El Athletic es un imán para el infortunio
Los rojiblancos padecen la limitación más dañina en el fútbol: la falta de gol
Entre las muchas bajas que está lamentando el Athletic en este arranque de temporada, hasta nueve sumando la de Vesga anoche, que han afectado a ... todas las líneas, la que más daño está haciendo es, sin ninguna duda, la del goleador. No consta que ninguno de los 'nueves' de la plantilla haya tenido problemas físicos, pero es que después de siete partidos, siguen sin comparecer. El Athletic padece la limitación más dañina en el fútbol: la falta de gol. Puedes dejarte la piel presionando y defendiendo, pero el cero en la portería propia suele tener fecha de caducidad y además suele ser a plazo más bien corto.
El Athletic no tiene un killer desde Aduriz. Ha ido solventando el problema con distintas fórmulas e incluso disfrutó de un año especialmente inspirado como el de Guruzeta hace dos cursos, pero se ve que aquello fue una excepción, una concatenación de circunstancias que no se ha vuelto a repetir aunque no perdamos la esperanza de que suceda el prodigio, claro.
El gol es caro. Por eso los equipos no dudan en gastarse fortunas para comprarlo y no siempre aciertan. El Athletic también se gastó un capital el año pasado para reforzar su ataque, con el resultado que todos conocemos. Y el Athletic sí que no se puede permitir errores. Lo que resulta más frustrante es que esa tara está hundiendo en la miseria a un equipo que, a pesar de los pesares, demuestra que tiene fútbol suficiente para obtener más rendimiento o, al menos para no sufrir una racha tan negativa como la que está atravesando este nefasto septiembre.
En Villarreal, como antes en Valencia, los de Valverde completaron una primera parte de suficiente nivel como para retirarse con ventaja al descanso. El Villarreal sufrió de lo lindo en secuencias larguísimas de dominio absoluto del Athletic, que robaba muy arriba y provocaba segundas y hasta terceras jugadas. Y el equipo de Marcelino no es precisamente cualquier cosa. Pero la torpeza de los rojiblancos a la hora de definir está pasando de la anécdota a la categoría.
El equipo, pese a todo, demuestra que tiene fútbol suficiente para obtener más
Para colmo el Athletic ahora mismo es un imán que atrae al infortunio como la miel a las moscas. Visto el primer tiempo pero, sobre todo, el cambio de guion que se empezó a percibir tras el descanso, no hacía falta ser adivino para temer que el partido se podía torcer en cualquier jugada desgraciada. Y la jugada que tanto temíamos llegó por capítulos. Vesga, que había salido a relevar a Ruiz de Galarreta, se tuvo que retirar lesionado después de seis minutos en el campo, cuando todavía el equipo se estaba ajustando. Prácticamente en la siguiente jugada, un remate fallido del Villarreal dio origen a un rebote que dejó el balón en los pies de Moleiro y ahí se acabó la historia del Athletic en La Cerámica.
Desfigurado
Quedaba todavía un cuarto de hora largo, pero ni el apostador más temerario daba medio euro por la suerte de los rojiblancos, un equipo que ya estaba desfigurado y no se parecía en nada al que tanto nos había ilusionado en los primeros cuarenta y cinco minutos. El trallazo a la cruceta del joven Rego y la imagen de Lekue dolorido en la banda en los últimos minutos, vinieron confirmar que el Athletic no está precisamente para comprar lotería.
Las lesiones están causando estragos porque el equipo se está quedando sin rotación. Sin Nico, Prados y Yeray, el daño que produce cualquier baja puntual se multiplica. Berenguer, uno de los futbolistas más en forma y prácticamente el único que en esta travesía del desierto aportaba algo de lucidez, no pudo estar en Villarreal. Valverde optó por Unai Gómez para sustituirle en lugar de a Navarro, que parecía la opción más natural. El desarrollo del partido demostró que el míster no se equivocó en su elección.
Si la plantilla ya era más ajustada de lo que nos querían vender, las ausencias limitan la fortaleza al grupo de los titulares y poco más. Ya no es casualidad que el Athletic haga buenas primeras partes para sucumbir tras el descanso. Ocurrió en Valencia, ocurrió ayer, y fue lo mismo ante el Arsenal. Cuando llegó la hora de los cambios el Athletic se debilitó y los rivales se reforzaron.
Desde el banquillo ganó el Arsenal en San Mamés y desde el banquillo le ganó Marcelino a Valverde, no porque el asturiano sea más listo ni sepa más; sencillamente, porque disponía de más y mejores herramientas para arreglar lo que no estaba funcionando.
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