La fe tuvo su merecido premio
El Athletic se reencontró con la victoria después de hacer méritos suficientes para conseguirla durante los noventa minutos, pero antes de lanzar las campanas ... al vuelo conviene relativizar y poner las cosas en su debido contexto. El equipo jugó sin duda su mejor partido de lo que llevamos de temporada y es justo reconocerlo así, aunque también conviene preguntarse ¿comparado con qué?
El listón de la exigencia estaba tan bajo que nos conformábamos casi con cualquier detallito, como aquel taconazo de Unai López dentro del área en el primer tiempo, al que Capa no supo dar la continuidad. Si además de ese detalle del centrocampista, el equipo nos ofreció un segundo tiempo pleno de determinación para ir a buscar al rival y la victoria, es comprensible que a estas horas estemos dando palmas con las orejas.
A la felicidad por el triunfo hay que añadirle que llegó gracias a los goles del debutante Berenguer y de un Williams que no veía puerta desde marzo, que ya ha llovido. Basta ver repetido su gol, la forma en la que se aseguró un remate a puerta vacía a dos metros de la portería, para hacernos una idea de lo que ha debido de estar pasando por su cabeza todo este tiempo. El gol que falló minutos después en un mano a mano con el portero, confirma que todavía le queda terapia por delante para ser el delantero que sigue necesitando el Athletic.
Garitano no defraudó a los agoreros y presentó una alineación con los mismos de siempre con la inclusión de Berenguer. Que fuera Morcillo el sacrificado era tan obvio que ni cotizaba en las apuestas.
Afortunadamente para el Athletic, el Levante fue mucho menos rival de lo que se temía. Quizá Paco López calculaba que tampoco hacen falta grandes cosas para hacer daño a los leones. Al fin y al cabo a casi todos sus rivales les había bastado con aguantar y esperar un fallo para derrotarles.
Una de las novedades fue que esta vez no hubo fallo en las filas rojiblancas y, que por el contrario, se apreció una mayor determinación, casi obstinación, en la búsqueda de un gol que se antojaba improbable por las trazas del partido.
La otra gran novedad fue que después de un primer tiempo árido y demasiado parecido a lo que habíamos visto hasta la fecha, el equipo regresó del vestuario con fe renovada y fue capaz de completar unos buenos minutos de dominio constante y acoso sobre el área rival que, aunque ayuno de remate, hacía concebir alguna esperanza en un final feliz.
Marcó Berenguer y volvió a marcar el debutante, aunque el VAR anulara el tanto por un fuera de juego milimétrico de Raúl García. El gol dela tranquilidad llegó de una excelente acción individual de Morcillo, o sea, de la mejor respuesta que podía dar el chaval de la cantera en los veinte minutos que le concedió el entrenador. El debate sobre si Berenguer cierra el paso o si los meritorios tienen que ganarse el puesto, adquiere así una nueva dimensión. El fichaje marcó y el meritorio hizo lo que su propio nombre indica, méritos para hacerse con un sitio entre los elegidos.
Que el Athletic terminara con Morcillo, Vencedor y el debutante Zarraga en el campo, a los que por ser más precisos, se sumó Villalibre en el descuento, fue una noticia tan buena como la que anunciaba el marcador al final de los noventa minutos.
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