El reencuentro más esperado del Athletic
Once años después, los rojiblancos vuelven a disfrutar de la Champions, la gran aventura del fútbol europeo
Han pasado once años, pero seguro que muchos aficionados del Athletic recuerdan bien cómo sonó en el nuevo San Mamés el himno de la Champions, ... esas vibrantes notas que Händel escribió en 1727 para la coronación de Jorge II de Gran Bretaña y que ahora son la música que asociamos a los grandes duelos entre la aristocracia del fútbol europeo. Fue el 27 de octubre de 2014, un gran día para los rojiblancos con aquella remontada fulminante ante el Nápoles, en apenas catorce minutos explosivos con Aduriz como agente detonante. Lo cierto es que la máxima competición continental no deparó más alegrías que aquélla –el equipo de Valverde quedó fuera en la cuarta jornada tras perder ante el Oporto y tuvo que jugar la Europa League–, pero el himno quedó grabado, como una bella esperanza de futuro, en muchas memorias athleticzales.
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Este martes será, por tanto, un día grande de reencuentro: el decimoquinto partido del Athletic en su campo en lo que era la vieja Copa de Europa, que ha disputado en cinco ocasiones. La mejor fue, sin duda, la primera, entre 1956 y 1957, con tres victorias consecutivas inolvidables ante el Oporto, el Honved de Puskas y el Manchester United en el famoso partido de la nieve. En esta sexta participación, el equipo se encontrará con un nuevo formato, pero la dificultad seguirá siendo la misma. La Champions es un ochomil y todavía más si en el sorteo tienes mala suerte con tus rivales y hasta con el calendario, como le ha ocurrido al Athletic. La sucesión de dificultades desde mañana hasta el 28 de enero se las trae: Arsenal (casa), Borussia Dortmund (fuera), Qarabag (casa), Newcastle (fuera), Slavia Praga (fuera), PSG (casa), Atalanta (fuera) y Sporting de Portugal (casa).
El reto es apasionante y se puede describir en cifras teniendo en cuenta lo sucedido en la liguilla de la pasada temporada. Los ochos primeros clasificados, que entraron directamente en octavos, necesitaron 16 puntos o más para lograr esa posición de privilegio. Con decir que ni el PSG, futuro campeón, ni el Real Madrid, ni el Manchester City, ni el Bayern, ni el Milan, ni el Borussia Dortmund lo consiguieron y tuvieron que jugar el llamado 'play-in', está dicho todo. El clasificado en el puesto 24, la última que permite seguir vivo en la competición, fue el Brujas con once puntos, los mismos, por cierto, que sumaron el City de Guardiola y el Sporting de Portugal. Pasando este dato a limpio, el escenario está claro: el Athletic necesitará tres victorias y dos empates en ocho partidos.
El Athletic necesita mejorar su juego, sobre todo en ataque, para tener opciones con el Arsenal
Los cálculos están hechos desde que se celebró el sorteo el pasado 28 de agosto. Qarabaj, Slavia y Sporting ya están registrados como los rivales más propicios –en el caso de los lisboetas porque juegan en San Mamés– para sumar nueve puntos. Y los otros dos o tres habrá que rascarlos con una machada en dos de los otros cinco partidos. En este sentido, no hace falta decir que una victoria mañana ante el Arsenal de Arteta, con diferencia uno de los mejores equipos de Europa, semifinalista de la Champions el año pasado y subcampeón de la Premier, sería un paso de gigante. Y no sólo eso. También una inyección de moral tremenda para la tropa de Valverde.
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Otro nivel
Va a ser muy complicado, pero no imposible. El Athletic, eso sí, necesitará su mejor versión. La temporada pasada la ofreció en uno de los otoños más brillantes de su historia con sólo una derrota en 21 partidos entre septiembre y el parón navideño. Seis de ellos fueron en la Europa League y se saldaron con cinco victorias y un empate, la mejor racha de los leones en la competición continental. El problema ahora, un año después, es que la exigencia ha subido varios peldaños. Las cosas como son: Arsenal, PSG, Newcastle, Atalanta y Borussia Dortmund nada tienen que ver con Roma, AZ Alkmaar, Slavia Praga, Ludogorets, Elfsborg o Fenerbahçe. Y luego hay otro problema añadido. O sería mejor decir una preocupación que se acrecentó el sábado con la derrota y el mal partido ante el Alavés: la de que el Athletic no está fino.
Las tres victorias en las tres primeras jornadas tuvieron mucho mérito, sin duda, y situaron al grupo de Valverde en una posición muy cómoda antes de comenzar esta subida al K2 que es la Champions. El juego de los rojiblancos, sin embargo, ha dejado bastante que desear, sobre todo en su vertiente ofensiva. El equipo se ha sostenido bien a base de carácter, de su acreditado gen competitivo y de algunas de sus individualidades más descollantes. Ahora bien, en la máxima competición continental no vale con este tipo de argumentos.
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En la Champions todos compiten con el cuchillo entre los dientes y disponen de individualidades capaces de desequilibrar un partido. Como disponen también, en la inmensa mayoría de los casos, de grandes estadios con aficiones entregadas capaces de crear una presión enorme al rival. Fue una lástima, en este sentido, que en el sorteo al Athletic le tocaran fuera de casa el Newcastle y el Borussia Dortmund, es decir, Saint James Park y el antiguo Westfalen Stadium, ahora Signal Iduna Park, dos coliseos de donde es muy difícil salir vivo.
El Athletic, por tanto, está obligado a elevar su nivel de inmediato, empezando por el choque de mañana ante un Arsenal que viene con bastantes bajas pero que sigue siendo un equipazo. En la Premier, de hecho, marcha segundo tras el Liverpool, que le ganó por la mínima en Anfield. Esta elevación de nivel de los rojiblancos debe notarse, sobre todo, en el juego de ataque. Por supuesto que la defensa deberá esmerarse ante un rival que ataca con una potencia y voracidad que dan miedo. Que se lo pregunten al Real Madrid, al que pasaron por encima la pasada temporada. Ahora bien, del centro del campo en adelante los rojiblancos tienen que dar un giro racial a su juego; un cambio por el lado de la creatividad y de la profundidad.
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¿Lo conseguirán? A este Athletic siempre hay que darle un margen de confianza. Se ha ganado ese crédito. Por otro lado, es evidente que los jugadores de Valverde se crecen ante los grandes, sobre todo en San Mamés, un campo donde las cifras de asistencia se están revolucionando hasta llegar a los 50.000 espectadores en choques ante el Getafe o el Alavés, por ejemplo. Dicho todo esto, es obligado poner el foco en algunos jugadores. En Ruiz de Galarreta, que está muy apagado, en Sancet, cuya responsabilidad se acentúa ante la irritante baja de Nico Williams, o en Iñaki Williams, obligado a transformarse tras una comienzo de temporada flojísimo. Sin ellos, el partido puede ponerse imposible.
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