¿Por qué nos emociona el triunfo de un hermano?
Luca, el portero del Rayo Vallecano, hijo de Zinedine Zidane, dice que nunca ha querido que conste su ilustre apellido en la camiseta porque quiere ... que le valoren por sus propios méritos. Por el contrario, en la semifinal de la Supercopa, Nico salió con el mismo nombre que luce siempre orgulloso: Williams Jr. Porque el chaval de 19 años está agradecido al Athletic por permitirle cumplir su sueño, a sus padres por haber tenido la valentía de cruzar, descalzos, un desierto desde Ghana en busca de una mejor vida, y a Iñaki, el hermano mayor con el 9 a la espalda, que, antes del partido, deja caer que ojalá sea el pequeño el que dé hoy una alegría a la afición.
El mister metió al joven Nico en el minuto 70 y este hizo exactamente lo que se espera de él: desbordar con vertical desparpajo, jugar con ganas de comerse el mundo. Cuando el balón le cayó a su pie izquierdo, Williams Jr. pareció vestirse de veterano y le pegó firme y raso al palo largo, para poner el definitivo 1-2.
El golazo de Nico es un premio a la constancia y a la fe en cada partido. Desde que debutó en el Athletic en abril de 2021, no había logrado ningún tanto hasta el partido copero contra el Mancha Real. Algunos ya decían que tal vez no valía para Primera. Pero en el club han sabido tener paciencia. Al fin y al cabo, que triunfe una pareja de hermanos no es del todo infrecuente en San Mamés. La gente aún recuerda a Julio y Patxi Salinas. En cualquier bar del Casco Viejo te cuentan que, en los 60, Eneko Arieta coincidió con su hermano Antón (Arieta II). Y también vistieron la camiseta rojiblanca Txetxu y José Ángel Rojo, Rojo I y II. De hecho, en la historia del Athletic pueden computarse hasta 25 parejas de hermanos, incluyendo los Unamuno, Arana, Silva, Karanka, Eguren o Merino.
Alguna razón existe para que cuajen tantas duplas de hermanos en un club que se enorgullece, precisamente, de ser una familia. Viendo a los rojiblancos hechos una piña tras la victoria, botando como si estuvieran festejando el momento culminante de la Semana Grande de Bilbao, uno comprende a los socios antiguos cuando afirman que el Athletic, para bien o para mal, no es un equipo, sino una cuadrilla. En un tiempo en que se cree que la única manera de maximizar el rendimiento es seguir los algoritmos que marquen los programas informáticos, tal vez convenga poner en valor aquello de 'hacer equipo', y recordar que la camaradería, la solidaridad fraternal y los vínculos estrechos también ganan partidos.
Mi amigo Pablo Santos, socio del Athletic durante muchos años, es un desengañado del fútbol, un antiguo. Por eso se identifica con Raúl García, el jugador del Athletic que, en conferencia de prensa, dijo lo que no suelen expresar los futbolistas: que todos sabemos cuál es la razón de que se juegue en Arabia Saudí, que él es «de los de antes», que «ya no se piensa en el aficionado», que ahora «lo que importa es generar, sacar patrocinios» y que se olvida «lo básico del fútbol: ese ambiente que hace que los partidos sean diferentes, que la afición disfrute con la familia».
La camaradería, la solidaridad fraternal y los vínculos estrechos también ganan partidos
Como el resto de aficionados del país, vi el partido por televisión. Pude imaginar lo que sentirían la madre y la tía de Nico en las gradas, cuando el joven les dedicó el gol. Y si en algún momento sentí rabia por no poder estar en el estadio fue cuando las cámaras enfocaron a los dos hermanos abrazándose emocionados. Estuve a punto de llamar al mío. Y lo hubiera hecho si le gustara el fútbol.
Dice Luis Rubiales que celebrar la Supercopa en Arabia Saudí es bueno porque da dinero, un pensamiento lógico muy de nuestra época. El que fuera futbolista hace años parece haber olvidado cuál es la razón por la que los aficionados iban a verle. Ahora, como presidente de la Federación, afirma que el fútbol de los humildes es el que más dinero necesita. Yo creo que está más necesitado de destellos como el protagonizado por Nico y su hermano, fundidos en un abrazo interminable. Desde luego, tanto los Williams como una Supercopa en Oriente son ejemplos de la globalización. Y no dudo de que los petrodólares sean los que muevan el mundo. Pero aún queda esperanza mientras los dos hermanos del Athletic puedan armar el pitote en Arabia.
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