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La cita era a las once de la mañana, pero a las 10.30 ya estaba la parte superior de Ibáñez de Bilbao llena de ... mayores que desafiaban al intenso calor (los termómetros ya marcaban 30 grados) con ganas de subir a los autobuses. 280 jubilados esperaban con impaciencia arrancar el día más especial de la Aste Nagusia.
Dentro del universo de las fiestas hay actividades para todos los grupos. Pero hay quien, por las limitaciones de la edad, tiene complicado disfrutarlas. Por eso, desde hace ya unos cuantos años, el Ayuntamiento organiza una jornada exclusiva para los mayores que reciben asistencia domiciliaria o están en residencias gestionadas por los servicios sociales municipales. El plan incluye circo, comida, bailes y algunos afortunados se llevan entradas para el teatro y el Athletic.
Diego Sánchez es la primera vez que participa porque hace pocos meses que entró en la residencia. Prefería vivir solo en su piso, pero un ictus le convenció para entrar en La Misericordia, donde está «encantado». Nacido en El Campillo (Huelva) hace 85 años e hijo de obreros que llegaron para trabajar en las fábricas de Asua, se apunta a un bombardeo. «Y eso que antes era más txikitero, ahora ya no puedo beber mucho», bromea.
Para Valentina Sánchez y Felisa Oribe, en cambio, es la tercera y cuarta vez, pandemia mediante. «Es un día sólo para nosotras», se regodean. «En fiestas no bajamos al Arenal, no nos gusta tanto barullo», aunque sí reconocen ir «alguna mañana» a ver a la Banda Municipal. Naturales de Salamanca y Burgos y vecinas desde hace varias décadas de Uribarri y Castaños, disfrutan como niñas con el pase privado que les brinda el circo Tamberlick. Eso sí, «se echan un poco en falta los animales, los hemos visto toda la vida».
La función circense es todo un éxito. Hay cierto cuórum en que superó a la anterior edición, sobre todo por la duración. «El año pasado fueron sólo quince minutos», explica Pilar Zubiau, natural de Loiu. Viene «siempre» a la excursión con varias amigas. «Me siento acompañada porque estoy todo el día sola en el piso».
El acompañamiento y la atención a los mayores es, desde hace tiempo, una prioridad para las instituciones vascas, toda vez que la nuestra es una de las sociedades más envejecidas de Europa. Una de las iniciativas puestas en marcha por el Ayuntamiento de Bilbao es Aukeragune, un centro de atención diurna en Otxarkoaga que está pensado para combatir la soledad de las personas mayores. Allí acude cinco días a la semana Consuelo Amador Espinosa. De 72 años, enviudó hace cuatro. Tiene un hijo y una hija que viven en el barrio y que le hicieron mucha compañía, incluso viviendo con ella, tras la pérdida de su marido, con quien estuvo casada casi medio siglo. «Pero llegó un momento en que les dije que tenían que seguir su vida e irse a sus casas», explica. Era febrero de 2020. Un mes después llegó la pandemia y pasó sola el confinamiento. «No se lo deseo a nadie», recuerda, apenada. Cayó en depresión. «Después de comer me sentaba en el sillón y me llegaban las horas». Y entonces oyó hablar de Aukeragune y no se lo pensó dos veces.
«Es una cosa buenísima», cuenta. «Me ha dado la vida». Acude a talleres de memoria, gimnasia y risoterapia. ¿Risoterapia? «Cantamos, bailamos y nos reímos muchísimo. Hacemos ejercicios con la risa y es una maravilla». Son sesiones de una hora pero luego se quedan otra más charlando en el propio centro municipal. «¡Nos lo pasamos de bien...!».
Llega la hora de la comida y la tropa se traslada al pabellón de La Casilla, donde aguarda Marijaia. Todos quieren una foto. ¿Para los nietos? «¡Qué va, para el Facebook!», exclama una señora. La pregonera, la txupinera y el alcalde saludan y desean buen provecho. El menú consiste en paella, bacalao y postre dulce. Luego, todos a bailar, la actividad estrella.
«El objetivo es que todo el mundo pueda disfrutar de verdad de las fiestas», expone José Mari Amantes, impulsor de la iniciativa hace ya «muchos años», cuando era miembro de la comisión de fiestas con la txosna Uribarri-Moskotarrak. Ahora va a la excursión como invitado. «¡Pero me lo paso igual de bien!».
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