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«Mira a estos dos, ja, ja. ¡Es que te partes!», se ríe Sandra Aurtenetxe, señalando una de las fotos de los dos grandes álbumes ... que la Asociación de la Prensa de Bilbao regaló a su padre en 1990, cuando dejó de ser presidente del Athletic tras ocho años históricos de mandato.
En la imagen se ve a dos forofos rojiblancos encaramados a una señal de tráfico que indica las direcciones al centro urbano de la ciudad, a Plentzia, a Algorta, a Las Arenas y al aeropuerto. Se han plantado allí, junto al Ayuntamiento, con una bandera del Athletic, como si su posición estratégica fuera una conquista de guerra y tuvieran que marcar el territorio. Se les ve muy tranquilos. Uno de ellos fuma un cigarrillo. Lo que impresiona, sin embargo, no es su actitud sino verles allí, elevados sobre un mar de miles y miles de hinchas que esperaban la llegada de la gabarra que traía a sus héroes.
– «Aquello fue una locura», comenta la hija de Pedro Aurtenetxe y exdirectiva del Athletic.
Los dos álbumes de su padre, uno correspondiente a la temporada 1982-83 y otro a la 1983-84, son dos grandes volúmenes con cubierta de cuero que reúnen cientos de fotografías, protegidas en papel vegetal, de aquellos años memorables. Su valor documental es inmenso. Uno se sumerge en esas páginas y sólo se ve felicidad por todas partes. Al cabo de unos minutos, la visión continuada de tanta alegría acaba provocando un efecto euforizante.
– «A mí se me sigue poniendo la carne de gallina. Y ahora todavía más, porque pensamos que vamos a volver a vivir algo así», dice Sandra, que lleva unos días agitados con la preparación del viaje a Sevilla, donde ya estuvo en 2020. «Fui a la final contra el Barcelona y fue muy triste. No lo digo sólo por la derrota, sino por el campo vacío. Se me cayó el alma a los pies. De todas formas, no sé por qué pero aquellas finales las veo muy lejos, como si hubieran pasado diez años».
– Será el deseo de olvidar.
– «Puede ser, ja, ja».
Sandra Aurtenetxe tenía quince años cuando el Athletic ganó la Liga en Las Palmas. Era por entonces una jovencita muy aficionada al fútbol. Su padre le llevaba a todos los partidos en San Mamés, donde se sentaba en un asiento cerca del palco, al que por entonces no podían entrar ni las mujeres ni los menores de edad. Al acabar el partido, ella le esperaba fuera y a veces iba a cenar con él y sus amigos al 'Getaria'. Algunos eran periodistas. Por ejemplo, Gaspar Rossetti, muy amigo del presidente rojiblanco.
– «Yo iba de oyente. No decía ni 'mú', pero me encantaba oírles, ja, ja». De la gabarra, como ocurre a casi todos los hinchas del Athletic, la exdirectiva rojiblanca tiene unos recuerdos vibrantes y confusos. La primera la vivió en uno de los dos autobuses que el club fletó para los familiares de los directivos y los jugadores. De este modo, asistió a las recepciones en el Ayuntamiento y la Diputación, pero no pudo disfrutar del ambiente en la ría. La segunda ya la vivió a pie de calle, pero los recuerdos se le agolpan y a veces se le confunden entre una y otra gabarra. Al cronista no le sorprende en absoluto. Está demostrado que, en la memoria de los hinchas del Athletic, la gabarra ha quedado como un recuerdo único y absoluto, como si sólo hubiera habido una y no dos en años consecutivos. Sandra tiene su teoría al respecto.
– «Es que aquello fue tal locura, una experiencia tan intensa, que nos sobrepasó. Yo creo que no pudimos asimilarla bien. Es como la novia en la boda. Estás viviendo algo tan intenso que no eres casi consciente de lo que pasa. Por eso sería tan bonito que los que vivimos las gabarras entonces pudiéramos revivirlas y los que nos la vivieron, vivan algo así por primera vez».
Las fotografías se suceden: imágenes de aquellos partidos históricos, de las celebraciones por las victorias, de camaradería entre los jugadores, de comidas y cenas de hermandad, de recepciones oficiales, de la hinchada desbocada en los pretiles y los puentes al paso de la gabarra... Los álbumes llevan el título de 'Txapeldunak', cuya pertinencia nadie discute. El cronista, sin embargo, se acuerda de la película de William Wyler y piensa que tal vez hubiera sido más bonito titularlos 'Los mejores años de nuestra vida'. Sandra se detiene en una fotografía posterior a la final de Copa de 1984. Alrededor de una mesa, con el trofeo recién conquistado, se ve a Pedro Aurtenetxe, al alcalde José Luis Robles, a Javier Clemente y a Dani con sus respectivas mujeres. Sandra se fija en su ama, Asun. No solía ir a los partidos, salvo las finales, pero era una forofa integral.
– «Ella oía los partidos por la radio. Y la quitaba y la ponía según iban las cosas. También mi tía Ana era muy aficionada. Recuerdo que, cuando éramos niños, si ganaba el Athletic nos traía a casa pasteles borrachos y tejas. Y cuando perdía, nada. ja, ja. Nos quedábamos con las ganas».
Sandra es optimista de cara a la final, que por cierto será la primera a la que asistirán sus dos hijas. Y es que el equipo le inspira mucha confianza esta temporada. En algunos partidos, la fiabilidad y la pegada de los de Valverde le recuerda a la que ella disfrutó en San Mamés con el Athletic campeón de sus ídolos Zubizarreta, Dani o Liceranzu, hace ya cuarenta años.
– «Nosotros entonces íbamos a San Mamés sabiendo que el Athletic iba a ganar. Yo al menos siempre iba con esa mentalidad. No se me ocurría pensar otra cosa. La cuestión era ver cuantos goles marcábamos. Y en la vuelta contra el Atlético de Madrid, viendo el partido tan tranquila con los dos goles, volví a acordarme de aquella época. Si el equipo no se pone nervioso y juega al nivel que está jugando, por mucho que respetemos al Mallorca, muy mal se nos tienen que dar las cosas para no ganar».
En ese caso, la gabarra volvería a surcar las aguas de la ría. Sería el 11 de abril. Pensando en ello, Sandra Aurtenetxe no puede evitar recordar a su padre; en concreto, uno de los grandes deseos que no pudo ver cumplidos antes de su muerte en 2016.
– «Él se pasó muchos años escuchando que era el último presidente del Athletic que había sacado la gabarra. Y no sabes las ganas que tenía de dejar de serlo».
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