Un eufórico y brillante Coque Malla convierte Abandoibarra en una Niza sin franceses
Sobrado de facultades, el ex Los Ronaldos repitió en Bilbao con la gira de sus 40 años de carrera, actuó en deceto con cinco vientos, derritió en los lentos, enardeció en los rocanroles, y sus dos cimas fueron 'El último hombre en la Tierra' y 'Guárdalo'
Un inspiradísimo, en buena forma y evidentemente contento Coque Malla convirtió la explanada de Abandoibarra en algo así como Niza sin franceses. El sonido fue ... estupendo, las visuales de las pantallas de fondo funcionaron muy bien (la óptima y más impactante sin duda fue la que de sopetón mostró a Chuck Berry en tamaño Godzilla), y el cromatismo impregnó de alegría Abandoibarra. Este del lunes apunta a ser el gran concierto de las fiestas, y le hará gran competencia Rozalén, pero ante Coque estuvimos muy cómodos: él calculó que había 5.000-4.000 personas en ese espacio donde caben 9.000 según el aforo oficial.
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Fue un conciertazo de lujo con un Coque pletórico, un show tan brillante que hizo olvidar la decadencia general de estas fiestas: vemos que no va la afición a los toros, leemos que no va gente al teatro, nos cuentan en el bar que no se apunta casi nadie al concurso de goitiberas… Si en el fondo las 'jaias' son las txosnas, tenemos una idea genial para que la fiesta se irradie desde El Arenal: que para obtener permiso para montar una txosna cada una debe mantener una charanga con sus colores y su propio repertorio y mandarla a recorrer las calles de la ciudad. Queridos lectores, las charangas son el alma de las fiestas, como se puede comprobar por ejemplo en Burgos, Huesca, Palencia, San Adrián, ¡incluso en Rincón de Soto! Yo creo que en 30 años recorriendo las calles de Bilbao desde las 5 de la tarde hasta las 3 de la madrugada no me he cruzado nunca con una charanga.
En fin… Coque Malla estuvo en marzo, hace cinco meses, con la misma gira en Bilbao, la de su 40º aniversario. Recaló en un Palacio Euskalduna lleno al 95 %, con sólo unas cien butacas sin vender (costaba entre 45 y 65 €), y dio un concierto muy bueno de 20 canciones en 113 minutos. El de esta Semana Grande fue de 90 minutos exactos para 17 canciones, las mismas y en el mismo orden del Euskalduna sólo que eliminando cuatro, 'Aunque estemos muertos', 'Una sola vez', 'Hasta el final' (la de ahora enciendo un cigarrillo…), y la versión del 'Ruido' de Sabina, y añadiendo otra, una bienvenida revisión del 'Sabor salado' de Los Ronaldos.
Y si en el Euskalduna tuvo a tres invitados especiales, a tres cantantes, una Valeria Castro que no realzó 'No puedo vivir sin ti', Mikel Erentxun y Fito, en Abandoibarra contó con un elemento extra destacado en las presentaciones, el donostiarra Pirata, que se sumó con su saxo a la sección de viento, que pasó de cuatro a cinco miembros, y por eso en vez de noneto fueron a veces deceto.
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No hubo ninguna canción floja entre las 17. Las dos que parecieron transitar por terrenos o ritmos manidos o demasiado académicos, supieron crecer y agitarnos: 'Este es el momento', que del Diddley beat trabajoso acabó derivando en los vientos de Nueva Orleans (¡la charanga en Aste Nagusia la tuvo que aportar Coque, hay que j…!), y la citada 'Sabor salado', que partiendo desde una suerte de latinismo de manual acabó volando gracias a una musicalidad y sabrosura bastante jazzeras.
Todas las canciones fueron buenos, y hubo dos fabulosas, maravillosas o extraordinarias, el calificativo que prefieran: una delicada y por momentos cabaretera 'El último hombre en la tierra' (me encantaba…), que fue cuando pensamos que Coque Malla sabía que tenía pendiente de sí toda la atención del gentío, y para abrir el bis un rock and roll contagioso como el 'Guárdalo' de Los Ronaldos (guárdalo con amor…), que fue cuando soltó: «¡Chuck Berry también está vivo!». Y es que mucho antes había dicho eufórico que Elvis está vivo.
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Qué bueno, qué contento y qué polivalente Coque este lunes en Abandoibarra, que lo mismo arrollaba con los rocanroles y los riffs stonianos ('Por las noches' de Los Ronaldos para abrir fuego -«¡Bilbao nos divierte!», coló Coque en la letra, buen titular sería-, en el epílogo el ronaldiano 'Adiós papá', y su versión del 'Hace calor' de Los Rodríguez -que ya saben en realidad de titula 'Mucho mejor') que derretía en los lentos (la trágica despedida con 'Me dejó marchar', o antes un 'Berlín', el de la casa, que le quedó mejor que nunca y que le dio pie a lanzar la misma reflexión que le oímos en el Euskalduna: que el éxito es maravilloso e interesante, pero que tocar ante poca gente en garitos, a menudo en Bilbao, que es lo que hizo tras la separación de Los Ronaldos, no fue ni duro ni triste, sino que gracias a ello aprendió a ser el cantante y guitarrista que es ahora, y por ende también el compositor).
Contento y dinámico
Y eso, que el contento y dinámico Coque Malla, que ora se colgaba la guitarra ora cantaba sin ella (¡y aparentemente sin teleprompter para las letras!), que recorría de lado a lado el tablado y que se subía a un bafle a modo de pódium de esos que les gustan a los cantantes y guitarristas de heavy metal, pudo con todo tipo de ritmos y canciones: roquero y moderno se asemejó a los Sidecars en 'Sólo queda música' (al acabarla dio su primer parlamento y aseguró que ese no sería un concierto nostálgico), en 'La carta' fue tremendamente teatral (y en la pantalla de fondo apareció su madre declamando), y en Steve Earle pensamos en '¿Volverá? (cuando informó que esta gira del 40º aniversario la comenzó a principio de año en Madrid, «nuestra ciudad», y que se la dedicaba a Dani Martín y a Rulo).
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Además forjó blues entre los Black Keys y Tom Waits en 'Todo el mundo arde', cruzó a Duncan Dhu con Ron Sexsmith en 'La señal' (sinceramente…), su canción de las bodas, como la llamó él una vez más, 'No puedo vivir sin ti' de Los Ronaldos (publicada en 2008, cuando resucitaron temporalmente), le quedó mejor que en Euskalduna (al acabarla aseguró halagador y zalamero: «esto no lo solemos decir, pero lo vamos a decir: estamos gozando como perros», lo cual sería excesivo como titular), rapeó estiloso en un par de ocasiones, y en el funk de 'Un lazo rojo, un agujero' demostró ser un entretenedor o entertainer como en España quizá no llegue a serlo ni Bunbury.
Seguramente sea el mejor concierto oficial de esta Semana Grande, pero ojalá nos equivoquemos...
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