Howard castiga la fatalidad del Barcelona

Peñarroya se ha plantado en el Buesa Arena con un solo base puro. De categoría júnior y también tocado de la espalda. Villar no ha dado malas sensaciones en el arranque, pero ha acabado completamente superado. Y Punter solo ha sido capaz de dejar fogonazos de su clase con poca continuidad. Ante esas dificultades, Laso ha planteado un partido de desgaste, con Forrest y Luwawu-Cabarrot castigando a la dupla barcelonista de inicio. Y reservando a Howard para las estocadas definitivas.

Ese papel de revulsivo lo ha protagonizado en los visitantes Brizuela. Y con él sobre el parqué han llegado los mejores momentos de su equipo. Con su capacidad para generar con el balón en las manos, ha puesto en jaque a la defensa vitoriana y sus 8 puntos casi consecutivos le han dado una renta a los culés de 4 al final de los primeros diez minutos.

Ha llegado a partir de ahí la aparición celestial de Howard para firmar otra actuación para el recuerdo en el segundo cuarto. Un martillo pilón imparable en un duelo de pistoleros que el baskonista ha ido inclinando hacia su lado hasta que Brizuela, agotado, ha tomado el camino del banquillo. Ahí ha acabado la resistencia de un visitante que ha malvivido a base de tiros libres ante la tormenta ofensiva comandada por los 17 puntos del escolta de Morritown. Y el hachazo definitivo, con el donostiarra de nuevo en pista, ha sido provocarle su segunda falta, seguida apenas segundos después de una técnica de frustración mientras protestaba. Un triple de Howard sobre la bocina parecía dejar el partido resuelto al descanso (57-44).

Se la ha jugado Peñarroya con Brizuela en la vuelta a pesar de esa amenaza por las personales. Y ha respondido alimentando a un letal Parker y volviendo a ser desequilibrante con el balón en las manos. En apenas tres minutos, ha metido de nuevo a su equipo en el partido (62-61), pero justo ahí ha concluido su presencia. Una sobrecarga en los isquiotibiales de su pierna derecha le ha conducido al banquillo para no volver. Lo que ha supuesto el canto del cisne de un Barcelona que, sin su mejor jugador, a partir de ahí se ha dedicado a remar sin apenas esperanza. Porque a cada amago de regresar, ha aparecido Howard –o Forrest–, letal en el lanzamiento para irse a los 34 puntos en solo 28 minutos.