conoce perfectamente, el base. A Bolmaro le está costando adaptarse a un papel protagonista en el quinteto, con la importancia que requiere. Bolmaro, con un físico destacable, le pesa su poca regularidad en el tiro exterior, y esas dudas se trasladan al resto. Y a Francisco, ese verso libre, le pesa lo contrario: a veces es demasiado protagonista. Uno y otro tratan de llevar al equipo, que cuando están acompañados de Weiler-Babb u Obst, lo hacen con más seguridad. La llegada de Lucic le da más equilibrio en ataque y en defensa, pero aún les queda fortalecer más recursos para llegar a ese nivel que se autoexige el proyecto: más fiabilidad exterior sobre todo de Edwards, más aporte global de Bonga y Obst, y más contundencia interior en Booker, Harris y Brankovic. Mientras tanto, a seguir construyendo.

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