Los que ya tenemos algunos quinquenios en esto todavía recordamos aquel sorteo del Mundial de España en el Palacio de Congresos de Madrid, con los ... bombos de la lotería de Navidad, las bolas que salían y entraban, cuando no se rompían, los niños de San Ildefonso aguantando la risa en medio del desbarajuste, y el inefable Blatter cambiando de grupo a Escocia y a Bélgica como si tal cosa bajo la atenta mirada de Havelange.
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Los tiempos han cambiado, afortunadamente en este caso. Ayer en el Grimaldi Forum de Mónaco, en medio de un ambiente casi tan glamuroso como el del Baile de la Rosa, Ibrahimovic y Kaká hicieron de niños de San Ildefonso, sacando las bolas y apretando el botón que activaba el programa informático que iba repartiendo suerte, sin incidentes ni sobresaltos. Y sobre todo, a un ritmo más que aceptable y sin más zarandajas que las mínimas imprescindibles en estos casos, a diferencia de lo que solemos padecer en la Copa, por ejemplo, a pesar de que tanto el sistema del sorteo como la propia competición sean un tanto farragosos.
Por no hablar de la justicia o la equidad de unos emparejamientos en los que la condición de local o visitante influyen sobremanera al no existir la oportunidad de la doble vuelta. Sin ir más lejos, no es lo mismo recibir al Newcastle que visitarlo, mucho menos teniendo en cuenta que, sobre el papel, era además el rival más difícil del bombo cuatro.
El Athletic está entre los 36 clubes que forman la élite del fútbol europeo y es para celebrarlo
Más allá del optimismo que destilaba la vicepresidenta del Athletic en la pantalla, cumpliendo con su obligación de transmitir un mensaje positivo, la verdad es que el sorteo ha sido duro con los rojiblancos. Borussia Dortmund, Atalanta, Slavia de Praga y Newscastle fuera y PSG, Arsenal, Sporting de Portugal y Qarabag en San Mamés, a la espera del calendario definitivo que se conocerá mañana, constituyen un programa de la máxima exigencia. Claro que estamos hablando de la primera competición continental, la que reúne a la élite, así que tampoco cabía esperar algo mucho más amable.
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Hablamos de la Champions League y cada aficionado sabrá qué espera de un torneo en el que el Athletic cumplirá en esta edición su sexta participación, dato que debería bastar para calibrar el nivel de dificultad. Habrá quien se frote las manos ante la perspectiva de ver en directo en la catedral al PSG, actual campeón, o a todo un clásico inglés como el Arsenal. Serán muchos los que ya estén planificando viajes a campos tan atractivos como el del Borussia con su célebre muro, o a ciudades atractivas como Praga y Bérgamo.
Más allá de las expectativas de cada uno, ahora mismo es tiempo de cálculos y vaticinios, un ejercicio entretenido para pasar el rato con los amigos, pero tan estéril como tratar de adivinar la combinación de la bonoloto consultando los posos del café.
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La pasada temporada, el Brujas tuvo que ganar tres partidos y empatar dos para ser el 24º
Siendo realistas, el objetivo del Athletic tiene que ser acabar entre los veinticuatro primeros para acceder a la siguiente fase, una meta que no será nada sencilla. Tomando como referencia la pasada temporada, la única experiencia con este formato, para alcanzar el puesto veinticuatro el Brujas tuvo que ganar tres partidos y empatar dos. El Dinamo de Zagreb quedó un puesto por debajo con los mismos resultados por la diferencia de goles.
Es razonable suponer que la frontera puede estar también este año en torno a esos once puntos. A partir de este dato, ya solo nos queda averiguar cómo podría sumarlos el Athletic. El abanico de combinaciones es tan amplio como la abundancia de argumentos para explicar que jugar contra uno o contra otro como visitante o como anfitrión es peor o mejor. Para terminar de complicar el pronóstico, hablamos de una fase que se extiende desde mediados de septiembre hasta finales de enero; cuatro meses y medio en los que pueden pasar tantas cosas y los equipos pueden experimentar tantos altibajos que invalidan cualquier pronóstico.
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A estas alturas, lo más positivo es empezar a disfrutar del viaje sin pensar demasiado en el destino. El Athletic está ahí, entre los treinta y seis equipos que conforman la élite del fútbol europeo y eso debería ser suficiente motivo de celebración.
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