El serbio Micic volvió a ser la estrella de la final de Euroliga. efe

La emoción, único sustento

Análisis ·

La final de la Euroliga se cerró con un marcador impropio que retrató un juego sin valentía en el que prima minimizar errores

Lunes, 23 de mayo 2022, 04:14

Solo la emoción sustentó la final europea de esta temporada entre el Real Madrid y el Anadolu Efes. El ridículo 58-57 con el que ... se cerró el marcador, impropio de un partido en el que se enfrentan los dos mejores equipos del continente, no puede ser tratado como anecdótico. No solo la final, también las semifinales acabaron con canastas agónicas después de 39 largos minutos de defensas aguerridas, de ataques impotentes y de un baloncesto en el que prima minimizar los errores por encima de todo.

Publicidad

Visto todo lo acontecido en la Final Four disputada en Belgrado, el panorama actual es el siguiente: los jugadores grandes se aplican en la defensa exterior y, consecuentemente, la belleza del juego por parejas pierde efectividad. Después, se da la circunstancia de que la media de estatura de los quintetos en cancha pasa de largo de los dos metros. Esto quiere decir que la envergadura, el salto y la preparación física crecen temporada tras temporada. Solo veo una solución para que todos quepan; ampliar las medidas del campo urgentemente.

El baloncesto, por mucho que lo olvidemos, es un deporte que está en manos de los jugadores y, lo que es más importante, en el estado de ánimo en que ellos se encuentren. Es curioso que el Madrid supera su gran crisis de juego a partir del momento en que elimina de la alineación a Thomas Heurtel. La decisión de apartar al indisciplinado base francés coincide con la resurrección del incombustible Sergio Llull. Cuando se lesiona el base natural Williams-Goss en el primer minuto de la semifinal contra el Barcelona, Laso toma la decisión de mantener el castigo al galo y renuncia a su concurso en la final. Quizás lo que diferencia a los blancos de los últimos tiempos sean estas decisiones. El Efes, el campeón, tampoco ha tenido una temporada regular tranquila. Estuvo fuera de play off durante muchas semanas. Recuerdo unas declaraciones de Vasilije Micic, la estrella de los cerveceros, después de una derrota acontecida en la accidentada fase regular. «Nos reunimos y dijimos: 'OK, este es el momento de cambiar algo...'». Mi conclusión es que, cuando una plantilla tiene sobradamente demostrada su solvencia, el cambio está en los jugadores. Es una realidad. Por mucho talento que puedan tener Ataman o Pablo, el juego pertenece a los baloncestistas.

Una vez más, la parte más negativa de la Final Four ha sido las declaraciones de Jasikevicius tras la derrota de su equipo en semifinales. No es de recibo que reproche a sus jugadores que el Madrid les haya metido 52 puntos en media parte y que lo repita varias veces. Me recuerda un amigo que le gustaba apostar y decía: «¡Si ganamos, perfecto y si pierdes, mala suerte!». Viendo la cara de Juan Carlos Navarro en televisión y lo que ha sido en la defensa de los jugadores, estoy seguro de que no le habrán gustado las declaraciones de su entrenador. Las grandes plantillas, con hombres comprometidos, solo necesitan el talento y la humildad de un buen gestor.

Publicidad

El Madrid no salió campeón porque anotó 6 triples de 33 intentos. No perdió de mucho porque el Anadolu Efes solo anotó 7 de 25 intentos desde más allá de 6,75. Los contendientes en la final de Belgrado tiraron un total de 55 triples, demasiados. ¿El motivo? Fácil. No hay espacio para moverse y nos les queda otro remedio que alejarse del aro. Por último, una curiosidad al echar un vistazo a los protagonistas. En la final participaron Larkin, Causeur, Beaubois, Hanga, Pleis, Petrusev, Poirier y el sancionado Heurtel, todos alimentados en alguna temporada con patatas de la Llanada.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad