La soledad de un hincha de la Real en el derbi de San Mamés

Una imagen que recuerda a otra que se hizo viral el año pasado, a finales de septiembre, en otro envite entre estos dos conjuntos. En este caso el aficionado señalado era rojiblanco, Jon Azanza, un ingeniero bilbaíno amigo de Asier Villalibre, que rodeado de cientos de realistas de espaldas, asitía resignado y con buen humor a la celebración del tercer gol de los donostiarras. Él, sonriente y con los brazos cruzados y luego en jarra, se convirtió sin quererlo en el icono de la normalidad y respeto que deberían imperar en los campos de fútbol. «Estoy flipando. No me esperaba esta reacción. Me alegro de verlo», afirmó un día después a GOL mientras veía la grabación.

Posteriormente explicó que le había dejado el carnet un amigo, socio de la Real, ya que ese día no podía acudir al partido. «Me lo cedió para ver el partido ya que nunca había estado en Anoeta. ¡Qué oportunidad!», pensó, sin saber que unas horas más tarde su imagen no pararía de reproducirse en la red y las televisiones. «Me fui con otra amiga, que estaba a mi derecha. Ahí me tenéis», dijo Azanza.

Cuando le preguntaron por su sonrisa en medio de la tormenta y los brazos cruzados, con el 3-0 en el marcador, el aficionado rojiblanco comentó que «no era consciente de los gestos que había hecho hasta que vi las imágenes. No me quedó tan mal. Yo voy al fútbol a ver un espectáculo, a pasarlo bien. No voy a salir triste. Si pierdes, te llevas una decepción, pero no por eso me va a cambiar la noche».

Pero estas no han sido las dos únicas fotos similares, con aficionados del equipo rival en medio de una celebración local. Hace apenas unos días, también en el Reale Arena, a una seguidora del Barça las cámaras la captaron rodeada de realistas, festejando el gol de Sheraldo Becker, que terminó por darle la victoria a los de Imanol Alguacil. Esta vez, la alegría ha cambiado de bando.