Una gran sorpresa llamada Íñigo Pérez
El exjugador del Athletic triunfa en el Rayo demostrando una categoría y una personalidad que pocos imaginaban
A veces, las apariencias engañan. Íñigo Pérez es un buen ejemplo. El entrenador del Rayo siempre ha tenido una imagen de chico bueno, bien peinado, discreto y formal, de esos a quienes es muy difícil imaginar rompiendo platos, soltando juramentos y mucho menos haciéndose tatuajes en el cuello. Lo cierto es que esa apariencia de yerno ideal no parecía la más apropiada para moverse en la selva del fútbol profesional, tan llena de cocodrilos. Y menos ejerciendo como entrenador, es decir, al mando de tropas de jugadores con un ego proporcional a la fama que tienen y a los millones que ganan. Por no hablar de tantos y tantos presidentes invasivos con una consideración de sí mismos a la altura de una estación espacial.
El exfutbolista de Pamplona, sin embargo, no sólo ha sabido hacerlo sino que, a sus 37 años, tras sumar doce temporadas entre el Athletic, el Numancia y Osasuna, con dos breves cesiones al Huesca y el Mallorca, se ha convertido, al frente del Rayo Vallecano, en uno de los técnicos de moda del fútbol español. ¿Cómo ha sido posible? Pues porque las apariencias engañan, como decíamos. En el caso de Íñigo Pérez la confusión parte de que su imagen oculta una fuerte personalidad, la de un hombre inteligente y de principios firmes como rocas que para triunfar no sólo tuvo que esforzarse desde niño -llegó a Lezama con catorce años- sino superar también una larga dolencia mental que estuvo a punto a terminar con su carrera.
479 Partidos
ha disputado Iñigo Pérez como profesional entre Primera y Segunda división
Lo cierto es que los aficionados del Athletic siempre supieron que con Íñigo Pérez no eran adecuados los prejuicios, que había en él algo escondido. Comenzaron a sospecharlo a partir de un suceso del que se ha hablado muchas veces. En un entrenamiento de la pretemporada de 2012, el navarro chocó con Iraizoz. Aquello tuvo que ser como recibir en la cabeza un menhir lanzado por Obelix. Íñigo, que era uno de los jugadores que Bielsa había descartado, empezó a sangrar en abundancia. «¿Puede seguir?», le preguntó el 'Loco' cuando se acercó a él. «Si usted quiere, sí», le respondió su pupilo. «No se preocupe, si se muere la responsabilidad será mía», le dijo.
En una entrevista con este periódico en febrero de 2020, cuando todavía jugaba en Osasuna, Íñigo Pérez explicó las razones de su reacción. «Marcelo crea un vínculo contigo, una especie de responsabilidad, y te hace sentir que, si te vas del entrenamiento, le estás fallando. Yo estaba grogui, me dieron 18 puntos de sutura en el labio, pero me dije: 'Me tengo que quedar. Si me dice que si me muero la responsabilidad es suya eso quiere decir que está a un nivel de pasión por el trabajo que yo tengo que igualar'. Luego, en el vestuario, nos reunió a todos y me puso como ejemplo de valentía y coraje. Los compañeros y el cuerpo técnico me firmaron un balón que aún tengo en casa».
43 Encuentros
ha dirigido al Rayo en Primera. Suma 17 victorias, 13 empates y 13 derrotas.
Bielsa cambió de opinión. Se quedó con aquel chaval valiente y corajudo y acabó ejerciendo una gran influencia sobre él. «Marcelo te ayuda a bucear y profundizar en los aspectos fundamentales de la vida. Los jugadores estamos más en la superficialidad y nos mantenemos fuera de estos temas. Me refiero a los valores esenciales de la vida. Él te lo hace ver de un modo aplicado al fútbol y el alto rendimiento, con una exigencia máxima», explicaba en aquella entrevista con Robert Basic en la que también tuvo un recuerdo muy especial para Ernesto Valverde.
Influencias
No deja de ser curioso que los dos técnicos que más han influido en Íñigo Pérez, sin olvidar por supuesto a Jagoba Arrasate, que le dirigió en el Numancia y en Osasuna, quisieran en su día descartarle o sencillamente le descartaran. Valverde, de hecho, fue el que aprobó su cesión al Mallorca, donde a los pocos meses de llegar sufrió un rebrote de su enfermedad mental, aquellos miedos que le bloqueaban y le evadían de la realidad que ahora ya son sólo un mal recuerdo. El Athletic anuló entonces la cesión y Valverde acogió al pamplonica en la plantilla. «Ernesto es una de las mejores personas que me he encontrado en el fútbol. Podría haberme dicho que me entrenara aparte, pero desde el minuto uno dejó que me entrenara con el equipo. Me hicieron el dorsal, el número 3 de Íñigo Pérez, que no he usado nunca porque yo no quería competir. Ernesto me decía que me veía muy bien, pero en aquel momento yo estaba fuera del fútbol. Me planteé mil veces dejarlo».
Ya recuperado, vivió ocho buenos años en el Numancia y Osasuna, donde terminó su carrera en 2022. La conexión con Arrasate fue inmediata. Dos grandes conversadores, frente a frente. Pérez, además, era el tipo de jugador que llevaba un entrenador dentro. Andoni Iraola , que lo sabía y le apreciaba, le llamó para que fuera su segundo en el Rayo. Entre otras funciones, le pidió que se encargase de las jugadas a balón parado, de analizar a los rivales y de ayudarle en el diseño de los entrenamientos.
Cuando al año siguiente Iraola fichó por el Bournemouth y unos problemas burocráticos con su permiso de trabajo le impidieron acompañarle -tras el Brexit, Inglaterra exigió que los segundos entrenadores hubieran dirigido en una liga superior durante tres de los últimos cinco años o dos años consecutivos, además de tener licencia UEFA-, el futuro de Íñigo Pérez se ensombreció. Tenía que volver a empezar. Pero el Rayo, curiosamente el equipo contra el que debutó en Primera como jugador del Athletic el 28 de octubre de 2009, le llamó ocho meses después para que sustituyera a Francisco. No fue una decisión a la ligera. En el club de Vallecas todos sabían que, en el caso de Íñigo Pérez, las apariencias engañaban.
El navarro demostró su personalidad desde el primer día. Devolvió al equipo el fútbol intenso y ofensivo que hacían con Iraola, y que ambos habían mamado en las fuentes de Bielsa y Valverde. Y demostró la fortaleza de su carácter tanto en la sala de prensa -ya es uno de esos técnicos a los que los periodistas escuchamos muy atentos- como en la gestión del vestuario. Salió muy reforzado, por ejemplo, de su actitud con Falcao y, desde luego, de su gestión en el caso de James Rodríguez, que había llegado a Vallecas bajo palio y sólo duró cuatro meses y medio. El caso es que Íñigo Pérez empieza a ser una referencia. Levantó a su tropa nada más llegar, la pasada temporada le clasificó para Europa por primera vez por sus méritos deportivos -la anterior fue por fair play- y ha comenzado el curso 2025-25 con dos victorias ante el Girona (1-3) y el Neman Grodno bielorruso (0-1 en la previa de la Conference). El lunes visitará San Mamés, que bien puede ser para él un futuro destino.