Ni monja ni lo otro
Con la versión predominante del Dr. Jekyll, o con el rostro inquietante de Mr. Hyde, el Athletic se va al parón mundialista en puestos Champions
Joaquín Caparrós dejó en Bilbao un grato recuerdo. Por su personalidad entrañable y animosa, y por supuesto por su labor en el Athletic. Además de ... reconstruir un equipo tras tiempos de zozobra, llevarlo a Europa y a una final copera muchos años después, sentó cátedra con su filosofía competitiva. Sus sentencias persisten en la memoria athleticzale. Ernesto Valverde refería el otro día la máxima de que salvo a Real Madrid y Barcelona a todos los demás les toca picar piedra, y hoy se constata la gran igualdad existente aguas abajo de la extraña pareja. Otro axioma caparrosiano es aquello de que, en fútbol, en cinco minutos se pasa de sor a meretriz, y viceversa, aunque creo que el de Utrera lo decía con sinónimos no repetibles aquí.
El Athletic comenzó la competición liguera como un tiro, no de forma impoluta pero cerca. Un equipo dinámico y atractivo, con pocos pecados y muchas virtudes. Con un halo en la cabeza. Fue un mes de septiembre ilusionante en el que se hizo granero a la espera de la llegada de un octubre que se presumía duro. Y lo fue. La cosecha disminuyó drásticamente y sufrimos algunos fiascos, particularmente en tierras catalanas, tan conocidas por nuestro entrenador. Lo del Camp Nou fue pasar por el odontólogo (otra vez Jokin), que se ensañó y sin anestesia.
En días de difuntos pareció resucitar el equipo, ante el Villarreal del capitán suicida Setién, pero vino a continuación el inesperado desastre de Girona, como para preocupar y recoser costuras rotas. Se encendieron algunas luces rojas, al menos de farolillos de alterne. El equipo virtuoso dejó ver vicios de antaño, como en una película de dos rombos. De asaltar el cielo a divisar infiernos conocidos. Afortunadamente, al calor, de nuevo, del santo Mamés, que siempre perdona al descarriado con propósito de enmienda, los rojiblancos volvieron a reaccionar frente al Pucela, con algunas dudas de inicio que se superaron gracias a la irrupción de un killer que esperamos haya llegado para quedarse.
Con la versión predominante del Dr. Jekyll, o con el rostro inquietante de Mr. Hyde, el balance de lo visto en lo que va de Liga no es malo. Y de los resultados tampoco. El Athletic hibernará este largo y novedoso impás en una posición en la que firmaría acabar la competición, en la ansiada plaza europea que se proclamó con solemnidad como objetivo a alcanzar esta temporada después de un lustro de abstinencia. Y nada menos que en puesto Champions.
Valverde ha conformado un conjunto que mira adelante, que quiere llevar la iniciativa y jugar a ritmo alto, no sé si del rock and roll que le gusta al presidente o del toque de corneta del grupo Orsai, que ejecutan los mismos músicos de corto y en el césped. En todo caso, este equipo sin intensidad resulta tan vulnerable como ya ha demostrado.
Parece innegociable la idea base del medio campo constructivo que ha instalado el Txingurri, con el ancla y los dos interiores escalonados, aunque se antoje conveniente el puntual refuerzo del vértice, sin complejos, cuando el rival aprieta. También la apuesta en el menú de entrada por extremos definidos, pero que bajen a defender en beneficio de los laterales. Porque es en estos puestos zagueros donde flojea más el equipo, sea por la veteranía de los llamados a ocupar esos flancos, sea por las insistentes lesiones.
Puede que se necesite acudir al campo B (diría de nuevo Caparrós), o incluso fuera de Lezama, recuperando algún cedido o reclutando determinado carrilero de nivel. Seguro que Valverde y la (difuminada) dirección deportiva del club lo tienen en mente. Por lo demás, la portería está mejor que bien cubierta, y el centro de la zaga también. Por el momento. Y no digamos si contamos ya con ese centro de la cancha creativo de variadas opciones, y, por fin, con el anhelado nueve clásico, alguien al que «le pese el pie» en el área. Que meta miedo y bakalaos, venga de Donosti o de Gernika.
Acaba este tercio de Liga y el Athletic verá el Mundial de Catar desde Europa, tras haber franqueado, con nota, una primera pancarta en cuesta, y poder contemplar desde la atalaya, con ventaja, el objetivo final. Las sensaciones son importantes, sin duda, pero ya sabemos qué es lo realmente fundamental. Clasificación, amigo.
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