El Baskonia, en busca del 'cinco' perdido
Con el traspaso del efectista Hall y sin la irrupción de Diop, el club azulgrana necesita un verdadero intimidador que le falta desde Poirier
Fiestas de La Blanca, días esperados en Vitoria en todo el calendario anual y el Baskonia inmerso en otro proceso de reconstrucción deportiva. Cierto que ... faltan casi dos meses para el primer partido oficial (el Olympiacos visita el Buesa Arena el 30 de septiembre), pero la siempre engrasada puerta giratoria del club azulgrana ha sacado a ocho jugadores del vestuario y, de momento, sólo ha metido cuatro incorporaciones en sus entrañas.
Deja la capital alavesa un póquer diluido entre papeles secundarios y testimoniales (Jaramaz, Savkov, Raieste y el cedido Ndiaye) y la abandonan otros cuatro con cierto peso específico, también en distintos grados. Desde luego que ese listado de hombres principales no se traslada a destinos irrelevantes. Moneke conduce en vuelo libre al acabar el contrato su baloncesto vertical, valiente y anárquico que gana partidos y desguaza sistemas hasta el sector rojiblanco de Belgrado. Baldwin probará suerte en Múnich. A Rogkavopoulos, la mejor noticia individual dentro de un segundo ejercicio consecutivo decepcionante, lo repatria el Panathinaikos obligado por los seis cupos nacionales. Y Hall viaja al archirrival ateniense para integrar la parcela interior de El Pireo.
La salida del 'cinco' de Alabama con pasaporte de Azerbaiyán revalida la tesis de que la entidad alavesa acumula cursos sin conseguir el pívot intimidador de verdad, uno de esos tipos que infunden respeto y hasta miedo debajo de los aros. Donta, que rozó tangencialmente la NBA a través de sendos contratos de semana y media en Detroit y Orlando, se labró un apellido dentro del concierto europeo con el equipo monegasco de La Roca. Sus exhibiciones aéreas instantáneas parecían encajar en el sobrenombre del Mónaco, pero eran tan intermitentes y dispersas que no lograba prolongarlas en el tiempo. Y así ocurrió durante la última temporada bajo el techo elevado del Fernando Buesa Arena.
Sekiri, Fall, Wetzell, Enoch, Nnoko, Costello y Kotsar precedieron al último dúo interior del Baskonia
Hall dispone de la habilidad necesaria para facturar estadísticas notables. Números que de la nuez muestran más la cáscara que el fruto. El baloncesto moderno dosifica de tal manera a los protagonistas que actuar veintiún minutos de promedio por encuentro confiere la etiqueta de titular en estas planillas difusas entre quienes arrancan los duelos y aquellos que entran desde la segunda unidad. Pues en ese rato, el pívot ya a las órdenes de Bartzokas firmó en la temporada concluida hace dos meses cifras estables de 7,3 puntos (8,7 en el magno escaparate de la Euroliga), 5, 3 rebotes y un tapón largo para 14,3 créditos de valoración (12,6 en el torneo que patrocina Endesa).
De no presenciar sus intervenciones con el escudo del carnero, una tarjeta de visita difícilmente rebatible. Pero un baloncesto más efectista que efectivo, donde los fuegos artificiales que iluminan las acciones espectaculares de cada semana superan a la munición real. Su elevado porcentaje en el lanzamiento de dos puntos se basa en la aptitud para vivir en el segundo piso del que hablaba el añorado Manel Comas y hundir la pelota dentro del aro a falta de mayor rango de tiro. Y la réplica en defensa cabe hallarla en su disposición a colocar gorros como para abrir una sombrerería. Más golpes visuales y hasta sonoros que solidez en la labor cancerbera de guardar la cueva azulgrana.
Los 'comeniños'
Desde el último título liguero en la burbuja pandémica de Valencia, el Baskonia ha pinchado más hueso que carne a la hora de acertar con la demarcación de 'cinco'. Tras la marcha de Poirier a la NBA (Boston y Filadelfia) antes de recalar en el Real Madrid y el Anadolu Efes, al equipo vitoriano le ha faltado ese 'comeniños' que sí presentan algunos rivales del máximo torneo continental. Al margen del 'cuatro y medio' Costello, tres campañas en Zurbano, han encarnado la identidad de 'poste' alavés Jekiri, Fall, Wetzell, el 'cortado' Nnoko, Kotsar, Enoch, Khalifa Diop y el propio Donta.
Hombres grandes con los que el conjunto de Betoño no ha podido plantear batallas interiores frente a adversarios de gran eslora que dictan la ley marcial dentro de las zonas. Hablamos, por supuesto, de tipos como Tavares y Lessort, el muy enérgico e hiperactivo pívot del Panathinaikos, pero también del exazulgrana Poirier, el gigante defensivo Moustapha Fall, Nebo, Oturu o los más dúctiles Papagiannis y Milutinov. Claro que Quevedo clavó la pluma en la diana al valorar el enorme poder del dinero, fundamental para competir con los transatlánticos. Tanto como el talento exterior que el Baskonia tiene en Howard y ese nivel intimidatorio que necesita por dentro.
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