

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Una de las cosas buenas de recibir a equipos extranjeros es lo que podríamos llamar turismo inverso: los que nos hemos quedado en Bilbao en ... Semana Santa viajamos un poco sin movernos de casa, porque salimos a la calle y de pronto tenemos Glasgow aquí, como si hubiese un pliegue en el espacio que fundiese las dos ciudades en un experimento que llamaremos Bilbow. Todo se vuelve un poco exótico, aunque uno pueda acabar un poco decepcionado por no encontrar gente con kilt dándole a la gaita. En realidad, la capital vizcaína ya era hoy un derroche de estímulos, desde la Procesión de la Salud hasta la exhibición de deportes rurales en El Arenal, y había tantos 'free tours' que se corría peligro de colisión entre grupos de turistas frente a la hucha de los txikiteros, pero la experiencia se ha redondeado con los cuatro mil seguidores del Rangers que han animado calles, plazas y, sobre todo, bares, porque en eso sí respondían al tópico nacional.
Ya antes del mediodía se notaba que nos habíamos trasladado a Bilbow. En la Plaza Nueva se podían encontrar los dos extremos de la afición escocesa. Mark Black y su hijo James elegían local hostelero con honda seriedad, con esa dedicación que merecen las cosas importantes. Eso sí, tras esa apariencia se escondían dos apasionados: «Yo ya me he comprado un paquete de pañuelos por si perdemos», confesaba el padre. En cuanto al otro extremo..., se le escuchaba desde fuera de la plaza: en una terraza había una mesa con media docena de escoceses, de los que cinco bebían tranquilos y el sexto, Harry Cash, vociferaba el himno de su equipo como para que le oyesen desde casa. Se acompañaba, para más efecto, de recios golpes a la mesa.
–¿De dónde viene?
–De Sídney.
–Ah, ¿es australiano?
–Soy multicultural. En realidad soy escocés, pero vivo en Australia. Voy siguiendo al sol.
–Pues hoy aquí ha tenido suerte.
–¡Es que lo he traído yo, signore!
Quizá no parezca una conversación muy articulada, pero en realidad lo fue menos, entre interrupciones de los amigos –que parecían empeñados en una competición de acentos indescifrables– y ofrecimientos para que el periodista bebiese a morro de una botella de whisky con canela Fireball. Estimulado por el contacto con la población local, Harry pasó de hablar en itañol a cantar, con volumen brutal, el 'Y viva España' de Manolo Escobar. «Es siempre así, está loco», justificaba el amigo más serio.
En general, la afición escocesa ha causado buena impresión. Siempre habrá aquí alguna objeción, porque no existe hinchada en el mundo sin su proporción de mastuerzos, pero se les ha visto amigables e integrados, como si la visita de los atheticzales a su ciudad les hubiese servido de entrenamiento (claro, aquello sería Glasgao). Algunos se han afincado en un mismo punto durante horas. Era el caso de Ross Milligan y su cuadrilla, en Moyúa, con sus latas de San Miguel y su vodka con naranja: «Esto es muy bonito, tiene mucho encanto, la bebida está barata», elogiaban en polifonía de tres voces. Teddy Cole parecía una estatua solitaria en una sillita pública de Ercilla: operado de las rodillas, tenía a la familia dispersa por ahí. «La gente de Bilbao es encantadora, les hago fotos al pasar. Volveré... muy pronto». Todos decían lo mismo, por eso de la final, pero en el caso de Teddy la cosa tiene especial mérito, porque para llegar aquí ha tenido que encadenar un vuelo Glasgow-Málaga y otro Málaga-Santander y para marcharse le espera un Santander-Bruselas, Bruselas-Dublín, Dublín-Glasgow.
El grueso de los visitantes se ha instalado en Iparragirre, donde iban a recogerlos por la tarde para pastorearlos hacia el estadio. Allí estaban Stuart Reid y Gordon Cummings, dos amigos. Stuart había llegado la víspera y había dedicado la noche a «beber vino local y aprender a decir eskerrik asko». Gordon, en cambio, acababa de aterrizar. «Llevo aquí dos horas, solo me he tomado una cerveza». ¿Lento para ser escocés, no? «Bueno, en el avión me he bebido cinco». De la tienda del Athletic salía Laurence McLauchlan con su grupo. Habían comprado una bufanda conmemorativa y también decían lo de volver pronto, pero con dudas. «Hoy pagamos 130 euros por la habitación. El día de la final cuesta 1.300».
–Hey, ¿no tendrás una habitación libre en casa? –se le ocurría a uno de los amigos.
–Qué va... Bueno, ¿qué le parecerían 300 euros compartiendo con niños?
–No te digo que no.
Por la tarde, Bilbao ha ido volviendo a su ser, porque la balanza cromática de las calles se ha inclinado definitivamente al rojo y el blanco. Pocos escoceses se aventuraban por Pozas, aunque alguno había: por ejemplo, unos cuantos se retrataban con la cuadrilla de Olatz, Adriana, Irene, Nerea y Uxue, en una maniobra de hermanamiento muy interesado. Las chicas, de Durango, venían de comer unos pintxos por Diputación.
–¿Y han tenido contacto con los escoceses?
–Muchos contactos.
–Te hablan, te vacilan, te desean buena suerte. Son majos.
–¿Qué nota les ponen?
–Un 8.
–De momento un 7.
–No somos muy de pelirrojillos.
–Pero son grandes y eso gusta.
Alberto Camardiel y sus amigos, de Santurtzi, venían de zamparse unas txuletas. «Ahora nos vamos a beber un escocés. Eso lo tenemos seguro: no sé si luego nos los comeremos, pero al menos nos los vamos a beber», decía uno de los colegas. «Yo me acabo de comer un griego por los de ayer... Un yogur, quiero decir», puntualizaba otro. Y en el Casilda de Máximo Aguirre remataba un buen menú un athleticzale que había hecho más kilómetros que la mayoría de los escoceses. «Soy de Boise, Idaho. Tengo casa en Ea y he venido para el partido», explicaba Steve Mendibe, que se maneja mejor en euskera que en castellano.
A las siete y media, los aficionados recibieron al Athletic en la puerta del Carlton. Las descripciones del día de la Roma se quedan cortas, porque lo de hoy ha sido una apoteosis, un jueves de pasión, con una multitud fervorosa que desbordaba Moyúa. Ahí ya no había nada de Bilbow: eso era puro Bilbao.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.