Iñaki Williams, la felicidad de un equipo al que le sale todo
Abanderado del Athletic en una temporada para soñar, ha hecho un doblete y conquistado la banda derecha, y su marcador acabó expulsado
Iñaki Williams encarnó en Estambul la felicidad suprema de un Athletic al que le sale todo en una temporada que invita a soñar sin restricciones. ... Su insistencia, solidaridad en el desgaste físico y capacidad realizadora y de liderazgo han vuelto a abanderar a un equipo con unos números de escándalo tanto en la Liga como en la competición europea. Desde el pasado 31 de agosto, cuando cayó en San Mamés ante el Atlético en un choque que no mereció perder, la tropa de Ernesto Valverde ha disputado 19 partidos con un espectacular balance de trece victorias, cinco empates y una sola derrota –frente al Girona en Montilivi, donde falló hasta tres penaltis–.
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Los rojiblancos ocupan la cuarta plaza en el torneo de la regularidad, la última que da acceso a la Champions, y durmieron líderes en la Europa League, en la que han sumado 16 de los 18 puntos posibles –sólo cedieron un empate en la primera jornada en el Olímpico ante la Roma–. La máquina sigue engrasada y funciona a un ritmo altísimo y constante, alimentada por la creencia absoluta de los futbolistas en lo que hacen. No hay dudas. Hay un patrón muy claro y los jugadores cumplen el guion a rajatabla, pase lo que pase y sean cuales sean los condicionantes.
El décimo aniversario del debut de Iñaki Williams ha coincidido con la explosión de un Athletic que ha superado todas las expectativas en una campaña que ha obligado a las rotaciones constantes. No deja de resultar curioso que los rojiblancos hayan alcanzado una seguridad y una fiabilidad a prueba de bombas precisamente cuando las alineaciones sufren permanentes alteraciones partido tras partido por la nacesidad de mantener la frescura en la plantilla. La explicación se resume en una palabra: confianza. Esté quien esté en el campo casi todo sale bien en el aspecto técnico y también en el resultado. El estadio del Fenerbahçe, casi siempre un infierno, enmudeció, se enfadó, y mucho, con los suyos, y se rindió a la superioridad de un grupo en estado de gracia que no deja de interpretar la marcha triunfal.
El que a priori se suponía el compromiso más complicado en la búsqueda de los octavos de final el Athletic lo despachó con una suficiencia insultante. A los cinco minutos Iñaki dejó claro quién mandaba en la capital turca al transformar a puerta vacía el balón que le puso Guruzeta, que se aprovechó de un error garrafal de la defensa. A partir de ese momento, el dorsal número 9 hizo suya la banda derecha y amargó la tarde al lateral izquierdo Mert Müldür, quien acabó expulsado por doble amonestación por dos entradas a destiempo. Falló varias veces Williams en las entregas al área, el pase definitivo, pero, a diferencia de lo que les ocurre a otros profesionales, nunca se viene abajo. Sigue, y sigue, y sigue..., sabedor de que la constancia es uno de los pilares de su éxito. Y, por extensión, del inmejorable caminar del equipo, un martillo pilón sin averías ni cortocircuitos preocupantes.
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Por la escuadra
De esa fe inquebrantable nació la acción del segundo tanto, el que noqueó al Fenerbahçe al filo del descanso. Paredes avanzó con la pelota hasta cruzar la medular y combinó con Sancet, que abrió al costado derecho. Por allí apareció el internacional ghanés, que controló con su pierna derecha y se sacó un disparo formidable que se coló por la escuadra del palo del portero. Inapelable. Como en el duelo con el Villarreal, volvió a echar chispas la conexión entre el navarro y el bilbaíno, pero con el protagonismo cambiado. Ante los castellonenses la magia la puso Sancet con una asistencia de una precisión inigualable. Ante los turcos fue el remate de Williams el que condensó su entrega y decisión en otro encuentro dominado de principio a fin por los hombres de Valverde, acostumbrados este curso a ganar como los grandes y con argumentos muy diferentes.
No es una casualidad que Iñaki encabece o esté bien posicionado en las principales estadísticas del equipo, las que corroboran el buen hacer colectivo. Es el que más minutos ha disputado en Liga y el tercer rojiblanco con mayor carga en Europa. Y ha anotado ya ocho dianas, cuatro en cada torneo. Valverde cree en él sin fisuras porque le considera un seguro de vida y porque es consciente que funciona como una correa de transmisión que contagia lo que él necesita ver en el campo: sacrificio y certidumbre en un ideal del juego. Williams se marchó en el minuto 84 y recibió uno por uno la felicitación de los compañeros que estaban en el banquillo. Palmeos y sonrisas. Y a pensar en el siguiente partido.
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