Iker Muniain, hasta 2024 y sin cláusula: ¿Y qué pasa si un día quiere irse?

En la que puede que será su última renovación al frente del Athletic, Josu Urrutia, presidente de la Comisión Gestora rojiblanca, cumple por fin su gran sueño, que un jugador, Iker Muniain, firme un contrato sin cláusula de rescisión.

«El Athletic Club y el jugador han acordado eliminar la posibilidad de resolver anticipadamente el contrato mediante el abono de una cláusula de rescisión», indica el comunicado del club en el que se anuncia la prórroga hasta 2024. El jugador, que cobraba alrededor de 2,5 millones, se coloca en la parte alta de la tabla, en el selecto grupo de los futbolistas que perciben en torno a cuatro millones netos de media por campaña y en el que se encuentran Williams e Iñigo Martínez.

El mensaje de Muniain es dejar claro que su deseo es permanecer en el club y por eso coloca un listón para que otra entidad lo pueda sobrepasar. «¿Si no quiere irse, para qué ponerse precio?», lanzan desde su entorno. Pero ¿qué sucede si un día las cosas cambian, si viene un entrenador y no le pone a jugar?

El contrato es una rareza en el deporte profesional español. Desde que el decreto 1006 instauró en 1985 las cláusulas de rescisión se han firmado miles de contratos. Los que se rubrican sin blindaje como el de Muniain se pueden contar con los dedos de una mano. En todo caso, la ausencia de cláusula no significa que el jugador no pueda irse antes de acabar el contrato. El artículo 16 del decreto de 1985 deja abierta la puerta de salida al jugador y añade que debe ser un juez quien dicte la indemnización.

El texto lo dice así: «La extinción del contrato por voluntad del deportista profesional, sin causa imputable al club, dará a éste derecho, en su caso, a una indemnización que en ausencia de pacto al respecto la fijará la jurisdicción laboral en función de las circunstancias de orden deportivo, perjuicio que se haya causado a la entidad, motivos de ruptura y demás elementos que el juzgador considere oportunos». Es decir, en ese escenario se abriría una negociación entre el jugador y el club y, en caso de no llegar a un acuerdo, tendría que ser un juez quien marque al dinero a recibir por el Athletic.

Esta situación generaría una tremenda inseguridad jurídica al comprador. No sabría lo que le costaría el jugador. Eso reforzaría la posición del Athletic. Ibaigane sabe lo que esto significa. El 'caso Zubiaurre' acabó con una resolución de un juez de lo laboral, que fue quien condenó al Athletic y al jugador a pagar cinco millones de euros a la Real. No era una situación similar porque entonces lo que se dilucidaba es si el de Mendaro tenía un contrato en vigor con los donostiarras (como mantenía la Real) o no (argumento del Athletic).

¿Y si el destino de Muniain fuera un club extranjero? Aquí el Athletic está aún más protegido. El Estatuto del jugador de la FIFA advierte que «en todos los casos, la parte que rescinde el contrato se obliga a pagar una indemnización» y marca que se «calculará considerando la legislación nacional». Es decir, la determinará un juez.

Además, cubriría más al Athletic porque al jugador se le «impondrán sanciones deportivas por rescindir un contrato durante el periodo protegido». Este tiempo abarca a los tres primeros años de la relación. El texto marca que «la sanción consistirá en una restricción de cuatro meses en su elegibilidad para jugar en cualquier partido oficial. En el caso de circunstancias agravantes, la restricción será de seis meses». Al club comprador se le castigará con dos periodos de mercado sin fichajes.

Muniain, que ofrecerá una rueda de prensa este jueves a la conclusión del entrenamiento, es uno de los pesos pesados de la escuadra de Berizzo. Varios equipos italianos habían sondeado la posibilidad de hacerse con sus servicios, ya que desde el 1 de enero era libre para negociar. No obstante, su prioridad era quedarse en San Mamés, donde se siente querido, pactar un contrato de la larga duración -como así ha sido-, y dejar de lado el interés de clubes como la Roma y el Nápoles.

Con esta renovación, la Comisión Gestora liderada por Josu Urrutia quita un peso de encima a la próxima directiva, debido a que era una de las operaciones que tenían el sello de prioritarias en el cajón del ya exmáximo dirigente. Era, quizá, el pacto más complicado, una vez que se confirmara, antes incluso de comenzar la temporada que Alex Remiro no iba a continuar en Bilbao. Por delante, restan las prolongaciones de contrato de hombres como el capitán Susaeta, De Marcos, Iturraspe, Rico -que ya ha confesado que ve complicada su continuidad-, Balenziaga -que ha asegurado que no ha hablado aún con el club-, y Aduriz, entre otros.

Desde que se estrenó de la mano de Caparrós en el verano de 2009, Muniain recibió el cariño de la afición. Y sus compañeros fueron conscientes de la trascendencia de ese adolescente al que adoptó Fernando Amorebieta. «Es el único futbolista diferente que tenemos», confesaba uno de los veteranos. Sin embargo, más allá de las lesiones, de esas dos roturas de ligamentos que le han frenado, su rendimiento ha dibujado unos dientes de sierra, tan pronto protagonizaba un buen partido como pasaba inadvertido.

Realizó una formidable campaña en el debut de Marcelo Bielsa, firmó una destacada temporada en el estreno de la segunda etapa de Valverde, con siete goles en la Liga, los mismos que en el último curso de Txingurri. No obstante, distó mucho de ofrecer sus mejores características en algunos tramos de su carrera e incluso él mismo lo ha admitido.

Esta temporada acumula cuatro goles a pesar de que ha tenido que soportar la pena del banquillo. Es el máximo anotador junto a Williams y logró la diana de la única victoria del cuadro de Berizzo hasta la fecha. El técnico argentino le quería como 'diez', de media punta. Ahí empezó, luego le movió a la banda para encajar a Raúl García.