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Luis Ángel Gómez

Bilbao se funde en la fiesta

Miles de personas se dan cita en un frenético txupin que da inicio a nueve días de excesos y actividades de todo tipo

Sábado, 16 de agosto 2025, 19:15

Pocas cosas se esperan con tantas ganas como el txupin de Aste Nagusia. Ese frenético instante en el que Marijaia sale de su escondite tras un año de descanso para abrazar Bilbao y dar su bendición a nueve días de fiesta y excesos. Unos pocos minutos en los que solo reina la alegría, la diversión, el desenfreno. Las ganas de pasarlo bien y desconectar del mundo real. En los que una colorida muchedumbre se rinde a los pies de la diosa de la Semana Grande al compás de la canción que Kepa Junkera compuso en 1997 y que ya se ha convertido en un himno. Es escuchar la trikitixa y la famosa estrofa de «Mari, Mari, Marijaia dator» y que se erice la piel.

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Esa alegría desbordante ha vuelto a invadir Bilbao este sábado. Con ella ha llegado el confeti rojo y blanco, el petardazo, los pañuelos azules al vuelo, la música por todo lo alto. La harina, el huevo y el vino por encima. Completamente albardados. Ahora sí que sí, ya está aquí una nueva edición de Aste Nagusia. 45 años de jolgorio que no ha perdido ni un ápice de magia ni emoción en todo este tiempo.

Pasadas las siete de la tarde llegó el gran momento. Salió Marijaia, envuelta en sus nuevos trajes, con los brazos al aire y sus meneos más característicos. Antes que ella se asomaron al balcón el pregonero Francis Díez, cantante de Doctor Deseo, y la txupinera Olatz Agirre, de la comparsa Txori Barrote. Bajo sus miradas, en la explanada del Arriaga, miles fieles que acudieron a la llamada de su patrona. Adultos, jóvenes y niños. Todos a una. Bailando al son de una nueva Semana Grande.

Pero aunque el txupin no se lanzó hasta las 19 horas, el ambiente se fue caldeando a medida que pasaba la jornada. A mediodía ya se notaban las ganas que tenía la ciudad de liarse la manta a la cabeza. Calles abarrotadas, bares hasta los topes y el Arenal como un hervidero. Atrás quedó la tranquilidad que ha gobernado estas últimas semanas. A los turistas que han colonizado el corazón de la capital vizcaína todo este mes, se unieron aquellos que hicieron un parón en sus vacaciones para vibrar con la Semana Grande. Por suerte, el sofocante calor dio una tregua. A diferencia del viernes, cuando Bizkaia se asó con temperaturas que superaron los 40 grados, este sábado el mercurio apenas alcanzó los 30, lo que supuso todo un respiro para los cientos de vizcaínos que aguardaron desde primera hora de la tarde en el Arriaga para reservar el mejor hueco para ver a Marijaia.

Los primeros en divisar los que ellos consideraban los mejores espacios llegaron antes de la hora de comer. «¿Cuál es el mejor sitio para ponernos?», le preguntaba una joven a su amiga a escasos minutos de las dos de la tarde. Había que adjudicarse un sitio rápido, antes de que llegara la marabunta. «¡Uf! Aquí no –señalaba hacia el Arriaga– porque esto se llena de gente y al final tiran harina y nos empapan. Mejor un poco más atrás», le contestaba su compañera.

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Dispositivo de seguridad

No pensaron igual las decenas de cuadrillas que, cargadas con bolsas de bebida, hielos y algo de comida, abarrotaron la explanada del teatro bilbaíno pasadas las cinco de la tarde. No les faltó de nada. Algunos incluso optaron por llevar una nevera portátil para no perder el ritmo. Cervezas, vinos, kalimotxos, patatas, refrescos... y por supuesto, ¡mucha harina y huevos! Había tantas ganas de fiesta que antes de salir Marijaia ya había más de uno totalmente embardunado.

A primera hora de la tarde varias furgonetas de la Ertzainta, una amplio dispositivo de la Policía Local y varios drones controlaban el recinto festivo para que todo transcurriera sin incidentes. Incluso se colocaron vallas para reforzar los laterales del puente del Arenal y evitar posibles caídas. El Ayuntamiento ya lo advirtió hace varios días: mientras dure Aste Nagusia, el 90% de la plantilla de la Policía Municipal, que suman cerca de 900 agentes, va a estar operativa. A ellos se suman un buen número de ertzainas que controlarán el recinto festivo y los aledaños. Además, el Consistorio anunció que la vigilancia se intensificaría con cámaras, más agentes de paisano y vehículos aéreos.

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La fiesta en sí misma estalló cuando Francis Díez arrancó con su pregón. «Arrastion Bilbao! Zer sentitzen da hor behean? Ondo?» –¡Buenas tardes Bilbao! ¿Qué se siente ahí abajo? ¿Bien?–. A través de un discurso preciso y contundente, el cantante de Doctor Deseo pidió «respeto» y «colaborar» para que esta edición sea una Aste Nagusia sin agresiones. Conquistó a la muchedumbre al cantar una pequeña estrofa de su famosa canción 'Corazón de Tango' y bromeó con reivindicar a Dionisio, dios griego del vino, la locura y la fiesta. Tras sus palabras llegó el esperado txupin y la salida de Marijaia, vestida con una blusa de flores y falda verde. Ahí llegaron los zarandeos, el frenesí. La locura. Los bailes y saltos. Los veteranos, los que años tras años han acudido a la cita, sabían lo que ocurriría con el lanzamiento del txupin. No ocurría lo mismo con los turistas, que despistados, miraban con asombro lo que sucedía frente a sus ojos. «¿Pero abren todos estos montajes o van poco a poco? ¡Qué pasada!», se preguntaba una pareja mientras ojeaba los decorados de las txosnas. «¡Ya verás cuando saquen el muñeco por el balcón! Es flipante», le decía una bilbaína a su acompañante.

Ahora bien, aunque muchos turistas, sobre todo los extranjeros, no tuviesen ni idea de qué iba el asunto, optaron por uniformarse. Muchos de ellos decidieron lucir el pañuelo típico de las fiestas al cuello o la muñeca, como un vecino más. Había que ir conjuntado. Además de los complementos básicos, este año volvieron a destacar los pendientes con la figura de Marijaia o los broches. Que no falte de nada.

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Limpieza exprés

El txupin número 45 concluyó en minutos. A las 19.15 horas Marijaia se volvió a meter en el interior del Arriaga y prepararse para lo que serán nueve días sin descanso. Tras ella, con la multitud aún en la plaza, arrancó el dispositivo de limpieza. Hasta el próximo 24 de agosto, un total de 620 operarios, ayudados por 120 vehículos y maquinaria especializada, mantendrán las calles sin basura. Cada día el despliegue arrancará a las seis de la mañana en el recinto festivo y el objetivo es que a las 11.30 horas la zona esté en perfectas condiciones. También después de las siete de la tarde llegaron los chapuzones. Como viene ocurriendo años atrás, y pese a la doble valla colocada por la Policía Municipal, decenas de personas se echaron a la Ría para quitarse la porquería y darse un baño.

Ahora lo que toca es un atracón festivo que concluirá el próximo domingo con la quema de Marijaia. Antes de llegar a ese momento, habrá conciertos, actividades culturales, concursos gastronómicos, campeonatos deportivos... Un sinfín de actividades que dejarán sin aliento a un Bilbao con hambre de fiesta.

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