Reuters

Lo que faltaba

Miércoles, 3 de septiembre 2025, 00:26

El fichaje de Laporte parecía cerrado la tarde del lunes. Y todos suspiramos aliviados y celebramos el final feliz de una cuenta atrás que recordaba ... a la de una de esas bombas que el héroe de la película desactiva entre sudores fríos cuando sólo falta un segundo para la explosión. Habían sido más de tres meses cansinos de tensión, incesante goteo informativo y hasta desesperadas intentonas de exclusivas que se volatilizaban en un suspiro. Que todo acabase tan bien y el Athletic pudiera cerrar un fichaje absolutamente necesario y en unas condiciones más que razonables -diez millones de traspaso y algo más de cuatro millones netos al jugador por tres temporadas- era una magnífica noticia. Ni siquiera nos importaba que quedasen algunos pequeños flecos. Eran pecata minuta.

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Eso pensábamos, inocentes, olvidándonos lo que nos había enseñado la sabiduría popular respecto a la inconveniencia de las prisas y los peligros de dejarlo todo para el último momento. Y olvidándonos también de la importancia del factor humano, del trato directo, personal, cara a cara, en todas las negociaciones. Lo digo porque el Athletic no envió a ningún representante a Arabia Saudí. El caso es que todo discurría con normalidad. Entendámonos: dentro de la normalidad posible en un periódico, donde siempre hay que estar a cubierto.

Nos extrañaba, es verdad, que el Athletic no comunicara oficialmente el fichaje en su página web. Aún así, la información sobre Laporte en la que trabajábamos se refería a las condiciones del traspaso y a la trascendencia deportiva que tenía su contratación en una temporada tan exigente. Y, de repente, lo imprevisto. El susto. El respingo. La bomba volvía a activarse. «El transfer de Laporte llegó tarde y el Athletic no puede inscribirle», escribía José Félix Díaz en la web de 'Marca'. Al parecer, el Al Nassr había presentado fuera de plazo ante la FIFA la documentación necesaria para la transferencia del jugador, lo cual impedía inscribir al futbolista de Agen en su nuevo equipo. El Athletic corría el riesgo de no poder contar con él hasta el mercado de invierno.

Reconozco que mi primera reacción no fue precisamente de comprensión y sintonía hacia los saudíes. Más bien al contrario. Con decir que me acabé acordando hasta del asesinato de Yamal Khashoggi en el consulado de Arabia Saudí en Estambul lo digo todo. Intenté tranquilizarme y tomarme las cosas con una cierta deportividad, pensando que un fallo lo tiene cualquiera, pero sin querer me surgían preguntas maliciosas e inquietantes. ¿Lo del Al Nassr había sido una chapuza involuntaria o los saudíes le estarían haciendo pagar a Laporte sus declaraciones de la pasada temporada? Lo cierto es que no supe responderme. Lo que sí supe, al menos eso creo, fue poner el foco donde había que ponerlo a última hora de la tarde; es decir, en la FIFA. Me parecería demencial por su parte castigar de una forma tan dura al Athletic -o a cualquier otro club en su misma situación, por supuesto- por un error administrativo que le es absolutamente ajeno.

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