Athletic 2-0 Sevilla

Una bonita fiesta para despedir una gran temporada

Con dos goles en dos minutos de Raúl García y Muniain, justo los jugadores que se despedían de San Mamés, el Athletic gana al Sevilla y asegura el quinto puesto

Domingo, 19 de mayo 2024, 22:10

Bajó el telón de la temporada en San Mamés y la verdad es que dio pena porque han sido diez meses magníficos. Hacía mucho tiempo ... que La Catedral no disfrutaba tanto. La despedida, por tanto, debía estar a la altura y ser una bonita fiesta. Y lo fue. El Athletic ganó al Sevilla y aseguró la quinta plaza con goles de Raúl García y Muniain, todo un guiño jocoso del destino ya que era el último partido que ambos jugaban en casa, vio jugadas de mucho mérito como un regate prodigioso de Nico Williams, buenas paradas de Agirrezabala colaborando al trofeo Zamora de Unai Simón, el debut del joven Olabarrieta y, ya tras el partido, el cambio de testigo en la capitanía. Muniain, de nuevo homenajeado, cedió su brazalete de De Marcos, que mostró al público una camiseta con el número 2025, señal de su renovación. En fin, que fue una tarde redonda.

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Athletic

Julen, De Marcos, Yeray, Vivian, Yuri, Galarreta (Herrera m.74), Prados, Iñaki (Olabarrieta, m.81), Muniain (Jauregizar, m.62), Nico (Berenguer, m.74) y Raúl García (Villalibre m.81)

2

-

0

Sevilla

Nyland, Kike Salas, Badé, Ramos, Bueno (Hannibal, m.84), Acuña (Pedrosa, m.45), Agoumé, Navas (Juanlu, m.44), Ocampos, Lukébakio (Mariano, m.84), En-Nesyri (Véliz).

  • Incidencias: 44.717 espectadores en San Mamés

Solemos decir muchas veces en el fútbol, tras partidos que dan giros sorprendentes y nos mantienen vilo hasta el final, atados al asiento, que no los hubiera escrito ni el mejor guionista. Pues bien, lo que ocurrió ayer en San Mamés entre los minutos 18 y 20 no es que no lo hubieran escrito Billy Wilder, Preston Sturges o Rafael Azcona, por citar a tres grandes. Es que, si lo hubieran escrito, el productor del estudio no se lo hubiera aceptado. No es verosímil. Demasiado bonito para ser cierto. Un pastelón, les hubiera dicho, señalando la papelera en la que reposaban los folios mecanografiados y mirándolos con cierta preocupación, como si estuvieran ablandándose, olvidando su humor vitriólico, perdiendo talento.

Y, sin embargo, lo que parecía imposible, demasiado bonito para ser cierto, sucedió. El partido transitaba entre charletas para pasar el rato y bostezos de hipopótamo cuando De Marcos, en su segunda internada por la banda, puso un centro perfecto a la cabeza de Raúl García que, sólo al borde del área pequeña, no perdonó. Las gradas se llevaron un alegrón con ese gol de Rulo en su último partido en San Mamés, pero lo mejor estaba por llegar. En el siguiente ataque del Athletic tras el saque de centro, Nico Williams pescó un balón con una gran carrera junto a la línea de fondo, echó una mirada al horizonte del área y con el exterior metió un pase perfecto a Muniain, que fusiló llegando en carrera. Y aquello fue el delirio. También el capitán se despediría con su golito.

Ese 2-0 no sólo fue un premio para los dos clásicos que jugaban por última vez delante de su público, sino un castigo al Sevilla, un equipo de vacaciones, como ya se vio también el miércoles pasado ante el Cádiz. La falta de tensión de los hispalenses, sobre todo sin balón, resguardados en una defensa de cinco, fue por momentos vergonzosa. Y debía ser algo asumido por su entrenador, porque lo cierto es que Quique Sánchez Flores no se levantó ni para dar órdenes. Sólo un poco en la segunda parte, se supone que para no llamar la atención. El hombre ya sabe que no va a seguir y hasta debió parecerle una pantomima salir al área técnica a dar gritos y consignas, como si le importara mucho lo que sucedía.

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Aplausos a Navas

El Sevilla no estaba para nada, ni siquiera para demostrar algo de puntería. Lukebakio tuvo dos buenas oportunidades, pero la primera, un cabezazo muy franco, se le fue alto y la segunda, un disparo duro, lo paró bien Agirrezabala, impecable toda la tarde. En realidad, la mejor noticia del Sevilla se la proporcionó el propio público de San Mamés con su gran ovación a Jesús Navas cuando éste tuvo que retirarse tocado antes del descanso. Tal vez no sea la última vez que juega en La Catedral el futbolistas de Los Palacios y Villafranca, ya que ha renovado hasta diciembre, pero por si acaso el público quiso despedirle como se merece.

Fue un detalle bonito, como otros que se fueron sucediendo durante un partido que el Athletic tuvo bajo control desde que se puso en ventaja. Es cierto que, si Pedrosa no hubiera desperdiciado la ocasión clamorosa de que dispuso en el arranque de la segunda parte, quizá el Sevilla se hubiera metido en el partido, pero al no acortar distancias todo se le puso demasiado cuesta arriba para un equipo tan justo de mentalidad. El caso es que San Mamés se lo acabó pasando muy bien.

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El fútbol no fue para echar cohetes, pero hubo emoción en las despedidas a Muniain y Raúl García cuando fueron sustituidos y hubo acciones individuales de mucho mérito. El regate que le hizo Nico Williams a Badé al comienzo de la segunda parte fue algo extraordinario, al alcance de media docena de jugadores contados en todo el mundo. Miedo da que lo repitan mucho por televisión. Otros detalles muy sugerentes fueran las dos grandes paradas de Agirrezabala, que amargó la vida a Agoume, un par de maniobras de Jauregizar, un futbolista prometedor, y por supuesto ver debutar a Olabarrieta, un joven extremo que no olvidará su debut. Ni que lo hizo con un Athletic campeón, por supuesto.

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