Color y brillo. El titanio del Guggenheim refleja la intensidad de los fuegos artificiales lanzados el lunes por los colombianos de Mariposa. Marieli Oviedo

La traca final y el color, claves para conquistar el cielo de Bilbao

Certamen internacional ·

Miembros del jurado del concurso de fuegos artificiales desvelan los detalles que las pirotecnias deben trabajar para vencer y ganarse al público

Miércoles, 21 de agosto 2024, 00:52

«En mi memoria siempre estará muy presente el espectáculo de la pirotecnia Astondoa de 2014, cuando ganaron aquel concurso de campeones, en el que ... tomaron parte media docena de empresas que ya habían logrado la victoria en años anteriores en Bilbao. Fue una especie de 'Champions' y no he visto otra cosa igual por su colorido y sonido». Andoni Oleagordia fue jurado del certamen internacional de los fuegos artificiales de Aste Nagusia durante una década. Abandonó esta labor en 2015. La suya es una historia curiosa porque se adentró en este peculiar mundo tras pasar muchas fiestas trabajando para el Ayuntamiento en la supervisión, precisamente, de los espectáculos de pólvora y luz. «Al final, hice de mi ocupación un hobby», cuenta.

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Las palmeras y camuros son muy apreciados en Bilbao. Maika Salguero

Desde su experiencia, Oleagordia cree que lo que le gusta a los bilbaínos es «la traca final, que sean unos fuegos ruidosos, con ritmo, que no te dejen descansar y que te vayas a casa con un buen regusto», asegura. En el actual jurado está presente Aitor Valdecantos, de la pirotecnia Valdecea, con sede en la localidad alavesa de Berantevilla. Es una parte fundamental, ya que se trata del asesor técnico. Al igual que Oleagordia, también señala que en la capital vizcaína causan sensación los disparos «contundentes» y «ruidosos».

El certamen ha comenzado este año con un ligero descenso de público. El Ayuntamiento calcula que en los tres primeros días ha habido unos 100.000 espectadores de media por jornada. En la última Aste Nagusia, el Consistorio contabilizó 130.000. Pero es verdad que el concurso está yendo de menos a más. Posiblemente, la lluvia deslució el inicio. Y, ya el lunes, la pirotecnia colombiana Mariposa ofreció una buena sesión, ocupando el espacio del cielo vizcaíno con un derroche de color y ritmo.

Disparar en Bilbao no suele ser tarea fácil. Tanto Oleagordia como Valdecantos advierten de que las condiciones meteorológicas son determinantes. Los fuegos se pueden suspender si el viento sopla por encima de los 36 kilómetros por hora. Sobre todo se hace por seguridad. Para evitar que se propaguen los rescoldos y cenizas. «El orden dentro de la Aste Nagusia es por sorteo», explica el asesor y miembro del jurado. «Aquí entra claramente la suerte. Si te toca un mal día, pues muchas veces no tiene solución. La ausencia de aire, por ejemplo, impide que el humo se disipe y no queda espacio para nuevas figuras», apunta Oleagordia. «Sin embargo, rachas flojas, pero constantes y un cielo limpio tras una ligera lluvia hacen que el color sea más brillante y llamativo».

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El jurado se reúne todas las noches a las 22.15 horas. Lo hace en la Sociedad Bilbaína, en la calle Navarra. Desde un balcón privilegiado, sus integrantes observan la evolución de las cohetes y carcasas enviados al cielo de Bilbao. Tras el lanzamiento, que no puede durar menos de 15 minutos por contrato (hay un mínimo, pero no un máximo y las pirotecnias pueden quemar todas las naves, si así lo desean), los ocho miembros (entre ellos un representante de este diario, que es patrocinador del espectáculo) comentan lo vivido. Todos ellos llevan una plantilla con diez aspectos a considerar: colorido, ritmo, variación de conjuntos, piezas originales, calidad técnica, conjunción con el entorno, ocupación del espacio aereo, efectos sonoros, duración y consideraciones generales.

Cuestión de prestigio

El concurso cuenta con un presupuesto de 250.000 euros y no hay premio en metálico para el ganador

Nueva forma de valorar

Durante muchos años, el jurado, en el que también hay un representante de las comparsas, del mundo de la cultura, de la Asociación de Comerciantes del Casco Viejo, El Corte Inglés y de la entidad Bilbao 700, presididos por la concejal Fiestas, Itziar Urtasun, puntuaba cada aspecto con una valoración del 1 al 10. Este año, el sistema está en proceso de cambio. Valdecantos les ha pedido que hagan anotaciones y que se vayan quedando con las sensaciones. Que no pongan notas. ¿Por qué? «Porque si un día reflejas un 10 y al siguiente otra pirotecnia lo hace mejor no le puedes dar un 11».

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La sesión de ayer le correspondió a la pirotecnia holandesa DFP. E. C.

¿Cómo se eligen los participantes? El certamen es internacional y se presentan siempre bastantes candidaturas. Es el Ayuntamiento, con la ayuda de personal técnico el que hace la selección final, en función de los méritos que han ido haciendo en otros certámenes. «Ahora ayuda mucho que hay vídeos en internet de multitud de ciudades. Seguramente es más fácil que hace 20 o 30 años». El concurso tiene un presupuesto de 250.000 euros. Cada pirotecnia percibe cerca de 25.000. «Muchas pierden dinero, ya que no hay premio en metálico», asegura Oleagordia, jurado ya retirado. «Pero les interesa venir porque una victoria aquí da pedigrí y les sirve para entrar en otros concursos donde sí se mueven cantidades de dinero elevadas». Con todo, Bilbao es una plaza «exigente». «El público no se conforma con cualquier cosa y vienen pirotecnias de nivel», asegura Valdecantos. Color, ritmo y una traca final ruidosa es el estilo que se impone en la capital vizcaína.

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